Yanis Varoufakis se hizo conocido mundialmente en 2015 cuando asumió como ministro de Finanzas de Grecia en el gobierno (por entonces) izquierdista de Alexis Tsipras. El experimento no salió bien, pero no fue por su culpa. Con el correr de los años expurgó esa frustración convirtiéndose en uno de los más lúcidos y exitosos activistas y ensayistas del mundo, con un discurso progresista y crítico del neoliberalismo. 

Con varios best-sellers en su haber, Varoufakis acaba de publicar Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo (editado por el sello Ariel, perteneciente a Planeta). Se trata de un trabajo que reúne rigor y capacidad didáctica para reflejar el nuevo paradigma socio-económico. El autor griego plantea que su flamante ensayo "no trata de chatbots de Inteligencia artificial que van a quitarnos el trabajo (...). No, este libro trata de lo que ya le han hecho al capitalismo, y por lo tanto a nosotros, los dispositivos con pantallas, conectados a la nube y que todos usamos, nuestro aburrido portátil y el smartphone, sumados a la manera en que los bancos centrales y los gobiernos han actuado desde 2008". 

Varoufakis sostiene que el "capital en la nube" ha demolido los dos pilares del capitalismo: los mercados y los beneficios. Y que mientras los viejos dueños del poder real se han convertido en "vasallos de una nueva clase de señor feudal", el resto de los habitantes del mundo "hemos vuelto a nuestra antigua condición de siervos y contribuimos a la riqueza y el poder de la nueva clase dominante con nuestro trabajo no remunerado". 

El autor utiliza ejemplos de la mitología griega y de la cultura popular moderna, presenta analogías con las enseñanzas de su padre y observa con inteligencia el mundo de las criptomonedas y los videojuegos, para trazar un esclarecedor análisis de la realidad actual. "El capitalismo está muerto, en el sentido de que sus dinámicas ya no rigen nuestras economías", es la hipótesis del autor de Economía sin corbata y cofundador de la Internacional Progresista junto con Bernie Sanders. Conclusión que refuerza con una ironía: "lo que ha matado al capitalismo es...el propio capital".