A punto de estrenar en el Teatro San Martín Amadeo, obra de su autoría que aborda desde el humor los contratiempos de la cultura, el actor Daniel Casablanca sostiene que la crisis y el teatro van de la mano: “Los actores vivimos preguntándonos cómo haremos las obras, después si vendrá gente o no, y cuándo cobraremos. Y eso es porque siempre estamos en vilo, en riesgo”. Cuando acota en conversación con este diario que sabe que comparte la misma inseguridad económica con millones de argentinos admite que, al menos, él se dedica a lo que más le gusta, a un oficio en parte asumido por herencia.

“A veces los hijos siguen los sueños de los padres”, reflexiona el actor, integrante hace casi 40 años del grupo Los Macocos. Lo de la continuidad entre generaciones lo dice por su padre, teatrero y abogado que intervenía cada vez que le cerraban las instalaciones a Nuevo Teatro, el conjunto que lideraban Alejandra Boero y Pedro Asquini. También profesor de historia, amigo de actores y directores, le interesaba el revisionismo teatral y sobre uno de sus libros, Macocos concibió La fabulosa historia de los inolvidables Marrapodi, obra que retrata a una familia de actores que da cuenta de la historia de la escena nacional.

Amadeo también habla del teatro argentino “en este momento en el que está en la mira la cultura subsidiada”, como afirma Casablanca. Se trata de un espectáculo con música de Mozart pensado para toda la familia. Y si bien escribió la obra hace 12 años, con algunos toques quedó a la medida del presente: “El tema es la defensa de la cultura”, sintetiza el autor, que presenta en su obra el caso de un teatro que está a punto de ser demolido para dar lugar a un proyecto más rentable. Pero la sala se salva de la picota gracias al esfuerzo de montar La flauta mágica en tiempo récord.

Dirigida por Guadalupe Bervih y Andrés Sahade, quienes también participaron de la versión, la obra está interpretada por el mismo Casablanca, Laura Silva, Jorge Maselli, Valentina Miguez y Juan Cottet. La selección de los fragmentos de Mozart estuvo a cargo del director musical, el clarinetista Leo Heras, en tanto que el pianista Pablo Grinjot escribió las letras. Junto a ellos están Pedro Heras en violín y Florencia Genera en violonchelo. Los titiriteros, pertenecientes al Grupo del Teatro San Martín, son Myrna Cabrera, Eleonora Dafcik y Román Lamas.

-Parece increíble que La flauta mágica haya sido concebida como teatro popular…

-Así fue, era teatro popular. Mozart, que era un genio musical, astrónomo y matemático, compuso La flauta… aparentemente como propaganda de la masonería que, por haber estado en relación con la Revolución Francesa, había sido prohibida en Austria. Hay muchas referencias en su música a la numerología masónica. Se estrenó bajo su dirección en 1791, dos meses antes de su muerte.

-¿Cuál es la propuesta de tu Amadeo?

-El teatro siempre encierra algo de pedagogía, despierta la curiosidad sobre algo. En este momento en el que está en la mira la cultura subsidiada, esta obra muestra que no puede dejar de existir un teatro. Por eso mismo, hay que defender el San Martín, un teatro único en Latinoamérica.

-¿La escribiste pensando en un público infantil ?

-Es un espectáculo para todo el grupo familiar. Para quienes lo conocen a Mozart hay muchos guiños; si no, la obra es una invitación a que sigan escuchando su música. Si logramos que los chicos accedan a La flauta mágica entre las risas y el clown, contando una pequeña historia, nos parece un lujo.

-¿Cómo es esa historia?

-Para impedir que un teatro se venda, al portero se le ocurre hacer una obra sobre un sueño que tuvo: la lucha entre Sarastro y La Reina de la Noche, de La flauta mágica. Así entonces, con el recurso del teatro dentro del teatro, la obra habla de una lucha entre dos poderes. Es, además, un homenaje a la actividad teatral.

Amadeo, Sala Casacuberta del Teatro San Martín, sábados y domingos a las 14.30. En vacaciones de invierno (13 al 28 de julio), de martes a domingos a las 14.30.

Argentina al diván

Espectáculo histórico

“Para hacer humor no se puede excluir a nadie porque todos tienen que reírse”, dice Casablanca quien acaba de reestrenar Argentina al diván, obra escrita por Marcelo Cotton, en versión de sus protagonistas Diego Reinhold y el propio Casablanca, y la directora Guadalupe Bervih. La obra que se ofrece en el teatro Picadilly “es un espectáculo histórico porque el personaje –la propia Argentina- habla con su psicoanalista sobre su vida comenzando por la infancia”, cuenta el actor, antes de dar un ejemplo asumiendo la voz de la paciente: “desde que me independicé no hablo más con mamá, ella siempre tan interesada en mi plata”. La intención no es otra que hacer humor recorriendo la historia del país, con el propósito de brindarle “al gran pueblo argentino salud…mental”.