Esta semana que termina fue sin dudas la que más títulos de diarios le dio al ya conocido Clan Tripi, el grupo narco criminal que lidera la venta de estupefacientes en la zona de Parque Oeste. Mientras sus últimos eslabones libres fueron detenidos e imputados por la justicia rosarina, uno de sus soldados, se escapó de la comisaría quinta en plena imputativa vía zoom. La fuga, que resultara la tercera en menos de dos meses en esa dependencia, generó al despido de quien estaba a cargo. El jefe policial rosarino Daniel Acosta echó de su cargo a Gabriela Alesso. En su lugar fue designado el comisario Hernán Cabral, proveniente de Granadero Baigorria, quien enfrentará el desafío de gestionar la seguridad en una de las dependencias –evidentemente- más deficitarias de la ciudad.
El último capítulo judicial de los Tripi se escribió el viernes cuando el juez provincial Gonzalo Fernández Bussy a instancia del fiscal Franco Carbone, dictó prisión preventiva para mes pasado en inmediaciones del complejo de viviendas lindero a la ex Quinta Luciani. Con relación a Matías Tripi y los soldaditos Ariel Ozan y Jonatan Barreto, el juez Fernández Bussy dispuso la prisión preventiva efectiva por el plazo de ley. Para Alejandro Salto, por 90 días.
Estas últimas detenciones se sumaron al crimen de Leonel Tripi a fines de febrero; a la captura de Alan Tripi a manos de la Federal en marzo, y al enfrentamiento de grupos rivales que le disputaron a sangre y fuego a medidos de 2023, el millonario comercio ilegal. Esta disputa contó incluso con la complicidad policial, cuando tres uniformados le plantaron tres armas a un miembro de los Tripi. La historia fue que esas mismos "fierros" habían sido utilizados en por lo menos seis ataques a tiros. El fin último está claro, era incriminar a los Tripi en casos de alto impacto.
Esta última causa del viernes complicó aún más al mercadeo de sustancias, porque el mismo juez que los dejó tras las rejas ordenó la demolición de tres inmuebles, considerados puntos de venta o bien aguantaderos de la banda. Estos están ubicados en Pedro Lino Funes al 2400, Riobamba al 5700 y pasaje Ancuña al 5700. Así lo dio a conocer el área de prensa del Ministerio Público de la Acusación.
El viernes el fiscal Carbone enumeró las últimas imputaciones que pesaban sobre esta banda. Primero dijo que el soldadito Jonatan Barreto, que ese mismo viernes escapara de la comisaría 5ª y fuera recapturado, cayó detenido el 28 de junio pasado en plena venta callejera de cocaína, en Pedro Lino Funes y Cerrito. Como es usual en la venta callejera al menudeo, tenía poca cantidad: ocho gramos fraccionados en quince envoltorios. Según la versión que se expuso en la audiencia “al ser interrogado manifestó que había más droga en el interior de unas varillas de metal (rejas), pertenecientes al portón de material de chapa de un monoblock, y también a unos pocos metros del lugar en un pasillo interno por Pedro Lino Funes al 2100, donde se hallaron más envoltorios dentro de unos ladrillos huecos”.
En la misma audiencia el fiscal Carbone apuntó que esa droga era de Matías Tripi que ejerce la “supervisión de la venta en la vía pública de los vendedores, quienes le rinden cuenta del rédito obtenido”. No era novedad: el 29 de junio la TOE allanó en Pedro Lino Funes al 2100, domicilio de Ariel Ozan, otro sindicado integrante de la banda de Tripi.
Los uniformados vieron que desde el domicilio ubicado debajo de la finca allanada, precisamente desde la ventana, Alejandro S., arrojó un envoltorio de nylon que en su interior contenía 210 envoltorios, un total de 104 gramos de cocaína. Por eso a Ozan y Alejandro S. se les atribuyó haber tenido esa droga con fines de comercialización. “El primero los tenía en un comienzo y al momento de irrumpir la TOE los arrojó por un conducto que comunica su finca con la que habitaba Alejandro S., que los arrojó por la ventana”, dijo Carbone.
En tanto la historia de Barreto, el preso que se fugó en plena "imputativa digital" merece ser contada: fue la Policía Motorizada de Rosario quien lo recapturó. El hombre había aprovechado un descanso para escaparse por el techo de la seccional, en lo que se constituyó en la segunda vez que ocurre un hecho similar en el transcurso de la misma semana.
El detenido, cuyo nombre completo es Jonatan Marcelo Barreto, de 29 años, se había escabullido por los techos luego de haber pedido permiso para ir al baño. Al cabo de unos minutos, un grupo de personas que esperaba para ingresar a las visitas alertó a las autoridades de lo que había sucedido, ya que lo vieron huir.
Barreto había sido arrestado la semana anterior durante una serie de allanamientos ordenados por el fiscal Carbone, quien está a cargo de la investigación de una causa por narcomenudeo vinculado a los Tripi y su banda.
Desde ese entonces, Barreto había permanecido alojado en la comisaría 5ª. Sin embargo, estaba bajo la guarda del personal de la comisaría 32ª. Por el momento, no se dio a conocer por qué la audiencia no fue realizada de manera presencial en el Centro de Justicia Penal, que se encuentra ubicado a menos de veinte cuadras de la seccional quinta.
El prófugo fue detenido cerca de las 14.30 por los agentes de la Policía Motorizada en la zona oeste de la ciudad. Durante el tiempo que evadió a la Justicia, el fugitivo solo llegó a distanciarse unos cinco kilómetros, ya que fue reconocido mientras transitaba por el cruce de las calles Viamonte y Servando Bayo.
Como consecuencia de la fuga, se espera que Barreto vuelva a ser citado por el fiscal a cargo de la investigación para que sea puesto en conocimiento sobre su situación procesal. Con respecto a la causa por narcomenudeo, el juez Fernández Bussy ordenó que cumpla una prisión preventiva efectiva por el plazo de la ley.
No es la primera fuga de la seccional quinta: en los últimos 50 días ya se registraron tres episodios de este tipo. De acuerdo con los datos recolectados en la seccional había 55 personas detenidas en un lugar que tiene capacidad para 24, más del doble de lo establecido. El domingo anterior a esta fuga, seis detenidos se habían escapado luego de haber atacado al policía que estaba a cargo de la custodia de las celdas. Aparentemente, la banda habría agredido al guardia con un palo de un escobillón para poder concretar el plan. No obstante, cinco de ellos fueron recapturados a las horas luego de que las brigadas de la Unidad Regional II, la Policía Motorizada y el Comando radioeléctrico fueran convocadas para participar de un operativo conjunto.
El delincuente que continuaba prófugo era Jonatan Emanuel Oviedo (33), quien volvió a ser detenido el último martes a la noche en la intersección entre Patricias Argentinas y Esperanto, en el sur rosarino. El hombre fue reconocido cuando comenzó a correr antes de llegar a un operativo policial que había sido montado en Ayacucho y Uriburu.
De la misma manera, el 20 de mayo pasado en la misma comisaría huyeron once internos en horas de la madrugada luego de limar los barrotes del techo del patio, hecho que se descubrió horas después, cuando uno de los reclusos fue entregado por su madre.