La cercanía de los Juegos Olímpicos de París nos permite, como cada cuatro años, el libre albedrío de los pronósticos y posteriormente de críticas o elogios.
La inmensa mayoría de estas críticas se nutren del resultado, y muy pocas del recorrido dirigencial y técnico de esos deportes.
En las actuales circunstancias de nuestro país y del deporte, ha sido bastante fácil hasta para los que no saben ni se ocuparon nunca del tema, intuir que algo anduvo mal en el recorrido de al menos buena parte de los últimos años de la conducción deportiva de Argentina.
Si a eso sumamos cierta abulia dirigencial en algunas disciplinas, que parecen conformarse con el presente, el resultado final no se anticipa prometedor.
Más allá del fútbol y el hockey con rivales difíciles pero también con un fuerte peso histórico, dependeremos de actuaciones excepcionales o de éxitos en general poco previsibles, que de producirse nos alegrarán a todos, pero sabremos que no se trabajó bien hacia París y lo que es peor: no se trabaja bien hacia el futuro.
La inversión en el deporte en general permanece estancada o disminuyendo en los últimos siete años, en un país que ha sido el segundo en el mundo en inflación durante el mismo período.
La muy conocida frase de ocasión, disculpatoria de todas las fallas "hay otras prioridades", ya instalada por algunos dirigentes e incluso por técnicos politizados y poco preocupados, se vuelve hoy a escuchar.
Si es que trabajan en o para algo que no es su prioridad. Váyanse entonces!. No tienen nada que hacer en el deporte.
* Ex Director Nacional de Deportes.