A partir de la desaparición de su hija Alicia Hilda Bianco (Montoneros/ERP) el 30 de abril de 1976 en la provincia de Buenos Aires, Mary cerró su negocio familiar en Mataderos y se convirtió en una militante de Derechos Humanos de tiempo completo. Afiliada al Partido Comunista (PC) desde 1972, fue garante con su propiedad de una imprenta clandestina y rompió con esa organización al no recibir ayuda en la búsqueda de su hija.
Desde febrero de 1977 participó en la gestación del movimiento Madres de Plaza de Mayo y estuvo ese sábado 30 de abril de 1977 en la plaza. En paralelo, integraba Solidaridad, movimiento de familiares del Partido Revolucionario del Pueblo (PRT), visitando a los familiares de los presos políticos, alcanzando dinero y alimentos.
Clara Soledad Ponce, una niña de 11 meses dejada en Casa Cuna, tras el asesinato el 15 de febrero de1977 de su padre Manuel y de su tío Oscar Ponce, fue recuperada por su perseverancia. Las Abuelas como organización no estaban constituidas. La abuela de Soledad no tenía la destreza para reclamar ante la Justicia y Manuel Ponce, su hermano trabajaba en el Servicio Penitenciario y solo se limitó a concurrir al juzgado a buscar a su nieta, según el acta de tenencia del 18 de abril de 1977 con la firma del juez Oscar Hermelo y del secretario del juzgado, el abogado Gonzalo Torres de Tolosa --uno de los represores de la ESMA, actualmente detenido, conocido como “El Teniente Vaca”, un civil implicado en los vuelos de la muerte.
Mary Bianco junto a sus compañeras Esther Careaga y Azucena De Vincenti fueron secuestradas el 8 y 10 de diciembre de 1977 por la infiltración del marino Alfredo Astiz con el propósito de desarticular al arrollador movimiento de Derechos Humanos que representaban las Madres. Ese 8 de diciembre Mary y Esther estaban en la iglesia de la Santa Cruz juntando firmas de familiares y dinero para una solicitada que denunciara las desapariciones y que finalmente fue publicada el 10 de diciembre en el diario La Nación. Ese grupo conocido como de la iglesia de la Santa Cruz, 12 en total, fueron secuestrados, traslados a la ESMA, torturados y arrojados vivos al mar en un avión Skyvan PA-51 de la Armada el 14 de diciembre de 1977, finalmente restituido el año pasado a la Argentina.
Los restos de Mary, Azucena y Esther fueron identificados y recuperados por el Equipo Argentino de Antropología (EAAF) en 2005 y descansan en el solar de iglesia de la Santa Cruz.