Otra vez, como tantas otras veces, la Selección Argentina le dibuja una sonrisa en tiempos difíciles a millones de argentinos. Otra vez, pasa por encima de todas las diferencias y enorgullece al país. Porque la Selección une lo que todo lo demás, desune. Por cuarta ocasión en los últimos tres años, el equipo que capitanea Lionel Messi y dirige Lionel Scaloni, llega a una final. Ahora irá por la reválida de la Copa América.

Después de vencer 2-0 a Canadá en Nueva Jersey con goles de Julián Alvarez y Messi, Argentina definirá el torneo continental el próximo domingo desde las 21 ante el ganador de la semifinal que este miércoles jugarán Uruguay y Colombia en Charlotte (Carolina del Norte). Será otra la exigencia, acaso la más alta de todas. Pero el equipo dará la talla. Podrá jugar mejor o peor, ganar o perder. Pero a nadie dejará indiferente.     

Canadá no se lo hizo sencillo. Ha dado grandes pasos en su evolución de los últimos tiempos. Y en el comienzo, se paró de tres cuartos de cancha a tres cuartos para dificultarle el arranque desde el medio a la Argentina y partir de contraataque. Lo consiguió durante los primeros 20 minutos en los que, varias veces, la pelota debió volver a "Cuti" Romero y Lisandro Martínez porque adelante no había espacios. Pero después del gol de Julián Alvarez a los 23 minutos, tras un pase recto de De Paul que el delantero resolvió por entre las piernas del arquero Crepeau, Canadá no dio más señales. Como si hubiera bajado la guardia con el marcador en contra.

Después de ese gol, Argentina pareció reencontrar pantallazos de ese fútbol que hasta ahora, había aparecido de a ratos en la Copa. Acaso porque Lio Messi estuvo más conectado con el partido que ante Ecuador y se movió bastante. Y Julián Alvarez, que arrancó tirado a la izquierda y luego se corrió al medio, revoloteó por todos lados, se retrasó para dar una mano en la recuperación y tuvo resto para encontrarse con Messi y Di María. Precisamente, Di María a punto estuvo de marcar un golazo a los 33: mandó un remate por arriba de Crepeau y la pelota picó en el travesaño y salió. Y un derechazo de Messi a los 44 pasó cerca del palo derecho. Argentina pudo haber ganado el primer tiempo por una diferencia mayor. Y no hubiera estado mal que así fuese.  

El partido terminó de definirse a los 7 minutos del segundo tiempo con el primer gol de Messi en la Copa luego de un mal rechazo de Koné, y un remate colocado de Enzo Fernández que el capitán apenas pudo pellizcar. Con el 2-0, el trámite se hizo cortado, la Selección se replegó (tal vez demasiado) y le cedió la posesión de la pelota a los canadienses. Scaloni no quiso correr riesgos y después de cambiar a Tagliafico (amonestado) por Otamendi, en el último cuarto de hora, hizo ingresar a Nicolás González por Di María para defender con línea de cinco hasta el final. 

Canadá pudo haber dado algún susto sobre el cierre cuando Oluwaseyi desperdició dos ocasiones en menos de un minuto. Pero en verdad el triunfo nunca estuvo cuestionado. Argentina mejoró y, sin el susto con el que pudo superar a los ecuatorianos, llegó a una nueva final. Con la esperanza de poder ganarla y la certeza de que si la gana, el domingo a la noche habrá motivos para una fiesta que, últimamente, sólo el fútbol parece que puede provocar.