Cualquier jugador o aficionado al tenis sabe que hay que jugar punto por punto sin pensar en el marcador. Y Apples Never Fall (estreno por Universal+ el próximo 16 de julio) comienza con un ace digno de Boris Becker por la dupla protagónica de Sam Neill y Annette Bening, encargados de componer a Stan y Joy Delaney. Ella, una matriarca y prestigiosa entrenadora de los courts que desaparece sin dejar rastro en Palm Beach. Él, su esposo sospechado por el posible crimen. Se trata de la tercera miniserie basada en una novela de Lianne Moriarty (Big Little Lies y Nine Perfect Strangers), quien manifiesta su patentado estilo de suspenso “high class”, personajes de apariencia perfecta, ricos pudientes y peligrosos.
La pareja en cuestión acaba de vender su prestigiosa academia deportiva por varios ceros y está lista para vivir una jubilación sin problemas. El match se pone problemático cuando entran en escena sus cuatro hijos adultos. Amy (Alison Brie), Troy (Jake Lacy), Logan (Conor Merrigan Turner) y Brooke (Essie Randles) preocupados por el paradero de la mujer y, más aún, por las evasivas de su padre. “Apple Never Falls tiene grandes secretos sobre lo que hay debajo, pero también pregunta cuánta locura implica ser humano. Y cuánta ridiculez conlleva eso”, aseguró Sam Neill en una entrevista exclusiva a la que tuvo acceso Página/12.
La serie pelotea hábilmente entre el pasado y presente para componer un juego que se puso picante. Sin llegar a los extremos de Bloodline, esta ficción también presenta un clan familiar de apariencia ideal en un contexto soleado de Florida, pero corroída por dentro. ¿Por qué Stan se niega a aportar datos sobre lo que pasó con su esposa? ¿Hasta dónde tuvo que ver con ello Savannah (Georgia Flood)? La mujer que cayó sorpresivamente en la vida de los Delaney y pasó a ocupar el nido vacío. Queda claro que ni papá ni mamá pasaban por su mejor momento con sus herederos. O quizás nunca habían tenido eso. “No críes a tus hijos como si fueras su entrenador. Especialmente si dan un paso en falso, te vas a enojar con ellos. Eso no le hará ningún bien a nadie. Y Stan, con la mejor de las intenciones, porque los ama ferozmente, los ha dañado a todos de una forma u otra. La dinámica familiar nunca es sencilla en ninguna familia con la que me he topado. Pero creo que la de los Delaney es más compleja que la mayoría”, dice el veterano actor australiano.
-Stan es alguien que ha pasado gran parte de su vida trabajando con Joy, construyendo un negocio exitoso y formando una familia, pero siempre arraigado en este mundo del deporte competitivo. ¿Qué sentís que ve de sí mismo al comienzo de la serie?
Sam Neill: -Creo que Stan no está preparado en absoluto para la jubilación. Es el tipo de persona que nunca debería retirarse. Es un poco como yo, la idea de jubilarme me llena de horror. Es demasiado competitivo y motivado. Estar en un cabo suelto es lo peor que podría ser para Stan. Es un hombre motivado y claramente capaz de cualquier cosa.
-¿Cómo fue interpretar a un patriarca que ejerce tanto espíritu competitivo con todas las personas que lo rodean?
S.N.: Stan es un personaje muy diferente a mí. Realmente no me identifico en absoluto con ese macho alfa dominante. Stan es un personaje muy complejo, enormemente competitivo, pero también cree que es el perro más grande del jardín. Hay algo muy vulnerable en Stan y, a veces, un poco patético, a menudo hilarante sin quererlo. Como actor, me dio mucha, para usar un término no vegano, mucha carne roja para masticar. Y estaba muy agradecido por eso.
-Cuando las acusaciones se dirigen contra tu personaje, lo interesante es que nunca da marcha atrás, incluso cuando eso lo hace parecer posiblemente culpable ¿Por qué crees que es así?
S.N.: -Stan es el tipo de persona que no retrocede ni un centrímetro. Un gran tenista me dijo una vez: “lo que pasa con el tenis es que cada torneo tiene 160 jugadores, y 159 de ellos van a ser perdedores”. Es una perspectiva bastante sombría si querés convertirte en un tenista profesional. Como tenista, debió perder uno o dos partidos. Pero eso no lo cambió en lo más mínimo. Stan nunca retrocede. También es difícil de leer. ¿Está enojado porque cree que las personas que lo aman deberían creer que él no es culpable, porque él lo dice? ¿O ha hecho algo terrible y va a fanfarronear? Es un personaje difícil con el que creo que debe ser complicado vivir. Pero Stan es su propio hombre y no hay nadie como él. Me encantaba interpretar a Stan.
-Es sorprendente que nunca hayas trabajado antes con Annette Bening, porque existe una química muy natural entre ustedes dos...
S.N.: Es una alegría total. Ella es un amor absoluto y nos llevamos bien desde el primer día. Cuando trabajas con alguien tan legendaria como Annette, puede resultar un poco desalentador al principio. Pero ese nunca fue el caso. Simplemente vimos todo de la misma manera. Nos reímos de las mismas cosas. Y ella es encantadora, gentil y de espíritu divertido, además de ser una actriz consumada. Disfruté cada minuto de trabajar con ella y fue un gran privilegio para mí.