Yuku y la flor del Himalaya - 6 puntos
Yuku et la fleur de l’Himalaya, Bélgica/Suiza/Francia, 2022
Dirección: Rémi Durin y Arnaud Demuynck
Guion: Arnaud Demuynck
Música: Alexandre Brouillard, David Rémy y Jean Volsy.
Duración: 65 minutos
Estreno en salas, únicamente en versión doblada al castellano.
Dentro del universo del cine infantil, Yuku y la flor del Himalaya es un objeto extraño. Quizás no tanto por su historia y algunos de los recursos narrativos utilizados para contarla, sino por cuestiones vinculadas a sus formas. Uno de los elementos que se destacan dentro de ese marco formal es una estética gráfica sumamente original que, de forma deliberada, se mantiene al margen de la carrera por la perfección visual en la que se baten los grandes estudios, donde lo que impera es una impronta realista apoyada en la tridimensionalidad y la verosimilitud de las texturas. Por el contrario, esta película belga coproducida con fondos suizos y franceses elige desarrollarse dentro de la tradición artesanal, previa al uso de las herramientas digitales omnipresentes en la actualidad.
En ese orden, el diseño de Yuku y la flor del Himalaya se emparienta con el arte de los libros para chicos, con imágenes que simulan el uso de acuarelas e incluso el lápiz, bien lejos de cualquier intento de abrazar la realidad virtual, una búsqueda más afín a la industria del videojuego. Decisiones artísticas que la acercan más a las obras desarrolladas por el estudio irlandés Cartoon Saloon -cuyas películas de temática folklórica como Wolfwalkers (2020) o Song of the Sea (2014) han sido invariablemente nominadas al Oscar de su categoría-, que a los trabajos de Disney, Dreamworks, Sony o Pixar.
Esa simplicidad aparente tiene un correlato narrativo en la historia de Yuku, una ratoncita que vive con su madre, su abuela y una multitud de hermanitas menores en un castillo medieval. El paso de la infancia a la adolescencia se intuye en el doble rol que ella ocupa dentro de la trama familiar, donde debe ayudar a la madre en la provisión de alimento para todas, pero aún fascinada por el ritual de los cuentos que la abuela les lee en la biblioteca del palacio. En especial aquel acerca de una flor eterna que crece en el Himalaya. Cuando la lectura sea interrumpida por el ataque del gato de la casa, Yuku descubrirá el poder encantador de la música, distrayendo al felino con sus canciones, siempre con el apoyo de su ukelele. Pero la situación dejará a la abuela muy cansada y Yuku se embarcará en la aventura de ir en busca de la flor del cuento para traerle luz.
Por ese camino, Yuku y la flor del Himalaya se desarrolla como un musical animado de estructura e intenciones similares a los que abundaban en el cine infantil hasta la década de 1970. Tierna, colorida e inocente, la película aborda temas complejos, como la muerte y sus inevitables despedidas, con delicadeza y dulzura. Y, como las viejas fábulas repletas de animales verborrágicos, se permite proponer alguna enseñanza, redondeando un viaje cinematográfico ideal para los espectadores más chicos.