“Verlo crear al aire imagino que es comparable a compartir cancha con el Diego o a estar en una banda con Luca Prodan. Era un tipo distinto, manejaba una energía y una conexión con todo lo que lo rodeaba que le permitía inventar esos universos que salían al aire”, propone Lucas Ribaudo sobre Fernando Peña. El talentoso hombre de radio –el mero locutor o conductor le quedaría chico- falleció hace 15 años, pero muchos en el medio aún lo recuerdan y añoran. Por eso Ribaudo está lanzando un podcast –coproducido con el periodista de Página/12 Emanuel Respighi- que homenajea a Peña y su trayectoria. Están en el aire está disponible en Spotify y ofrece contenido adicional en X (@estanenelairep) e Instagram (estanenelaire). Miguel Rep sumó un retrato de Peña, de su propio plumín.
“Me parecía que estaba bueno volver a hacerle un homenaje”, dice Ribaudo. Cuando se cumplieron diez años de la muerte de Peña, el productor lanzó una radio online que funcionó un mes entero sin interrupciones. “Esto nace desde el amor a un artista que fue un maestro en mi camino y en el de todos los que trabajamos con él. Un tipo que explotó la radio moderna popular como Héctor Larrea, Lalo Mir, Mario Pergolini, La Negra Vernaci, Alejandro Dolina y muy pocos más”, plantea.
Además, el podcast logrará traer al presente la figura de Peña. “Varias veces escuché que hay gente en el medio que es comparada -o peor, se compara- con Peña... y la verdad que no. Fernando era un genio. Él creó criaturas que llevó a la radio para contar su mirada de la sociedad argentina, y que lograban ser un cóctel exquisito o intragable para quién lo escuchara. Conmovía siempre. Era experto en dar en la tecla de las emociones. Te podía sacar una carcajada con La Mega, te emocionaba con Milagritos, te incomodaba con Palito, te hacía enojar con Dick Alfredo, repudiabas a Delia Dora de Fernandéz -viuda de un ex militar de los '70-, festejabas cuando Roberto Flores acompañaba a oyentes a salir del closet, dejaba en evidencia la filosofía de chetos de familias bien con Martín Revoira Lynch, se reía de los políticos chantas con Rafael Orestes Porelorti y así... La lista se vuelve interminable. Insisto, para cada oyente de logró darle vida a criaturas para ser amadas y odiadas”.
Ribaudo comenzó a trabajar con Peña cuando El parquímetro estaba en KSK FM, en 2003. Siguió con él hasta su muerte en 2009, como productor artístico y como coordinador de aire. “Durante esos años, armé las campañas de las distintas temporadas y varias locuras como el secuestro de Revoira Lynch en tiempos de Blumberg, el lanzamiento de candidatura a Jefe de gobierno porteño de Porelorti cuando ganó por primera vez Macri, un FushaDay en el Malba, las 12 horas al aire de El parquímetro en Metro cuando se cumplieron los 10 años del programa”, rememora. Todo eso conforma mucho, mucho material del que elegir para resaltar la magia de Peña al aire. “Con ese contenido como materia prima, generé y realicé todas las producciones que se escucharon al aire como productor, editor y creativo en Radio KSK y FM Metro, y hoy en el podcast Están en el aire. Con Emanuel charlamos bastante sobre la manera de comunicarlo para volver a construir una audiencia que pueda descubrirlo y/o recordarlo con muchas de las aristas que Peña desplegaba en el aire. La radio que Fernando hacía podía ser mágica y cotidiana, porteña y universal, homosexual y homofóbica, profunda y disparatada, zarpada y llena de ternura, y así varias contradicciones más”.
“Hacer eso desde mi lugar era increíble porque Fernando me daba la libertad para crear y hacer contenidos que salían directamente al aire, sin filtros”, recuerda Ribaudo. Peña, explica, los escuchaba con los ojos cerrados y las manos apretadas, “como rezando”. Aun con la calidez de ese recuerdo, el productor reconoce que trabajar con Peña no era sencillo, que eran “como una familia disfuncional” y que el humor con el que llegara Fernando al estudio era determinante.
Peña no fue el primero en hacer personajes en radio. Tampoco fue el último. Sin embargo es, por lejos, de los más recordados en ese rubro. Para Ribaudo, lo que lo destacaba es que todo lo que hacía “era político”. “Dio vida a más de veinte criaturas que retrataban y desafiaban a la sociedad más conservadora de los años 2000. Dick Alfredo, el locutor, era un mexicano trisexual, con un estilo muy Hugo Guerrero Martineitz, autoritario e implacable al conducir. La Mega fue la primera locutora travesti con un rol protagónico en la radio argentina. Una travesti en la conducción hace 20 años. Palito era un pibe pillo de José León Suárez que enlazaba ternura y humor con drogas, robos y un constante enojo con la humanidad que no ve las urgencias de los que nada tienen. Monseñor Lago (cualquier similitud con Laguna no era pura coincidencia) sostenía –y exponía– las barbaridades y abusos de la Iglesia. Delia Dora de Fernández (viuda de un genocida de la última dictadura cívico militar) amenazaba a oyentes y a los protagonistas de la actualidad con secuestros, picanas y desapariciones. Roberto Flores sacaba a los putos del closet con alegría. Rafael Orestes Porelorti realizó una gran campaña, que contó con el apoyo de renombrados periodistas y comunicadores, para ser Jefe de Gobierno Porteño. Perdió con Macri. Revoira Lynch, con su ciclo Gente como uno, era parte de ese grupo selecto que estudia en el Cardenal Newman o en el Saint Andrews, que no dice rojo sino colorado, que no dice malla sino traje de baño. ‘Para la gente bien no hay imposible’, era su lema, su norte en la vida”, enumera Ribaudo.
“Fernando Peña se inventó a sí mismo. Siempre se reprodujo. Los últimos meses al aire también quiso reinventarse. En el año de su muerte, Peña había decidido empezar el programa hablando solo. Media hora. Solo. Despojado de todo. Sin cortinas, sin efectos de sonido. Sin criaturas. Solo él. Con sus oyentes. Era profundo y brutal. Una provocación a la radio moderna. Hablaba del amor, de la muerte, del aborto, del derecho a elegir, de ser libres. Siempre desde sus verdades, las de un artista enorme e inexplicable. Amado y odiado por quienes lo escuchaban. Como él deseaba”.