Las bajas temperaturas, que continuarán hasta el fin de semana por lo menos, provocan la sensación de que Argentina durante este invierno afronta un frío más pronunciado que en temporadas pasadas. Resulta que además del termómetro que gestiona el Servicio Meteorológico Nacional, también está el termómetro de la calle. Existe, quizás como desde hace tiempo no ocurría, una percepción generalizada que indica la presencia de un “invierno excepcional”. Las postales en las ciudades contribuyen con su granito de arena y no dejan de llamar la atención: llegan a través de las redes sociales con monumentos y fuentes que se congelan, como las del Parque General de San Martín en Mendoza; piletas en domicilios particulares que, con la superficie de agua congelada, permiten soportar el peso de una silla en La Pampa; así como también lagos patagónicos cuyas olas se inmovilizan en pleno frenesí. Lo que aún significa más: en Tierra del Fuego, donde desde hace semanas la temperatura no supera los 2° C, una vecina filmó a un pingüino en plena calle.

Para comprender si este invierno es como los anteriores o bien asume un carácter excepcional, está la ciencia. Una ola de frio constituye una categorización de la meteorología, y para que se determine un lugar tiene que registrar durante tres días consecutivos temperaturas máximas y mínimas que se ubiquen por debajo de determinados umbrales. Por lo tanto, cada localidad asume valores diferentes; por ejemplo, en CABA esos datos son 12,7 y 3,8, respectivamente, y si se cumplen se podría afirmar la presencia de una ola.

Cindy Fernández, vocera del SMN explica a Página 12: “En CABA y AMBA no hay ola de frío, como sí hay en el centro y oeste de la provincia de Buenos Aires, en la zona de Trenque Lauquen, 9 de julio y Pehuajó. También en el norte de La Pampa, en parte de Córdoba, San Luis, parte de Mendoza y San Juan, y también en Santa Cruz”. Y luego advierte: “Hasta el momento no se ha alcanzado ningún récord, y estamos dentro de valores que se han registrado en otras oportunidades. Sin embargo, lo que sí es destacable es la persistencia. En el centro del país, si bien no se puede hablar de situaciones extremas, desde mediados de junio estamos teniendo temperaturas frías para ser invierno”.

Desprotegidos

El descenso de temperaturas perjudica, sobre todo, a los sectores más desfavorecidos de la sociedad: a quienes deben rebuscárselas en la calle, dormir debajo de un puente, hallar reparo en una plaza y abrigarse con lo que toque. Ante la ausencia del Estado, el sistema capitalista en su fase actual se perfecciona al máximo como máquina de crear desigualdades.

El último ejemplo es recuperado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en un posteo a través de la red X, en referencia al fallecimiento reciente de personas a causa de la helada. “En la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, tres personas en situación de calle murieron de frío el último fin de semana. Nos vemos mañana en el obelisco para participar del frazadazo”. Proponen una marcha con el objetivo de declarar la emergencia de las personas en situación de calle y otros reclamos, como que el ingreso a los centros de inclusión sea por demanda espontánea y que el subsidio habitacional 690 sea ley.

En Santa Cruz, donde se registraron temperaturas de -11° C, desde Protección Civil confirmaron la muerte de un hombre que, tras haber quedado varado con su camioneta, fue en busca de ayuda. Tras confirmar lo sucedido, las autoridades del lugar insistieron en evitar los desplazamientos, en la medida en que el frío provoca la acumulación de nieve en rutas y caminos en los que habitualmente se puede transitar.

¿El calentamiento provoca fríos extremos?

Más allá de que resuene como una frase hecha y como una especie de fundamentalismo nostálgico por un tiempo pasado que siempre fue mejor, la fórmula “Fríos eran los de antes” tiene algún asidero científico. Así lo explica Fernández: “Los inviernos fríos, por lo general, son cada vez menos frecuentes y eso provoca que nos desacostumbremos. En la Ciudad de Buenos Aires tuvimos temperaturas negativas de 0.4 bajo cero y hacía 13 años que no se registraba una temperatura bajo cero en CABA”. Ese reporte corresponde al jueves pasado y fue captado por el Observatorio Central de Buenos Aires, en Villa Ortúzar.

Vemos que casi todos los inviernos pasados fueron cálidos, salvo por el de 2021. Quizás no lo notamos tanto porque estábamos en pandemia y la mayor parte del tiempo estábamos en nuestras casas. Después el que fue realmente frío fue el de 2018, en el que hubo una gran cantidad de nevadas en la Patagonia”. Con estos ejemplos, Fernández ilustra su planteo que indica que si bien cada tanto existen inviernos fríos, cada vez son menos frecuentes.

El calentamiento global ha acostumbrado al mundo a la mayor recurrencia de eventos extremos, como inundaciones y sequías. Las olas de calor y las olas de frío también baten récords. Sin embargo, no es tan sencillo atribuir al cambio climático lo que sucede con un aumento o una disminución desmedidas de las temperaturas. “No puedo responder si estos fríos se corresponden con el cambio climático. Este fenómeno sí tiene que ver con que haya inviernos más benévolos y cada vez una menor cantidad de días con heladas, pero no tengo conocimientos sobre estudios que se hayan hecho en el hemisferio sur. En el hemisferio norte está demostrado que el cambio climático en el norte de Europa, así como en Canadá y Estados Unidos, produce que las temporadas de invierno sean mucho más intensas que antes”.

Carolina Vera, investigadora del Conicet y referente nacional e internacional en el tema, destaca en la misma línea que Fernández: “Para atribuir esta ola de frío al cambio climático tendremos que hacer estudios posteriores, porque podría deberse a la variabilidad natural del clima que es capaz de generar olas de frío como esta”. Y sigue: “Al mismo tiempo, el cambio climático antropogénico puede, a esta altura, también promover olas de frío en determinadas regiones del planeta”.

Sucede que, según explica Vera, el calentamiento global no solo se expresa a través del aumento de las temperaturas mínimas, sino también que induce cambios en la circulación atmosférica. “La alteración en la trayectoria, persistencia y la intensidad de los ciclones y anticiclones puede actualmente promover olas de frío, que se da por la irrupción de un centro de alta presión y que en este caso penetra en nuestro país”.

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