La multinacional Coca-Cola puso en marcha su estrategia para conseguir una nueva marcha atrás del Gobierno nacional en el proyecto de reforma impositiva respecto del aumento de impuestos para las bebidas azucaradas. Luego de que ayer el Gobierno aceptara dejar en cero los impuestos sobre los vinos y champañas y no aumentar el tributo para las cervezas, la empresa de bebidas salió envalentonada detrás de su objetivo y amenaza con cortar las compras por 250 millones de dólares a productores de jugos y cítricos nacionales y frenar inversiones por unos 1.000 millones de dólares en el país, que había sido uno de los pocos logros de la lluvia que Macri fue a buscar en 2016 al Foro de Davos.
Según la reforma impositiva, que la semana próxima el Ejecutivo pretende presentar ante el Congreso, las gaseosas azucaradas pasan de estar gravadas entre 4 y 8 por ciento a 17 por ciento. Esta medida no impactaría sobre todos los productos de la multinacional, ya que el impuesto sólo se aplicaría cuando las bebidas tengan añadida azúcar natural; es decir que deja fuera del aumento impositivo a las endulzadas con edulcorantes artificiales, como las gaseosas light o "cero".
Sin embargo, la empresa con base en Estados Unidos puso en juego una carta que afecta directamente a la producción de cítricos en el país. Según datos que ofreció la semana pasada —cuando ya se habían hecho públicos los detalles de la reforma impositiva— el gerente general de Coca Cola para Latinoamérica, Dino Troni, la firma compra 42 mil toneladas de naranjas, limones, peras, uvas, a los productores de regiones del NOA, NEA y el Alto Valle de Río Negro, en la Patagonia; compras equivalentes a 250 millones de dólares.
Además, la multinacional anunció que revisaría el plan de inversiones que el presidente Mauricio Macri había anunciado como "vital" para su lluvia de inversiones en enero 2016, cuando se reunió con el CEO de Coca-Cola, Muthar Kent, en el Foro de Davos. El Gobierno había festejado entonces el plan de inversión de 1.000 millones para "desarrollo de infraestructura de operación y distribución e iniciativas ambientales y de promoción de la actividad física".
En septiembre de 2016, Muthar Kent fue una de las figuras que el Gobierno logró traer al CCK para su Mini Davos. "Son dos fanáticos de esta nueva etapa de la Argentina", había festejado Macri sobre una cena que mantuvo con el CEO de Coca-Cola y de la multinacional química Dow, la noche previa a la apertura del Foro de Inversiones y Negocios de la Argentina (FINA). La reforma impositiva ahora parece amenazar el aporte de Coca-Cola y del "fan" del presidente.
En la entrevista publicada por la agencia oficial la semana pasada, el gerente general de Coca Cola para Latinoamérica también precisó que los 250 millones de dólares en compras a productores locales convertían a la Argentina en "el principal proveedor” de frutas y jugos concentrados de la región para la compañía. Además, había indicado que “las compras de Coca Cola también empujaron las ventas de naranjas y limones a China y a otros países que descubrieron la calidad de la fruta argentina gracias a la exposición que la empresa le da”.
Esa misma semana, una de las empresas proveedoras La Moraleja S.A, productora de limones en Salta, había sido denunciada la semana pasada por Greenpeace por desforestar 3.000 hectáreas de bosque nativo, algo que Coca-Cola negó y respondió que la empresa local estaba dentro de las reglas provinciales y nacionales.
En la entrevista, Troni también había indicado que la firma llevaba “cinco meses de resultados positivos, después de un período que no fue sencillo” y pronosticó un "un periodo 2018-2020 con crecimiento y expansión”. Y, finalmente, había anticipado los cálculos que impulsaron la ofensiva contra la reforma impositiva: “Argentina es el tercer país de mayor tasa de impuestos de bebidas sin alcholol del planeta, después de Finlandia y Hungría".
"El 50 por ciento de lo que paga quien compra una Coca Cola son impuestos", agregó Troni y abundó: "El 85 por ciento de los impuestos que el fisco argentino recauda por la venta de bebidas sin alcohol los paga Coca Coca, que vende sólo el 50 por ciento del total que se consume”.