La escritora que dio profundidad literaria y una vigorosa sensibilidad feminista a la ciencia ficción y la fantasía con libros como La mano izquierda de la oscuridad y la serie de Terramar expresó su voluntad de que su casa ubicada en Oregon (Estados Unidos) fuera convertida en una residencia para escritores. La coherencia de Ursula K. Le Guin (1929-2018) podría ser también un legado estimulante para las generaciones del futuro. “Vivimos en el capitalismo. Su poder parece inescapable. También lo parecía el derecho divino de los reyes. Todo puede ser cambiado por los seres humanos y ese cambio suele empezar en nuestro arte, el de las palabras”, dijo en 2014 cuando recibió la medalla por Contribución Distinguida a las Letras Americanas, un reconocimiento que otorga la fundación National Book Award. Literary Arts (LA), una ONG ubicada en Portland, anunció que la familia de la escritora donará la casa para que se convierta en la Ursula K. Le Guin Writers Residency.

Le Guin, activa militante de la literatura de imaginación, cuyos libros han sido traducidos a más de cuarenta idiomas, fue para el inflexible crítico Harold Bloom “una creadora magníficamente imaginativa y con un gran estilo”, que “ha elevado la fantasía a un alto nivel literario para nuestra era”. La familia de la autora de una veintena de novelas, una decena de libros de poesía, más de cien cuentos reunidos en varios tomos, siete colecciones de ensayos, trece libros para niños y cinco volúmenes de traducción, incluyendo el Tao Te Ching, de Lao Tse, y poemas selectos de la ganadora chilena del premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, quiere dar todos los pasos necesarios para cumplir con la última voluntad de la autora de Los Desposeídos y El nombre del mundo es bosque para que su casa sea un espacio creativo para los escritores y un faro para la comunidad literaria. Literary Arts inició una campaña para recaudar fondos y poner en marcha el proyecto de la Residencia de Escritores Ursula K. Le Guin. La casa necesita algunas reparaciones y adaptaciones para servir a la nueva función que se le asignará. Aunque el foco estará puesto principalmente en los escritores nacidos en el oeste de los Estados Unidos, la residencia también recibirá a autores de todo el mundo, de distintas edades y diferentes estéticas.

Theo Downes-Le Guin, albacea literario de su madre, recuerda con claridad la habitación del segundo piso donde Le Guin escribió algunas de sus novelas más famosas. Desde el exterior, parecía solo una habitación, pero en su interior, era un universo de imaginación y creación literaria. “Ella estaba muy presente y accesible como madre”, recordó Downes-Le Guin. “Era muy cuidadosa en no cargar a sus hijos con su carrera... Pero cuando estaba en esa habitación para escribir, sabíamos que necesitaba su privacidad”. La casa donada, diseñada en el siglo XIX, está rodeada de un jardín y un imponente árbol de secuoya, muy típico de la zona, plantado por la familia Le Guin.

El hijo de la escritora no quiere que la casa se convierta en un museo o una cápsula del tiempo, aunque reconoció que es probable que muchos recuerdos de su madre, desde sus libros hasta su colección de rocas, permanezcan. Los escritores elegidos en residencia por un consejo de profesionales de la literatura, a los que se sumará un miembro de la familia Le Guin, podrán usar la antigua sala de escritura. Downes-Le Guin admitió que algunos quizá puedan sentirse “intimidados” por ocupar el mismo espacio que una de las autoras de ciencia ficción más celebradas del mundo. “No querría que nadie estuviera allí en un constante estado de reverencia, lo cual iría en contra del espíritu de la residencia”, aclaró el hijo. Los escritores residentes deberán interactuar con la comunidad local a través de actividades literarias como lecturas y talleres comunitarios.

La revolución fantástica

A mediados de los años sesenta, Le Guin irrumpió en la literatura fantástica y de ciencia ficción, que era monopolio exclusivo de los varones, y provocó una revolución al expandir las fronteras de la literatura de ciencia ficción y la fantasía épica hasta devenir una figura central del género, de igual a igual con Philip K. Dick o J. R.R. Tolkien. La famosa “K” con la que se la conoció universalmente es la inicial de su apellido paterno. Nacida como Ursula Kroeber en Berkeley, California, en 1929, fue la hija de uno de los mayores antropólogos de la época, Alfred Kroeber. Su madre, Theodora, fue escritora y acompañó al padre en sus investigaciones sobre la tribu yahi en California.

En los años sesenta publicó su primera novela, El mundo de Rocannon (1966), y La mano izquierda de la oscuridad (1969), con la que ganó el Premio Hugo, máxima distinción en inglés para la ciencia ficción. La saga de novelas de Terramar, que llegó a ser comparada con el ciclo de El Señor de los Anillos, de Tolkien, está integrada por cinco novelas, Un mago de Terramar (1968), Las tumbas de Atuan (1971), La costa más lejana (1972), Tehanu (1990) y En el otro viento (2001), y dos volúmenes de cuentos ambientados en Terramar. La escritora estadounidense publicó junto a la poeta argentina Diana Bellessi el libro bilingüe The Twins, The Dream: Gemelas del sueño, la traducción mutua de sus poemas con los textos de las autoras sobre el trabajo de traducción. Le Guin tradujo Kalpa imperial, de Angélica Gorodischer.

“La colaboración y el regreso a casa son la base de la escritura de Ursula -subrayó el hijo de la escritora estadounidense-. Aunque su reputación es internacional, concentró gran parte de su energía en la comunidad local de escritores, bibliotecas y organizaciones literarias. Por eso, resulta apropiado que esta residencia, ambiciosa por la amplitud de escritores a los que llegará, esté arraigada en la casa y la ciudad que amó y en las que vivió durante medio siglo”.