El presidente Javier Milei y el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro se reunieron este sábado por la noche en Camboriú, antes de la cumbre de la ultraderechista CPAC (Conferencia Política de Acción Conservadora), y vieron juntos el partido de cuartos de final de la Copa América que la selección brasileña perdió contra Uruguay.
El viaje de Milei a Brasil generó un fuerte revuelo días atrás, luego de que el líder de La Libertad Avanza confirmara que no asistirá a la Cumbre de Presidentes del Mercosur que tendrá lugar en Paraguay este lunes, apenas un día después de la cumbre de Brasil, "por cuestiones de agenda".
Además, en su primera visita a Brasil desde que es presidente argentino, Milei no se verá con su homólogo Luiz Inácio Lula da Silva.
El mandatario, que viajó junto a su hermana y secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, el vocero Manuel Adorni y el documentalista presidencial, Santiago Oría, va a exponer este domingo -en horario a definir- ante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en el Expocentro de Balneário Camboriú.
En caso de que el ultraderechista vuelva a insultar a Lula -días atrás dijo que es un “corrupto” y un “Zurdito” con “el ego inflamado”- no se descarta el "llamado a consultas" del embajador argentino en Brasilia, Guillermo Daniel Raimondi, y hasta la convocatoria del jefe de la misión diplomática brasileña en Buenos Aires, Julio Glinternick Bitelli, con lo cual se habrá afectado aún más el diálogo que todavía existe entre ambas cancillerías.
A nadie se le escapa el interés de Jair Bolsonaro en que esta cumbre donde cohabitan derechistas a ultranza, con algunos nazis apenas disimulados, haga volar por los aires las ya muy deterioradas relaciones entre Brasil y Argentina, los principales socios del Mercosur.
Para garantizar que el encuentro sea una poderosa bomba contra Lula y su política externa, el ex gobernante confió la organización del mismo a su hijo, y virtual "canciller" personal, Eduardo. Parte del proyecto a largo plazo de esta "derecha alternativa" consiste en arrasar con la integración sudamericana para facilitar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, más aún si Donald Trump (un habitué en las citas de la CPAC) se impusiera en las elecciones de noviembre.