La concentración de la riqueza en América Latina y el Caribe es tal que un puñado de menos de cien personas, conocidas como los mil-millonarios, reúne un valor que equivale al PIB de Chile y Ecuador juntos, es decir unos 480.000 millones de dólares. Los datos surgen del último trabajo de la Oxfam –o Comité de Oxford para aliviar la hambruna- al que tuvo acceso Página 12. Puesto en términos de tiempo de trabajo, a un trabajador que cobra el salario mínimo promedio de la región le toma 90 años ganar lo mismo que un mil-millonario en un solo día.
La mayor polarización de la riqueza ocurre en América Latina, señala Oxfam. La tendencia fue que “en los últimos 25 años, los más ricos han seguido siendo igual de ricos, mientras la mitad más pobre se ha hecho más pobre”. Es decir, lo que está en riesgo principalmente es la retribución de las clases populares.
Hablar de polarización implica no solamente desigualdad sino guarismos de ingresos extremos. Puesto en números: “En 2022, el 1 por ciento más rico de la población latinoamericana obtuvo casi 43,50 de cada 100 dólares de la riqueza total, mientras que la mitad más pobre en su conjunto sólo concentró 80 centavos de cada 100 dólares. Esto significa que el pequeño grupo de las 100 personas más ricas de Latinoamérica acaparan 55 veces más riqueza que la mitad más pobre de la región”.
En el caso de Argentina, el último dato conocido de la distribución de la renta reflejó un crecimiento del coeficiente de Gini (que mide el nivel de pobreza) que no tiene parangón en los años recientes, ni siquiera en pandemia: pasó de 0,446 en el primer trimestre de 2023 a 0,467 en el primero de 2024.
La medición de la pobreza también fue récord en el primer semestre del año, según estimaciones de la Universidad Católica Argentina (UCA): llegó al 55 por ciento de las personas, es decir unas 25 millones, y la indigencia al 17,5 por ciento, esto es cerca de 8 millones. Para los especialistas, la pobreza local tiene que ver más con una caída de los ingresos (en el orden del 20 al 30 por ciento real en tan solo seis meses) más que con el incremento de la desigualdad.
La caída en los ingresos, a su vez, es el natural corolario de la fuerte contracción económica que atraviesa el país, fruto de una política deliberada de parte del Gobierno. Si el crecimiento o la recuperación económica definen al modelo como igualador, o lo contrario, las crisis dejan ineludiblemente a los pobres siendo más pobres. Esto, sin embargo, no parece generar ninguna reacción de parte del Gobierno, incluso a instancias de las advertencias del FMI, más preocupado por la sostenibilidad del modelo que por las carencias sociales que provoca la política de ajuste.
En América Latina y el Caribe, según la Oxfam, el 29,1 por ciento de los habitantes fueron pobres en 2023 (es decir 183 millones personas) en tanto la pobreza extrema o indigencia, una condición de vida en la que no es posible garantizar el acceso a los alimentos básicos, llegó al 11,4 por ciento (unas 72 millones de personas). Por primera vez la pobreza en Argentina superó al promedio de la región ya que en 2023 esos datos fueron del 40 por ciento y 29 por ciento de la población local respectivamente.
Las condiciones de pobreza en Argentina y la región aumentan a su vez en las minorías como mujeres, jovenes, población rural y afrodescendiente o indígena. En contraste con esa realidad aparecen los estilos de vida excéntricos y excepcionales de un grupo de mil-millonarios que no superan las cien personas. “Hasta enero de 2024, existían 98 milmillonarios en América Latina y el Caribe, los cuales acumulaban una riqueza conjunta de 480.800 millones de dólares: una cantidad similar al PIB anual de Chile y Ecuador juntos”, subrayan desde Oxfam. “Desde el 2000, el conjunto de fortunas de los mil-millonarios ha incrementado 368 por ciento, casi seis veces más rápido que el crecimiento de la economía en la región”, agregan.
Casi el 20 por ciento de la fortuna de los mil-millonarios de la región pertenece a Carlos Slim, el ingeniero oriundo de México y líder en el ámbito de las telecomunicaciones –con su empresa insignia América Móvil, Claro en Argentina-, en el consumo minorista –Grupo Carso-, finanzas y los negocios inmobiliarios. El segundo lugar en la lista Forbes para Latinoamérica es el cofundador de Facebook, el brasilero Eduardo Saverin. Seguidos por empresarios del rubro minero en México y Chile.
“Una persona trabajadora que gana el salario mínimo promedio en Latinoamérica debe trabajar 90 años para ganar lo mismo que gana un milmillonario en un solo día”, sostiene la Oxfam.
En su base de datos a enero de 2024, Argentina ocupa el segundo lugar detrás de Venezuela con el menor salario mínimo medido en dólares. Ese mes el salario se incrementó cero por ciento mientras la devaluación del peso con la que inauguraba su Gobierno Javier Milei había sido del 118 por ciento. En Argentina el salario mínimo vital y móvil era de 152 dólares, seguido por República Dominicana con 245 dólares, Perú 277 dólares y Brasil 291 dólares. En México y Chile, el mínimo garantizado por ley es un poco más alto: asciende a 440 y 521 dólares respectivamente.
Los modelos económicos, tanto ortodoxos como heterodoxos, han fracasado en sus promesas de bienestar, inclusión y garantía de derechos en el país, y con ellos el sistema político. Argentina atraviesa ahora una nueva ola de Gobierno neoliberal, que defiende la apertura económica, la desregulación y el ajuste del gasto social sin ningún tipo de compromiso social o con la pymes. El Régimen de incentivo a grandes empresas (RIGI), que fue presentado como un emblema y principio fundamental por este Gobierno, apunta a afianzar un desarrollo económico basado en la exportación de materias primas, lo cual supone el riesgo de ensanchar la desigualdad.
Dos cuestiones sobre el futuro, que no aparecen siquiera en la agenda de Javier Milei, preocupan a Oxfam. En primer lugar, los efectos del cambio climático, no solo para el medio ambiente sino en términos sociales. “Se estima que la crisis climática ocasionará en la región una disminución del PIB per cápita de entre el 5 y el 10 por ciento hasta 2030, y que podrían provocar un incremento de 16,7 millones de personas en situación de pobreza y 9,6 millones en pobreza extrema”, advierte el organismo.
El segundo fenómeno es la transición demográfica. “La población dependiente sobrepasará a la población en edad de trabajar a partir del 2032, con inmensas implicaciones en la economía, los sistemas de seguridad social, los cuidados y la salud, hacer frente a estos fenómenos requerirá una movilización de recursos financieros sin precedentes en la región”.
Oxfam propone una agenda mínima de tres prioridades para las próximas décadas. Con políticas públicas orientadas a la reducción de las desigualdades inter-seccionales que prioricen los ingresos, el acceso a la salud y la educación. Además de promover la justicia climática para contribuir a la sostenibilidad de la vida, de modo que será menester establecer procesos regulatorios en materia ambiental, económica y social. Y por último, impulsar políticas que promuevan la corresponsabilidad del trabajo de cuidados para avanzar hacia un sistema que garantice el derecho a los cuidados de forma universal –basado en la corresponsabilidad entre el Estado, el sector privado y los hogares- y entre hombres y mujeres de forma equitativa.
El informe citado es acompañado con una propuesta de reforma tributaria orientada a fortalecer estos objetivos.