El Ministerio de Defensa le entregó a la Justicia el legajo del exmarino Carlos Pérez, que se encuentra detenido acusado de haber cometido el posible delito de secuestro de Loan Peña. O según Laudelina Peña, tía de Loan, él y su esposa, la ex funcionaria María Victoria Caillava, lo habrían atropellado con su camioneta Ford Ranger. Ese legajo podría echar luz sobre la posible experiencia de Pérez en tareas de inteligencia. De hecho, se consigna que en 2002, en la Base General Belgrano, de Punta Alta, fue el de jefe de Contrainteligencia, aunque este cargo podría haberse limitado al área adminitrativas. Pero hay más

En ese documento entregado por la Marina hay un largo historial de Pérez, que empieza en 1989 y culmina en 2010 en diversas reparticiones castrenses con tareas administrativas. Sin embargo, se indica que tras su cargo en la base Belgrano, en 2005, el marino cumplió tareas en la Base Almirante Zar, en Trelew. Entre 2003 y 2006, según determinó el juez federal Daniel Rafecas, esa sede naval fue una base secreta que utilizó la fuerza a su cargo para desplegar operativos de espionaje interno ilegal contra diferentes dirigentes sociales y políticos. Los agentes de la marina enfocaron sus labores clandestinas para reunir información, sobre todo, de militantes de derechos humanos que estaban impulsando juicios de lesa humanidad contra miembros de las Fuerzas Armadas acusados de cometer crímenes durante la dictadura militar. La causa terminó con el procesamiento de 13 marinos; entre ellos, el ex jefe y subjefe de la Armada Argentina, Jorge Godoy y Benito Rótolo.

Pérez tuvo un destino en la Armada vinculado al espionaje. Sabría, entonces, cómo desplegar planes de acción en situaciones críticas, cómo obtener información u ocultarla. Cómo maniobrar, en consecuencia, en una causa como la que ahora lo tiene en la mira.