El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó al Gobierno de Javier Milei después del acto militarizado por el 9 de Julio y aseguró que “tanque y metralleta” son “símbolos de fiesta para las derechas”. Pero, además, sentenció que la muestra de fuerzas por la avenida más importante de la ciudad es una manera de decir “esto es lo que tenemos esperándolos si aparece algún desborde”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Un tanque y una metralleta. Símbolos de un día de fiesta para las derechas. Banderas de aviones a chorros. Haciendo los colores patrios. Un canto sostenido a viva voz trepando a los edificios más altos de Libertador.
Veteranos y carapintadas copando la avenida. Multitud radiante, patriota, aplaudiendo. CEOs asomados a sus balcones festejando el último robo de la devaluación. El otro, el anterior, de subir los precios. Los golpes de mercado. La soja no la vendo si no me suben el dólar. Y todo ese patriotismo internacional de bonos y letras de banco.
Todo está en orden cuando ven ese ejército desfilando que solo puede pelear contra su propia gente. Porque de otra manera no parecería ser demasiado poderosos. Hasta hubo foto de Caputo abrazado a Sturzenegger. Vinieron por la herencia que dejaron. Lo que quedaba. Lo que queda.
Esta vez se la llevan juntos. Porque charlando entre ellos, dijeron, a fin de cuentas, entre bueyes no hay cornada. Y los fantasmas no se pisan las sábanas. Y todo eso.
Bullrich contenía la emoción. O actuaba. Y Petri, con los ojos enrojecidos. Y Milei, jugando en el tanque como un niño al que arrastran en el carrito que acaban de regalarle. Villerruel con la metralleta, apuntando. Mostrando que ella también tiene puntería.
El sistema en su salsa. Pacto, DNU, desregulaciones, poderes totales y mostrando una reserva de fuerza por si aparece algún desobediente. Esto es lo que tenemos esperándolos, ojo. Un día de gloria para el ajuste brutal y la represión.
A muchos les falta el termómetro social de saber lo que están viviendo los argentinos de a pie. Eso dijo la Iglesia. No lo tienen el termómetro. Lo saben. Pero les importa un comino. Tienen plena consciencia de lo que hacen. Solo que a la crueldad le saltó la térmica.