Alicia Entel se tomó un trabajo titánico: reunir en un diccionario los conceptos y los debates de las ciencias de la comunicación. Pero no lo hizo sola, pues desde la Fundación Walter Benjamin convocó a los más variados especialistas para la historización, definición y problematización de 45 nociones de un campo científico en plena ebullición. Así, expertos y expertas de Argentina se embarcan en la tarea de calibrar la mira y explicar de una forma amable palabrasy expresiones tales como animación, comunidades virtuales, convergencia, industria cultural, infocracia, opinión pública y narrativas transmedia. 

Con una extensa trayectoria, Entel, investigadora en comunicación, periodista y doctora en Filosofía (Universidad de París), conoce el peso de la palabra comunicación y ofrece una perspectiva que cuestiona el relativismo absoluto. “Quizás la principal regla en este campo sea la de la verosimilitud: no podemos decir cualquier cosa. Si los médicos hacen cualquier cosa pueden matar gente, la comunicación también. Es muy delicado, hay que entender que nuestro campo es estratégico”, dice quien fundó la carrera de Ciencias de la comunicación en la UBA. 

--De manera reciente publicó Diccionario de Comunicación. Trabajo lindo, pero arduo.

--Sí, sobre todo, porque somos una fundación pequeña. Además, este es el primer tomo; se vendrán algunos más en los que estamos trabajando. La idea de hacer un diccionario viene desde hace muchos años, pensá que ya cumplimos 25 en 2023, cosa que nunca me hubiera imaginado, que iba a durar tanto tiempo. Entre proyectos, investigación y posgrados se fue acumulando una masa conceptual, necesaria para poder trabajar, cuestionar y actualizar nociones. Este diccionario no es un glosario como un agrupamiento de términos pequeños, sino que cada uno tiene cuatro partes: qué es, su historia, los debates actuales y un espacio para seguir leyendo (referencias bibliográficas recomendadas).

--De manera que es más completo que un diccionario común y corriente…

--Diría que es un material que se digiere lento y que incorpora la perspectiva crítica, un enfoque que está en todos lados. Nos interesó ver cómo el campo comunicacional se abre a disciplinas tradicionales. Los estudios culturales, por ejemplo, incluyen sociología, antropología y comunicación. Es transversal.

--Es que la comunicación como campo de conocimiento, históricamente, se alimentó de diferentes disciplinas.

--Exacto, lo mismo ocurre con los estudios semióticos, ya que no solo forman parte del campo de la semiótica, sino también del psicoanálisis; o bien, los estudios visuales, área en la que confluyen historia del arte, cine y redes sociales. También damos cuenta de otros tópicos como cuerpo y comunicación, medios y género, diversidades. Escogimos profesionales de cada rubro con una perspectiva federal, con la intención de que se pueda conocer el trabajo que hacen desde otras provincias. Ana Camblong es una semióloga de primer nivel, pero cómo vive en Misiones quizás no es tan popular como debería; algo parecido pasa con Damián Andrada, un joven que aborda periodismo indígena en Bolivia. Todos en verdad han aportado lo suyo con mucha conciencia y cuidado.

--¿Qué conceptos quedaron afuera?

--Gustavo Bulla nos explica el lawfare y también abordamos bastante fake news, pero pienso que podríamos haberle dedicado más a la información. Por eso, el próximo tomo será Diccionario de Comunicación. Conceptos y debates de las Ciencias de la información. Creemos que estamos muy informados, pero es una mentira muy grande. La información estratégica para la supervivencia en el planeta solo es manejada por las elites.

--¿A qué se refiere con elites?

--Los grupos que administran los hilos económicos y los resortes jurídicos. Son pocas las personas las que saben, por ejemplo, lo que le va a pasar al planeta de acá a 50 años. Pueden planificar porque son los únicos bien informados.

La información en la ley de la selva

--¿Qué es estar bien informado?

--No hay auténtico conocimiento si antes no se pone todo en duda, esto es, si no se atraviesa el primer momento de negatividad; aquella primera percepción que se tiene sobre algo. A partir de esas dudas y de los insumos recolectados a partir de diversas experiencias y lecturas es posible elaborar conocimiento. En general, vivimos en medio de un sentido común que jamás fue cuestionado, que no fue verificado, que repetimos sin darnos cuenta lo que estamos diciendo. Eso, por supuesto, no es estar bien informado.

--La dialéctica de la negatividad tiene muchos puntos de contacto con la Escuela de Frankfurt y con el intelectual que le da nombre a su Fundación, Walter Benjamin.

--Eso lo aprendí de Adorno y lo vengo estudiando hace como 40 años. Benjamin dijo que el surrealismo era “la última instantánea de la inteligencia europea” y yo le creo si vemos cómo estamos ahora. Esta clase de discusiones tratamos de reflejar en el Diccionario y en las publicaciones que vendrán.

--En relación al surrealismo, ¿qué hay de la posverdad? ¿Cómo es abordada en el libro?

--Frente al estallido de las verdades durante la modernidad (el progreso indefinido, la posibilidad de ser felices en un mundo seguro), los autores posmodernos colaboraron a forjar la idea de que cada uno tiene su verdad. Si a esta situación se la acompaña de una exageración del individualismo, la ley de la selva está a un solo paso.

--¿Y cómo se llevan la ley de la selva y la verdad?

--La verdad es la primera que desaparece, porque si cada uno tiene su verdad se habilita la posibilidad de terminar con el otro. Pensar que cada uno tiene su verdad, además de ser mentira, contribuye a la destrucción de principios. Y el tema es que las sociedades no funcionan sin ellos; ahí es cuando irrumpen las neorreligiosidades, las creencias variadas y perversas que pujan por instalar los suyos.

Un mapa para orientarse

--¿Qué pasa con la comunicación en este momento del siglo XXI? Internet y las redes sociales parecen cambiarlo todo.

--Hay muchos alrededores, pero lo que debemos verificar o no es si efectivamente hay comunicación. Hoy asistimos, como lo adelantaron Adorno y Horkheimer en su descripción de la industrialización de la cultura, a una producción en serie para consumo masivo y también para nichos culturales. Nosotros trabajamos con un orden muy delicado, el orden simbólico, que produce incluso simulacros de realidad.

--La espectacularización de la vida cotidiana…

--Es que cualquiera puede inventarte algo, un discurso que se difunde y que es susceptible de ser creído por masas de población como algo verdadero. Por eso, para combatir esta situación se requiere de conceptos que puedan desarmar sentidos comunes. Esa es la única manera de reivindicar el estatus científico de la comunicación social. Quizás la principal regla en este campo sea la de la verosimilitud: no podemos decir cualquier cosa. Si los médicos hacen cualquier cosa pueden matar gente, la comunicación también. Es muy delicado, nuestro campo es estratégico.

--¿El Diccionario es solo para investigadores y especialistas del campo o para todo aquel que se interese por la comunicación?

--Desde hace mucho tiempo aprendí que se pueden decir las cosas más difíciles de un modo fácil. En el Diccionario abundan los ejemplos, los casos concretos, la intención de hacerlo más amable. Además, creemos que es muy importante historizar; la misma noción de concepto indica que algo fue “concebido” diría Hegel, nada nació de la nada. Si hay un concepto cerrado, hay que abrirlo, ver de dónde salió y quiénes lo difundieron. Todo este ejercicio sirve para desmitificar.

--Y a los jóvenes que quieren estudiar comunicación o ser periodistas, ¿qué les dice?

--Que es un campo muy delicado, que se necesita pasión, que tienen que estudiar historia y geopolítica, que hay que dedicarle mucho tiempo. Hoy con un buen celular todo el mundo cree que puede ser fotógrafo, por eso es tan importante conocer el campo, las tradiciones son larguísimas. Quienes hablan ante un micrófono en una radio aplican fórmulas antiguas vinculadas a los juglares de siglos atrás. El capitalismo nos da salidas rápidas, nos dice que con un video de YouTube ya alcanza, que todos podemos ser autodidactas. El sistema estimula el hecho de que en 10 minutos podés crear un video y en otros 15 minutos ser exitoso, y es una mentira muy grande. Lo que los jóvenes no saben y nadie les dice es que les puede ir mal tomando el camino corto. La salida rápida, en definitiva, no es más que la destrucción rápida.

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