Milli Vanilli parecía tenerlo todo. Mientras la década de los ochenta se esfumaba, el dúo formado por Fab Morvan y Rob Pilatus cautivó al mundo entero con sus trenzas y sus bailes perfectamente sincronizados. Entre 1988 y 1990 alcanzaron la cima de todos los rankings gracias a hits como Girl You Know It's True, Baby Don't Forget My Number y Blame It on the Rain.

Sin embargo, detrás de su éxito había un secreto que les costó la carrera: ellos no eran quienes cantaban esas canciones. ¿Le mintieron al mundo entero? En cierto modo, sí. Pero también existe otra verdad. "Es una historia de explotación, en la que fuimos usados por un hombre que se comportó como jefe de mafia", cuenta a Página|12 Fab Morvan, quien, a 35 años del engaño, cuenta su versión de los hechos en la película Milli Vanilli: Girl You Know It's True.

Los inicios en Alemania

Morvan y Pilatus se conocieron en las calles de Munich, Alemania, donde bailaban breakdance a la gorra y realizaban pequeños trabajos de modelaje. Como el dinero no les alcanzaba para pagar el alquiler, vivían en el garage de una familia amiga y robaban comida del supermercado para tener un plato caliente todas las noches. “Todo era difícil en nuestra vida. Rob era adoptado y yo venía de una familia de padres divorciados”, recuerda el artista francés de 58 años.

A comienzos de 1988, los bailes del dúo sorprendieron a los clubes nocturnos de la ciudad. Sus pasos de hip-hop y el movimiento de sus trenzas destacaban entre los hombres rubios y comenzaron a darle vida a las noches aburridas de Múnich. "Allí nos sentíamos invencibles", confiesa Morvan.

En una de esas noches de frenesí, llamaron la atención de Ingrid “Milli” Segieth, asistente del productor musical Frank Farian. Con una reputación forjada con el exitoso grupo Boney M., Farian vio en ellos algo más que simples bailarines en la multitud: “Su plan era conseguir gente con el look necesario para hacer sus canciones y después a otros artistas que cantaran”, dice Morvan.

El día que cambió sus vidas

En poco tiempo, Farian programó un almuerzo en su casa con los bailarines y, tras una breve charla, puso una suma millonaria de dinero sobre la mesa. Sin pensarlo, Morvan y Pilatus estamparon su firma en un contrato que nunca leyeron en profundidad. “Veníamos de una vida de pobreza y la oportunidad nos sedujo”, asegura el artista. “Era un productor de renombre –continúa–, rodeado de estudios impresionantes y de discos de oro colgados en las paredes. Nosotros hubiéramos creído cualquier cosa que nos dijera”.

La sociedad entre Farian y los Milli Vanilli alcanzó rápidamente el éxito comercial. En junio de 1988, el lanzamiento de la canción Girl You Know is True fue un fenómeno de ventas global. El mundo giraba bajo sus pies y aquello que soñaban desde su cama improvisada en el piso de un garage se hacía realidad: "Éramos pioneros de algo diferente. En poco tiempo pasamos a disfrutar de las limusinas, las mujeres y las fiestas”, cuenta.

El fenómeno de Fab y Rob alcanzó nuevas dimensiones gracias a la irrupción de MTV. La televisión logró que su música –además de escucharse- comenzara a verse en todos los rincones del mundo. Así, en 1990 Milli Vanilli alcanzó el pico de su carrera ganando el premio Grammy al Mejor Artista Nuevo.

La farsa y el engaño

Mientras el éxito de Milli Vanilli se limitó a Europa, el dúo estuvo bajo la rigurosa supervisión de Farian. El productor supervisaba los conciertos, las entrevistas y las apariciones públicas, asegurándose mantener bajo estricta reserva el secreto detrás del éxito. Ellos sólo eran una fachada. No eran quienes cantaban las canciones.

Pero todo cambió cuando su fama alcanzó a los Estados Unidos. Bastaron unas pocas apariciones públicas para despertar las sospechas de sus seguidores y de la prensa. Rápidamente, notaron que su nivel de inglés con un marcado acento alemán no se asemejaba en nada que se escuchaba en las canciones de su nuevo álbum All or Nothing. La situación se agravó durante un concierto en vivo, cuando el disco que sonaba se trabó y dejó al descubierto el playback que estaban realizando ese día.

Poco después de que los rumores se extendieran, Frank Farian decidió ponerle fin a la farsa. Convocó una conferencia de prensa y admitió que Fab Morvan y Rob Pilatus no eran los verdaderos cantantes del grupo, sino que solo prestaban su imagen. “Todo nuestro sueño se transformó en una verdadera pesadilla”, sostiene Fab Morvan a Página|12.

Caída y Redención

Tras la confesión de Frank Farian, la suerte de Milli Vanilli fue en declive. Las productoras cancelaron la gira mundial prevista y la televisión mostraba cómo los fanáticos, decepcionados, prendían fuego sus discos. Las fiestas en sus mansiones dejaron de tener concurrencia y los autos deportivos desaparecieron. De un día para el otro, su estilo de vida comenzó a asemejarse a aquel que tenían en el garage de Munich.

En 1998, luego de sufrir una fuerte depresión –agravada por el consumo de drogas– el compañero de Fab, Rob Pilatus, fue encontrado muerto a causa de una sobredosis. Por su parte, Morvan se aferró al arte mientras sobrevivía como mesero en un restaurante: “Pensé en qué debía hacer para demostrar cuánto amaba a la música. Aprendí a tocar la guitarra y escribí letras que salían de mi corazón. Todo ese proceso fue muy terapéutico porque puse todo el dolor de mi alma en palabras”.


La versión del Dúo

A tres décadas del escándalo, Fab Morvan decidió contar su versión de los hechos. Para eso, participó del documental Milli Vanilli: El Mayor Escándalo en el Mundo de la Música y de la reciente película Milli Vanilli: Girl You Know it’s True.

Según cuenta a Página|12, todo se tornó agridulce cuando descubrieron que el contrato que firmaron era por tres discos –no por una canción como creían– y que su rol solo se limitaría a bailar y hacer playback de canciones compuestas y grabadas por el productor y otros artistas. “Creímos que trabajar con Frank nos convertiría en uno de los grupos más famosos del mundo”, sostiene Fab. “Pero al final solo usaba nuestros sueños para vivir el suyo –sigue–. No teníamos otra opción porque habíamos recibido un dinero que no podíamos devolver”.

El dúo no pudo resistir la situación. Ni el dinero ni los discos vendidos les era consuelo: “Después de los Grammy, nos pusimos firmes para poder crear nuestras propias canciones, pero Frank quería hacer todo a su manera y era imposible ir contra eso”, dice.

Tiktok y la reivindicación de Milli Vanilli

En la actualidad, para Fab Morvan la industria musical evolucionó a lo que ellos supieron hacer en los finales de los ochenta: “Es muy fácil asociar la palabra Milli Vanilli al playback y a la mentira, pero hoy muchos artistas se hacen famosos por sincronizar los labios en TikTok”, dice. Y reflexiona: “Ahora cualquiera puede ser artista con el autotune. Pero la música hecha como en una fábrica se sabe que no funciona”.

La perspectiva del paso del tiempo ayudó a que el dolor de los fanáticos sanara para entender en su totalidad al fenómeno Milli Vanilli. “Con las redes sociales comprendí que muchos nos perdonaron y que aún tenemos un gran espacio en el corazón de la gente. Ver a jóvenes cantar nuestras canciones, después de tanto dolor, me conmueve profundamente”, confiesa Morvan.

Sin adelantar detalles, Fab Morvan se prepara para volver a los escenarios con nueva música y concluye: “La música hecha con amor une a la gente. Por la vida que llevé no tuve otra opción, pero decir mi verdad hizo que mi música ahora sea una extensión de lo que realmente soy”.