En busca de oxígeno político frente a sus adversarios en la interna del Partido Conservador, Theresa May desafió a sus oponentes al anunciar hoy el día y la hora en que se concretará el Brexit. Será el 29 de marzo de 2019, a las 23 de Londres, las 0 hora del 30 de marzo en Bruselas.
“Que nadie dude de nuestra determinación o cuestione nuestra resolución. El Brexit está en marcha”, anunció la premier en un artículo que firmó en el Daily Telegraph, uno de los principales diarios londinenses, y de reconocidas simpatías conservadoras. "La fecha estará escrita en blanco y negro en la portada de esa pieza de legislación histórica. El Reino Unido saldrá de la UE el 29 de marzo de 2019, a las 23.00 GMT".
Tras el referéndum del 23 de junio del año pasado, el Reino Unido cumple de esta manera con los plazos que establece el Tratado de Lisboa. May advirtió que, si bien está abierta a escuchar sugerencias durante la etapa de enmiendas, no detendrá el proceso de desconexión. “No vamos a tolerar ningún intento de utilizar el proceso de enmiendas a la ley como mecanismo para tratar de bloquear los deseos democráticos de los británicos e intentar ralentizar o detener nuestra salida de la UE”, advirtió.
La discusión jurídica sobre el Brexit casi no registra antecedentes. May presenta la salida de la UE como algo irreversible, en base al referéndum y a las negociaciones entabladas con Bruselas, aunque el ex embajador ante la UE, John Kerr, no comparte la misma visión. “En cualquier momento podemos cambiar de opinión si queremos, y si lo hacemos sabemos que nuestros socios europeos van a estar de hecho muy contentos”, aseguró quien en su momento escribió el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que contempla cómo se produciría la salida de un miembro de la UE. Kerr sostiene que la letra del artículo no dice que la desconexión se pueda frenar si los parlamentarios consideran que eso va en contra del interés nacional.
May, quien fue una de las fogoneras del Brexit, cuya victoria le costó el cargo a su antecesor, David Cameron, necesita avanzar en la separación de la UE, con un clima interno desfavorable. Convocó a elecciones anticipadas con la idea de fortalecerse y perdió bancas, con lo cual tuco que armar un gobierno en minoría. Los barones del partido no la siguen de manera incondicional, cayeron dos ministros en la última semana, podría caer el canciller Boris Johnson y los escándalos sexuales siguen minando al partido. May busca controlar a sus oponentes internos con la amenaza de nuevas elecciones, que podrían darle el triunfo a los laboristas, aunque eso no es garantía de que su gobierno pueda llegar hasta el día D del Brexit que ya marcó en el calendario.
Mientras tanto, la negociación con la UE sigue siendo muy compleja. Michel Barnier, representante del bloque continental, dio hoy dos semanas de plazo a Londres para que haga las “concesiones necesarias” si pretende que el 15 de diciembre se dé luz verde en Bruselas a un nuevo acuerdo comercial entre ambas partes.
El costo de la salida de la UE, mientras tanto, sigue en discusión. La prensa británica calcula que el Reino Unido deberá pagar 70 ó 75 mil millones de euros a sus ex socios. Johnson, por su parte, denunció una “extorsión” de la UE, y Barnier dijo que el pago “no es ni un castigo ni una revancha”. El bloque regional había reclamado en un primer momento un pago de 100 mil millones, y el gobierno de May contraofertó 20 mil.
La otra cuestión en debate es Irlanda del Norte. Bruselas quiere que la porción británica de la isla de Irlanda siga en el marco aduanero de la UE aun después del divorcio, algo que los socios de gobierno de May del Partido Unionista Democrático no quieren siquiera oír. "No nos hagamos ilusiones. Respetamos el deseo de la UE de mantener el orden legal, pero no puede ser a costa de la integridad constitucional del Reino Unido. No se puede crear una nueva frontera dentro del Reino Unido", advirtió David Davis, el ministro británico que negocia la salida pero la discusión no está saldada.