El 9 de Julio, en Tucumán, un grupo de gobernadores harán como si firmaran un pacto. Porque un pacto que no fue pactado no compromete y entonces no es un pacto. Y se convierte en una farsa de señores de traje oscuro en la noche haciendo como si pactaran. En todo caso, el pacto tiene diez puntos que están más relacionados con la histórica recesión actual, con el brutal aumento de la pobreza, el cierra de cientos de empresas y comercios, la retirada de grandes compañías trasnacionales y la complicación del país en dos guerras sangrientas en las que no tiene ninguna relación, ningún interés, ni nada que ganar y mucho por perder.

El punto diez habla de la “apertura de Argentina al comercio internacional”, pero este gobierno se malquistó con los socios comerciales más importantes del país, Brasil y China. Habla de apertura y al mismo tiempo ideologizó al máximo la política exterior, se fue del BRICS y puso al borde la ruptura con grandes inversores en obras como Rusia y China.

Ninguno de los diez puntos habla de la pobreza ni del trabajo ni del medio ambiente. No hay un solo punto que se relacione con los problemas cotidianos de los argentinos. Si hubiera preguntado en la calle seguramente hubiera escuchado la preocupación por la falta de trabajo, los bajos salarios, la seguridad, el futuro de los hijos o el precio de los alimentos. En la calle, nadie mencionará a ninguno de los diez puntos de este aparatoso pacto fallido. A lo sumo habrá alguna mención al punto cuatro sobre educación, el único que puso en reemplazo de otro que pretendía una reforma política. Y en ese punto sobre educación no figura garantizar la gratuidad.

No escuchó a la calle. Pero tampoco lo hizo con los partidos, los legisladores, los sindicalistas, los dirigentes sociales y de derechos humanos y menos con los gobernadores que son los que firmarán en nombre de todos los otros. Hay una mala lectura del resultado electoral. No lo votaron por esos diez puntos. Son letras que no tienen el respaldo de los votos que lo eligieron presidente. Es el presidente, pero tiene que hacer un recorrido distinto para llegar a esos diez puntos como parte de un pacto entre los argentinos. Hay una mitad, los que no lo votaron, que quedó fuera. Y la otra mitad ni siquiera fue consultada.

No hizo ese recorrido. Se limitó a poner en la cabeza de los gobernadores el revólver de los aportes a las provincias. De los 19 que comprometieron su presencia hay varios que irán para no desairar. La hermana presidencial ya les advirtió que tienen que asistir de traje oscuro y que el acto se realizará en la madrugada del 9 de Julio, en la noche. Será como otro episodio de la saga Hombres de Negro.

No será un pacto de nada, ni de Mayo ni de Julio y nadie estará comprometido a cumplirlo. Sólo será la foto de respaldo de los gobernadores a Milei, una foto que necesita cuando su respaldo ya bajó de la marca de los 40 puntos y sigue en baja, aún cuando este pacto se haga de traje oscuro y a la hora favorecida por los astros.

No asistirán los gobernadores de Tierra del Fuego, Gustavo Melella; La Rioja, Ricardo Quintela; La Pampa, Sergio Ziliotto; de Formosa, Gildo Insfrán, y de Buenos Aires, Axel Kicillof. El bonaerense se convirtió en el blanco principal del gobierno nacional para arruinarle la gestión con vistas a las elecciones de medio término. A pesar de la ofensiva de Milei, con malabarismos y un gran esfuerzo, Kicillof pudo llegar con superávit en el primer semestre, con lo que está menos vulnerable al chantaje financiero del gobierno central.

Hay gobernadores que pueden coincidir, y otros que pueden opinar sobre los diez puntos. Pero ninguno regalaría su respaldo político a quien no juega en su equipo y además no le va tan bien con la economía. Pero la mayoría de los gobernadores asistirá al convite por la extorsión del gobierno nacional. Resulta irónico porque el punto cinco propone “la rediscusión de la coparticipación federal de impuestos, para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual”.

También invitó a los ex presidentes, pero Eduardo Duhalde, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, no dependen de los aportes presidenciales y no aceptaron. El único que todavía especula si estará en Tucumán es Mauricio Macri, quien ya le pidió que devuelva a Jorge Macri, su primo y jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la parte de coparticipación que le cedió durante su gobierno en detrimento de las provincias.

En los pasillos de la política se dice que el acto forma parte además de una estrategia de Milei para discutir en forma directa con los gobernadores la integración de las listas para las elecciones de medio término del año que viene. Con este sistema de cooptación de los gobernadores le restó algunos integrantes al bloque de Unión por la Patria en la votación de la Ley Bases.

En un principio, Macri pensó que coparía fácilmente al gobierno por la debilidad parlamentaria que tendría y por la falta de cuadros técnicos para la gestión. Milei aceptó negociar el respaldo del macrismo para la segunda vuelta, pero pronto advirtió que gran parte de ese voto ya se sentía más mileísta que macrista y de allí en adelante no se reunió con Macri. No necesitaba negociar porque los votos ya habían migrado.

Milei necesita una fuerza propia que reúna los votos que obtuvo en las elecciones que ganó. Su objetivo claro es sumar lo que pueda del peronismo y del macrismo. Macri advirtió la jugada cuando dejó de levantarle el teléfono.

Los cuadros macristas del gobierno, como Patricia Bullrich, leyeron ese fenómeno en las encuestas, dejaron de responderle a Macri y rindieron tributo a Milei. Al principio de este gobierno no quedaba espacio para propuestas de derecha y el PRO se encaminaba a la extinción.

El resurgimiento de Macri para desplazar a Bullrich y recomponer las filas del PRO no podría ocurrir en cualquier momento. Se produjo cuando ya es evidente que el gobierno empezó a decaer, los índices macro empiezan a fallarle y el respaldo del círculo rojo se resquebraja. Un sector empresario ya desconfía del futuro con el anarco capitalista.

Entre los que ya no respaldan al gobierno y los que temen su fracaso apuestan otra vez a una opción de la derecha neoliberal. Necesitan que exista el PRO si fracasa Milei. En ese contexto, Macri desplazó sin miramientos a todo el sector de Bullrich y se quedó con el aparato del PRO. Ministros como Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Bullrich, que fueron funcionarios de Macri se subieroin al carro de Milei. La mayoría de los votos del PRO se fue al oficialismo. Pero Macri retuvo el control del Partido y tiene el respaldo de un sector del círculo rojo.

En todo caso, la lectura que se puede hacer de esta disputa en el macrismo y el resurgimiento de Macri, es la confirmación de que un sector de las corporaciones ve con preocupación la deriva del gobierno y teme perder lo que ganaron hasta ahora.

En el peronismo hay gobernadores tentados a dar el mismo salto que Bullrich y encadenarse al gobierno. El tucumano Osvaldo Jaldo quemó las naves y buscó esa sociedad aunque es difícil saber hasta dónde lo acompañaría el peronismo de la provincia. El peronismo en la oposición hizo una demostración de unidad en el acto por el aniversario de la muerte de Perón en San Vicente donde, a pesar de los debates internos, hubo asistencia bastante completa.