Un detective suelto en Hollywood: Axel F. - 6 puntos

(Beverly Hills Cop: Axel F., Estados Unidos/2024)

Dirección: Mark Molloy

Guion: Will Beall, Tom Gormican y Kevin Etten

Duración: 115 minutos

Intérpretes: Eddie Murphy, Joseph Gordon-Levitt, Taylour Paige, Judge Reinhold, John Ashton y Kevin Bacon

Disponible en Netflix

Los créditos iniciales corriendo sobre una toma panorámica que muestra al auto de Axel Foley mientras suena "The Heat Is On", de Glenn Frey, dicen todo: comienza la nueva aventura de uno de los policías más famosos de los ’80 y principios de los ’90, años pródigos en comedias de acción sobre uniformados casi siempre honestos y muuuy copados envueltos en casos de corrupción interna o grandes conspiraciones a cargo de un villano malísimo. Pero estamos en 2024 y el detective Foley ya tiene unas cuantas décadas más encima, aunque un Eddie Murphy que duerme en formol se empecine en negarlo.

Resurgida bajo el paraguas de la plataforma Netflix, donde puede verse la trilogía previa, Un detective suelto en Hollywood: Axel F. ensaya una maniobra extraña para este tipo de películas, mandatadas a “actualizar” la vigencia de una franquicia que supo ser exitosa. Muy exitosa, en este caso: la primera entrega, dirigida por Martin Brest en 1984, es la 47º película más taquilla de la historia a valores actualizados por inflación. ¿Qué hace ahora, cuarenta años después de aquélla? Se rebela a lo esperable actualizando nada, presidiendo del abuso de guiño y proponiendo una película “como las de antes”. Que tampoco es gran cosa, desde ya.

El modelo narrativo es conocido, se lo llama buddy movie y casi que Murphy puede atribuirse haber sido parte de su invención. A fin de cuentas, fue una de dos patas de la pareja dispareja de 48 horas (la otra era Nick Nolte), piedra basal de las películas sobre dos personajes que no se llevan bien y son opuestos en sus formas de ser y trabajar, pero se complementan perfecto cuando aúnan esfuerzos contra los malos. Murphy vuelve a su métier y muestra rápido que su Axel Foley sigue siendo quien es al destruir docenas de autos por toda la ciudad solo para detener a un par de ladronzuelos.

Es, sin embargo, un tipo querido por toda la policía de Detroit. La que no lo quiere es su hija Jane (Taylour Paige), una abogada con quien casi ni se habla. Pirueta de guion mediante, Axel viaja hasta Los Ángeles y se entera que su hija está recibiendo amenazas a raíz de un caso de investigación de corrupción. Nueva pirueta, y resulta que Foley termina detenido frente al escritorio del detective Bobby Abbott (Joseph Gordon-Levitt), quien a su vez tuvo algo con Jane, la misma que paga la fianza y se encuentra… con los dos.

Están los cameos, la mayoría pertinentes; y también las referencias. Pero la película de Mark Molloy tranquilamente podría haberse filmado décadas atrás. De allí proviene su concepción del relato como una mezcla de secuencias de persecuciones y otras donde avanzan las dos tramas principales (la investigación del caso y la recomposición del vínculo de Foley con Jaimie), así como también el prescindir de todo dispositivo tecnológico falible de ser usado en la actualidad. Aquí todo se resuelve menos con gadgets y proezas físicas que con picardía e ingenio. Y con la sonrisa full encías de Murphy, al que no se veía tan cómodo desde Mi nombre es Dolemite (2019). Es el opuesto perfecto al muy serio Capitán Grant, némesis de Foley y a cargo de Kevin Bacon. Más ochentoso no se consigue.