Amy Poehler es una especie de hipnotizadora. Aquí está sentada, con los ojos fijos en mí, la voz melosa, la sabiduría cercana. "Es tu trabajo de toda la vida ser tan amable con vos misma como puedas", me dice tranquilizadora, y sólo a mí. (Hay al menos cinco personas de Disney en la habitación con nosotros.) "Y tendrás puntos extra si podés usar con los demás la misma ternura que intentás usar contigo mismo".

Por supuesto que es así. El trabajo más famoso de Poehler -la comedia del gobierno estadounidense Parks and Recreation; la voz de la emoción de la alegría en Intensa-Mente de Pixar- ha sido definido por su optimismo, amabilidad y ánimo de superación. Básicamente, el tipo de truco que podría llegar a ser bastante molesto. Pero lo que hace que ese trabajo sea tan encantador -y, por transitoriedad, a la propia Poehler- es la mosca que siempre hay en la sopa. El azúcar viene con la sal. La alegría con la tristeza. La concejal local Leslie Knope es el coraje de la era Obama con un toque de rabia justificada. Poehler, en la conversación, no es ni remotamente molesta. Ni siquiera es optimista de una forma que parezca poco sincera. Sí, se apresura a buscar el refuerzo positivo, pero lo expresa con hechos. Claro, el mundo no es genial. Claro que es difícil gustarse a uno mismo. Claro, dice, "todos nos enfrentamos a lo horrible, muy humano y desordenado de estar vivo". Pero...

Para Poehler, siempre hay un "pero". El colectivo Disney está sentado a ambos lados de nosotros porque nos hemos reunido para hablar de Intensa-Mente 2, que ya está en los cines. Secuelas, ¿quién las necesita? Pero... la Intensa-Mente original, que encandiló a los niños y sumió a los adultos en una angustia existencial allá por 2015, daba para secuelas. Se desarrollaba principalmente en la cabeza de Riley, una niña normal de 11 años cuyos comportamientos son gestionados por cinco emociones antropomórficas: Miedo, Tristeza, Ira, Asco y Alegría. Las cinco trabajan en tándem, guiando a una humana cada vez más inclinada a la pena y la melancolía. Intensa-Mente 2 se complica aún más cuando Riley cumple 13 años y su centro de operaciones interno se ve invadido por una oleada de nuevas emociones, entre ellas Ansiedad, Envidia y Vergüenza, que luchan por el control. Esta vez, la película es igual de conmovedora, compleja y profunda, como suelen ser los mejores films de Pixar.

Cuando tenía la edad de Riley, Poehler tenía su propia voz en la cabeza. Llegó a llamarla "la voz del demonio", un monólogo interior que le decía cosas horribles y sin sentido sobre su aspecto y su forma de actuar. Sonaba como ella, escribió en sus memorias de 2014 Yes Please, "pero ahogada y seductora... como Darth Vader o una Lauren Bacall enojada".

"En cierto modo, tenés un lobo bueno y un lobo malo dentro de vos, ¿verdad?", dice hoy Poehler. "Y la forma en que nos hablamos a nosotros mismos y sobre nosotros mismos puede ser bastante brutal. Nunca les diríamos a nuestros amigos cosas que nos diríamos a nosotros mismos". Para los jóvenes, cree que las ideas de Intensa-mente 2 -y la forma en que Joy navega por esos primeros indicios de autodesprecio- pueden ayudar. "La [esperanza de] cumplimiento de deseos de Pixar es entrar ahí antes de que entre el demonio". Pero... Poehler suspira, curvando el labio. "Pero de verdad que no podés". Se ríe, una amplia carcajada que suena como un disparo. "Es un proyecto interminable. Y lo gracioso es cuando creés que ya no existe. Como: '¡Bien! Hoy es un buen día. Hoy es un buen día'. Pero entonces siempre hay alguien ahí, tipo 'Ey, antes de salir, ¿estás segura de que no creés que sos una basura?'".

Basura o no, ella hace las cosas. A sus 52 años, tiene un currículum tan extenso que es fácil olvidar la mitad de las cosas en las que ha trabajado. Saltó a la fama en el programa estadounidense de sketches Saturday Night Live, que protagonizó desde 2001 hasta 2008, rapeando sobre Sarah Palin y personificando a todo el mundo, desde Dakota Fanning hasta Anna Nicole Smith. Fue una aterradora profesora de teatro en la comedia de culto Wet Hot American Summer, y la arquetípica "madre copada" vestida de Juicy Couture en Chicas pesadas. Parks and Recreation se emitió de 2009 a 2015, una manta de confort cultural antes de que llegara la podredumbre. En 2021 dirigió la comedia feminista Moxie para Netflix. Un año después dirigió un documental sobre la pionera cómica Lucille Ball. Es productora de algunas de las series de comedia más idiosincrásicas de los últimos 15 años, como Broad City, Difficult People y la colgada Russian Doll de Natasha Lyonne, y ha presentado -junto a su mejor amiga Tina Fey- los Globos de Oro en cuatro ocasiones. Y ahora es presentadora de podcasts de comedia, donde interpreta a una terapeuta incompetente en Say More With Dr? Sheila, y sospechosa de asesinato en la sátira de crímenes reales Women Talkin' 'Bout Murder. Supuestamente, también duerme.

Poehler siempre se ha rodeado de mujeres divertidas, y está en el centro de una fila asesina de amigas y aliadas de la comedia que incluye a Maya Rudolph, Rachel Dratch y Fey. Pero fue una tribu que le llevó tiempo encontrar. Al principio, cuando descubrió que podía hacer reír a la gente mientras formaba parte de un grupo de improvisación del Boston College -más tarde, en 1991, cofundaría el famoso grupo cómico The Upright Citizens Brigade-, lo que más le interesaba era encajar en el grupo en lugar de destacarse. "Quería estar con los chicos", recuerda. "Y descubrir cómo ser uno de ellos. Tardé mucho en darme cuenta de mi feminidad".

Conoció a Fey -así como a un montón de caras cómicas inmediatamente reconocibles, como Matt Walsh, Ed Helms, Paul Scheer y Rob Riggle- en el circuito de improvisación, y se pasó los '90 haciendo giras por Nueva York, actuando en pubs de mala muerte y clubes de striptease. "Para mí, el éxito siempre ha sido mejor compartido", dice. "Es más grande y satisfactorio. Y también, seamos sinceros, es agradable fracasar con alguien. Tener a alguien con quien hablar de eso tomando una cerveza".

Después de orbitar alrededor del reparto y el equipo del programa durante unos años, fue contratada para SNL poco después de que Fey se convirtiera en la primera guionista jefe del programa, un papel auspicioso para una serie que históricamente había sido poco amable con las mujeres. Julia Louis-Dreyfus, Jane Curtin, Janeane Garofalo y Nora Dunn son sólo algunos de los pesos pesados cómicos que caminaron por los pasillos sagrados del espectáculo durante sus épocas más bloqueadora - y lo odiaban. Hoy Poehler dice que tuvo suerte."Había muchas mujeres incluso diez años antes que yo -tanto en SNL como en el negocio en general- que eran las únicas mujeres en la sala, o una de dos", dice. "Cuando llegué a SNL, era una época de mujeres súper fuertes, poderosas y divertidas, y Tina estaba al timón. Era muy consciente de que otras personas tenían una experiencia completamente diferente".

El ciclo también ha continuado. A veces se sorprende a sí misma cuando trabaja con mujeres que entraron en el negocio después que ella. En los primeros días de producción de Broad City, una serie de comedia a veces escatológica sobre dos jóvenes sin rumbo que deambulan por Nueva York, llegaba al set y se preocupaba por la seguridad de sus protagonistas, Abbi Jacobson e Ilana Glazer. "Hacían escenas muy libres y sexuales, y yo me acercaba a ellas y les decía: 'Chicas, si en algún momento se sienten incómodas, podemos parar'. Y ellas decían... 'Amy, nosotras escribimos esto'". Se ríe. "Fue nuevo ver cómo las mujeres se apropiaban de sus cosas y eran las guardianas. A lo largo de mi vida, he visto cómo ocurría".

Poehler habla con entusiasmo de las generaciones de cómicos que han surgido detrás de ella: gran parte de su trabajo como productora también ha servido de plataforma para nuevas voces jóvenes. ¿Este enfoque le parece inusual. Si algo ha definido el discurso moderno en los últimos tiempos, sobre todo en el mundo de la comedia, es la tendencia a golpear: los niños son tontos, las nuevas ideas son estúpidas, los jóvenes se han vuelto locos. A ella le parece desconcertante. "Como persona de mediana edad, me sorprende la seguridad con la que la gente de mi edad camina por ahí", dice. "Como si su experiencia y sabiduría hubieran resuelto todos los problemas. Mirá en el sistema en el que estamos ahora. Todo el mundo pone los ojos en blanco. ¿Pero ante qué? Yo tengo la edad de esta gente: sé que no sabemos de qué estamos hablando. ¿A quién querés engañar? A vos, con todos tus traumas no resueltos y tus pelotudeces patriarcales". Su voz asciende a un estruendo cómico. "'¡Soy una de ustedes! Buen intento".

Poehler en Parks and Recreation.

Se calma. "Nos ponemos a la defensiva porque no queremos sentirnos excluidas. No queremos sentirnos excluidos. Y los jóvenes son muy enérgicos. Tienen grandes opiniones. Y nos asustamos mucho. ¿Estuviste cerca de un chico de 15 años últimamente?" Poehler tiene dos hijos, de 15 y 13 años, con su exmarido, el actor de Arrested Development Will Arnett. "Les va bien. Suenan como abogados discutiendo con vos y se sienten muy intensos. Es fácil pensar, 'Oh, no lo entienden' - pero mantenete curiosa, mantenete abierta". Empieza a hablar de otra cosa, pero se detiene con una carcajada. "Lo siento, estoy pontificando".

Si hay otra cosa que Poehler no puede soportar es el mal comportamiento. Su paso por SNL fue positivo, y desde entonces lo ha utilizado como modelo para sus series. Parks and Recreation, por ejemplo, le demostró algo. "No es necesario tener un ambiente de trabajo caótico o disfuncional para ser divertido o creativo", dice. "No me va muy bien con la gente que quiere fracturar ese sentimiento. Me pongo muy a la defensiva o muy protectora: tengo mis cosas en las que trabajar. Pero creo que una vez que demostrás que funciona, es bastante difícil volver atrás. A veces he ido a otros sitios y me digo: 'Cariño, no tiene por qué ser así; he visto el otro lado, no necesitamos matarnos unos a otros para hacer grandes cosas'".

Poehler adoraba Parks and Recreation. Era dulce, divertida y discretamente extraña. Con su evocadora mezcla de orgullo pueblerino y suave tontería, era lo más parecido que hemos tenido a unos Simpson de carne y hueso. Pero también da un poco de miedo volver a verla. "¿Por qué?", suplica, como si acabara de decirle que le di una patada a un cachorro. ¿No será ahora un poco deprimente, una serie que creía en un bien fundamental? Visto a la luz de 2024 y la última década en este planeta, ¿no se leerá como ligeramente ingenuo? "De acuerdo, voy a decirte por qué va a gustarte", dice Poehler, con una insistencia que es casi chirriantemente Knopeiana. "Sí sé lo que querés decir, o que puede parecer triste porque ya no estamos allí, pero...". ¡Ahí está! "Tenés que recordar que había gente muy diferente en esa oficina. La gente en esa oficina tenía formas de vida muy diferentes y llegaba al trabajo de maneras completamente distintas. Pero resolvían cosas. Parece una versión de lo que podrían ser las cosas, si la gente pudiera tomarse un segundo más para estar con los demás".

Volvió a verla durante la pandemia con sus hijos, que nunca la habían visto, y cree que envejeció bien. "Me sentí muy orgullosa de que siguiera siendo muy divertida", dice. "Que se sintiera como una gran familia realmente disfuncional y desordenada tratando de superar la cena, que es lo que todo el mundo sigue tratando de hacer". Insiste una vez más en que vuelva a verla. Es ese efecto de hipnosis otra vez. Estaría mal no acatar.