La inflación de los trabajadores que releva mensualmente el Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET)  y el Centro para Concertación y el Desarrollo (CCD) a partir de una canasta de consumos de este segmento, se aceleró 0,4 puntos frente a mayo y alcanzó en junio una suba del 5,1 por ciento. El ingreso per cápita familiar se contrajo 15,1 por ciento interanual en el primer trimestre de 2024.

La inflación interanual llegó a 282,7 por ciento y la suba acumulada en el primer semestre del año fue de 88,3 por ciento, según la UMET. Los precios de servicios como electricidad, gas y agua traccionaron al alza la dinámica general. "De modo similar a los últimos cinco meses, la desaceleración de la inflación en junio estuvo asociada a dos factores: la estabilidad del dólar nominal (que volvió a subir en torno al 2 por ciento mensual), y que la inflación internacional (precios de importaciones y expor-taciones) mostró una tendencia declinante, en especial los precios en dólares de los cereales y oleaginosas, que tienen un gran impacto (directo e indirecto) sobre la inflación doméstica", asegura el informe.

Por concepto, la medición estuvo motorizada por Vivienda, que subió un 10,7 por ciento en el mes, principalmente por las alzas de electricidad y gas; y transporte que trepó 5,1 por ciento, destacándose alzas en subte y naftas. El resto de los capítulos también marcaron subas, aunque por debajo del promedio mensual. Entre ellas se destacan comunicaciones que aumentaron 4,5 por ciento, el rubro educación subió 4,4 por ciento en el mes, recreación y cultura aumentó 3,7 por ciento. 

Un poco menos acelerados se ubicaron equipamiento del hogar (+3,3 por ciento), Indumentaria y calzado (+3,1 por ciento), Alimentos y bebidas (+3 por ciento) y Salud (+2,2 por ciento).

Ingresos por escalera

La contracara del aumento de los precios es el bolsillo de los y las trabajadoras, cuyas paritarias no acompañan el ritmo de la suba, que se traduce finalmente en una distribución regresiva del ingreso que UMET se encarga de analizar en la segunda parte del informe. "En primer lugar, llama la atención la severa suba de la desigualdad, medida a partir del coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar. Esta métrica va de O a 1, siendo O una situación de perfecta igualdad (es decir, donde todos los ingresos se reparten exactamente del mismo modo) y luna de perfecta desigualdad (en donde un individuo se apropia de todo el ingreso generado). En el primer trimestre de 2008 el coeficiente de Gini alcanzó el valor de 0,467, el más alto desde 2008, y una suba considerable respecto a 2023 (0,446)", comienza la segunda parte del informe.

“En promedio, el ingreso per cápita familiar de los hogares se contrajo 15,1 por ciento interanual en el primer trimestre de 2024. Todos los estratos de ingreso perdieron contra la inflación, lo que augura una notable suba de la pobreza y la indigencia cuando el INDEC dé a conocer las mediciones en septiembre”, asegura el documento y alerta que “ las caídas fueron mucho más profundas en los estratos más pobres que en los más acomodados. En el decil 1 (10 por ciento de menores ingresos), el poder adquisitivo cayó 26,1 por ciento interanual, mientras que en el decil 10 (10 por ciento de mayores ingresos) un 11,3 por ciento. Es por ello por lo que la desigualdad subió y alcanzó el mayor nivel desde 2008”.

Para los analistas, “las razones detrás de este comportamiento diferenciado en los ingresos reales están asociadas a los ingresos laborales, que componen más del 75 por ciento de los ingresos de las familias y son la principal fuente de ingresos en todos los estratos sociales, incluso en los más pobres. Los ingresos del trabajo mostraron un patrón disímil entre los ocupados más vulnerables y los más pudientes: mientras que los ingresos laborales reales en el 10 por ciento más pobre se contrajeron 31,9 por ciento, la caída fue de un dígito en el 20 por ciento de mayores ingresos”.

Y, según detallan en el informe, “esto se debe a que la recesión afecta proporcionalmente más los ingresos de los trabajadores menos calificados, por lo general más sujetos a trabajos precarios y con alta volatilidad en las horas trabajadas, que suelen ser muy procíclicas. A su vez, la baja del impuesto a las Ganancias a fines de 2023 favoreció mucho más a los trabajadores de los deciles 9 y 10 que al resto. Esto explica por qué en este estrato la caída del poder adquisitivo fue mucho más moderada”, comentaron.