El ingeniero israelí Gilad "Nicolás" Pereg, más conocido como el "Hombre Gato", murió este domingo en el hospital penitenciario El Sauce de Mendoza a causa de una descompensación. Un jurado popular lo había condenado, en 2021, a prisión perpetua por el crimen de su mamá y su tía. Según la información oficial, los médicos intentaron reanimarlo con maniobras de RCP durante varios minutos, pero no pudieron estabilizarlo.  

En 2019, Gil Pereg mató a su madre, Lily Pereg, y su tía Pyrhia Saroussy en la localidad mendocina de Guaymallén. El crimen ocurrió cuando las mujeres visitaron al hombre que vivía en una casa precaria llena de gatos y perros en estado de abandono.

Las mujeres fueron vistas con vida, por última vez, en el domicilio, situado en la calle Roca al 6000, y 14 días después la Policía Científica encontró sus cuerpos mutilados y tapados con piedras y tierra en un sector del mismo predio.

La búsqueda de las mujeres comenzó por una denuncia del propio Gilad, quien había manifestado que las había visto por última vez cuando se fueron en un colectivo desde Guaymallén rumbo a un departamento que habían alquilado en calle España, de la capital provincial.

Con estos datos los investigadores iniciaron la búsqueda por diversas localidades de la provincia y de Chile, aunque sin resultados. A medida que pasaron los días, se fueron descartando diversas hipótesis y comenzaron a realizar allanamientos en el predio de Pereg, frente al cementerio municipal de Guaymallén.

Durante uno de los allanamientos, con la ayuda de perros de la Escuela de Adiestramiento Canino (Escam), los investigadores encontraron manchas de sangre en la remera del imputado. Al ser analizada, esa sangre coincidió con el ADN hallado en uno de los cepillos de dientes encontrados en el departamento alquilado por las mujeres en la calle España.

Tras ser descubierto el doble crimen, Gil Pereg quedó detenido y durante su estadía en la cárcel mostró comportamientos extraños y dijo ser "un gato", lo que reiteró en diversas oportunidades y audiencias en las que, incluso, imitó maullidos frente a los magistrados.

En sus últimas palabras durante el juicio, el acusado expresó: "Me están intentando culpar a la fuerza. Quieren decir que yo hice cosas que yo no hice... Es fácil usarme como un objetivo. Por eso, apenas hice la denuncia de que desaparecieron mi mamá y mi tía, enseguida empezaron a buscar la forma para acusarme a mí de su desaparición. Por eso, me hicieron tantos allanamientos en casa".

En el juicio, el fiscal Fernando Guzzo lo describió como un "asesino despiadado" con "plena consciencia de la criminalidad de sus actos". "Ni el maullido más fuerte puede acallar ni distorsionar la realidad de la humanidad del acusado y su juicio crítico al momento del hecho", ratificó.