La incertidumbre de los mercados siguió en aumento la semana pasada. Las declaraciones del equipo económico sobre el inicio de una nueva etapa de política macroeconómica no fueron suficientes para convencer a los inversores y recuperar el optimismo con los activos argentinos.

Un resumen rápido de los puntos que preocupan en el mercado puede concentrarse en cuatro elementos: la dinámica de la inflación, el nivel de las reservas, la estrategia monetaria y la hoja de ruta cambiaria. Se trata de cuatro frentes en los que abunda el desconcierto.

Por el lado de la inflación, la desaceleración que se observó hasta mayo parece haber quedado trunca y para los meses que vienen se espera que los precios se muevan en un rango cercano al 5 por ciento mensual. Es una visión compartida en el relevamiento de expectativas de mercado del Banco Central, un informe en el que participan 38 consultores y economistas.

El gobierno busca hacer malabares pisando las actualizaciones de algunas tarifas, confía que mantendrá el ancla cambiaria hasta fin de año y, sin decirlo, que la recesión haga su trabajo conteniendo la inflación.

Sin embargo, el problema es que la apuesta que no habrá devaluación en los próximos meses es de mucho riesgo y tiene una credibilidad que tiende a cero. En el mercado comenzaron a circular informes en los que se plantea que la salida de los controles cambiarios -si ocurre antes de fin de año- provocaría una suba del dólar oficial de por lo menos el 20 por ciento y que no sería extraño ver de nuevo meses con inflación del 10 por ciento.

El segundo elemento que preocupa entre los inversores se vincula con las reservas internacionales. El mes pasado fue de alerta absoluta para el equipo económico. En medio de la época de mayor liquidación de la cosecha de soja, la autoridad monetaria terminó vendiendo dólares en el mercado de cambios. Una situación que parece mantenerse en julio.

Las consultoras y agencias de bolsa empiezan a marca esta situación como uno de los grandes focos de tensión para la segunda mitad del año. Por ejemplo, Portfolio Personal mencionó en uno de sus últimos informes que “la acumulación de reservas desapareció en el último mes producto de una fuerte suba en la demanda. Una situación que responde al pago de importaciones de 4 cuotas en simultáneo e importaciones de energía”. Al mismo tiempo, se precisó que hubo un retroceso en la oferta de divisas.

El reporte detalló la situación con algunos números duros. El promedio de compras de reservas diarias en los últimos 20 días fue de 2 millones de dólares. La cifra era de 132 millones de dólares a finales de mayo. Por su parte, la demanda de divisas pasó de 169 a 262 millones de dólares, mientras que el nivel de oferta retrocedió de 301 a 261 millones.

Por su parte, otros dos frentes que impulsan la incertidumbre del mercado se vinculan con la estrategia monetaria y la hoja de ruta cambiaria. Por el momento no hubo novedades sobre la implementación técnica del cambio de pasivos monetarios por Letras del Tesoro. Sin embargo, la idea impulsó el malestar de los inversores debido a que se la percibe como un cambio de nombres, una medida meramente contable, y no una propuesta concreta.

El equipo económico se queja por redes sociales que algunos de sus colegas de la city plantean de manera equivocada que el gobierno mantiene prendida la maquinita de emitir. Pero en la practica el elemento monetario no parece resuelto y eso amplifica las dudas sobre lo que ocurrirá con el tipo de cambio. 

El gobierno promete desde desde hace meses que avanzará en unificar y armar un esquema de competencia de monedas (incluyendo el peso entre las opciones). Sin embargo, todo termina en promesas porque no existen precisiones claras no sólo de cómo se hará sino de cuándo se aplicará este nuevo régimen cambiario. Se trata de una situación que amplifica los interrogantes: la conclusión natural es que el gobierno no tiene las herramientas concretas para hacerlo.