1970, Mar del Plata. Susana Rinaldi y Osvaldo Piro, por entonces pareja, hacían temporada en Magoya, emblemático teatro que fundaron ellos mismos. Después de una presentación, como era habitual, decidieron ir de sorpresa a la sala en la que se presentaba su amigo Aníbal Troilo, para compartir una cena y una charla. La misma noche también se presentaba Ástor Piazzolla. Cuando llegaron al lugar, “Pichuco” terminaba de tocar y venía el turno del autor de “Libertango”. Pero gran parte del público empezó a retirarse de la sala. “En la puerta, lo vemos al gordo Troilo y lo saludamos. Y él mira que la gente se levanta y se va; entonces se da cuenta de que muy pocos se quedarán para escuchar a Piazzolla”, rememora Rinaldi, ahora sentada junto a Piro en un sillón del primer piso del Teatro Picadero. Y sigue pintando la escena. “Troilo nos dice: ‘Chicos, ¿por qué no entramos un rato para oírlo al ‘Gato’?’ Y, claro, nosotros nos quedamos. Y se sentó en la primera fila para que Ástor lo viera y entrara la gente que se había empezado a ir ¡Se quedaron porque se quedó el gran maestro! Esos son gestos únicos. Tenía una gran sencillez y humildad”, retrata la cantora. En esos años, contextualiza Piro, Piazzolla aún tenía “una resistencia muy grande” en el ambiente del tango porque proponía “una evolución que rompía estructuras”. “Cuando Ástor fue consagrado en Europa, el argentino entendió que algo tenía que pasar si ése hombre estaba ahí”, dice Piro.
La anécdota aflora durante una charla que Rinaldi y Piro brindan por motivo de un espectáculo que los reunirá hoy y mañana a las 21 en el Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125) para homenajear, justamente, al bandoneonista, compositor y director de orquesta Aníbal Troilo, un autor clave para entender el tango. Si bien siempre es necesario celebrar a los grandes maestros, la excusa del concierto es que se cumplen 80 años del debut de Pichuco al frente de su orquesta típica. De este modo, Piro, quien fuera su discípulo y heredero de uno de sus fueyes, se pondrá al frente de una orquesta integrada por músicos que, en su mayoría, no superan los 30 años. A Troilo con Amor, tal el nombre del espectáculo, tendrá a la voz de Rinaldi como elemento central. “Nos une una generación que admiraba profundamente a este gran creador que fue el Gordo Troilo, por eso seguimos hablando de él después de tantos años”, introduce Piro. “Su obra está intacta, tiene la vigencia de las grandes obras, por eso vamos a remozar todo eso con arreglos nuevos que, por una parte hizo (Juan Carlos) Cuacci para Susana, y por otra parte hice yo. Y nos vamos a dar el gusto de trabajar juntos por primera vez, porque hicimos carreras independientes”, revela el bandoneonista de 80 años. Y Rinaldi completa esa idea: “Nos unimos especialmente en favor de Troilo: nos hemos encontrado en el escenario en algunas circunstancia, pero este compromiso es mayor”.
“Esta vez la estructura es la obra integral de Troilo: todo con lo que va a cantar Susana es Troilo con (Homero) Manzi, con (Cátulo) Castillo, (José María) Contursi, con (Enrique) Cadícamo”, adelanta Piro, radicado en La Falda desde 2003. No faltarán, de este modo, obras instrumentales y cantadas de todas las etapas del músico nacido en el barrio del Abasto: “Sur”, “Barrio de tango”, “Desencuentro”, “Respondo”, “Che bandoneón”, “Toda mi vida” y “Patio mío”, entre otros. Y, además, habrá una participación especial de José Colángelo, pianista de Troilo en su última formación orquestal.
–Además de talentoso, Troilo era generoso con los colegas más jóvenes...
Susana Rinaldi:–Yo vengo del teatro y Osvaldo aparece muy joven en el Festival de La Falda, a través de una orquesta que tenía un estilo, un modo y una prepotencia muy fresca.
Osvaldo Piro:– La generosidad de este gran hombre era maravillosa. Porque cuando gano en 1966 el Festival de La Falda como la revelación él me viene a ver al Patio del Tango. No lo podía creer. A partir de ahí decide apadrinarme en el primer disco. Un tipo consagrado que no tiene por qué hacer esas cosas. Otros ejemplos dan al revés: cuando los jóvenes empiezan a brillar se sienten que le están ocupando un lugar. Los grandes de verdad suman un complemento de cosas que los confirman como tales.
S. R.:–Esa época tan diferente a la actual.
–¿En qué sentido?
S. R.:–Uno se ganaba el lugar dando a conocer lo que hacía a la manera de cada uno. Y no había una discográfica que te instalara. Cuando alguien servía, no había tanto prejuicio como existe hoy. Estoy segura que dentro de la juventud hay mucha gente que tiene capacidad, además de la arrogancia que un joven tiene cuando empieza. Y en nuestro caso creo que eso fue respetado. Pero hoy los que mandan son los de arriba, los patrones y los empresarios, o sea, los que deciden quiénes tienen la posibilidad de hacer un “carrerón” o no. En aquella época, Troilo nunca le tuvo miedo a nada, era generoso de pie a cabeza.
O. P.:–De hecho, él lo lanza a Piazzolla como autor. Le grabó los primeros temas e hizo lo mismo después con Julián Plaza y Raúl Garello. Eran los músicos que tocaban en su orquesta.
–¿Y consideran que los nuevos compositores e intérpretes de tango valoran y atienden la obra de estos maestros?
S. R.:– No solo creo que sí, sino que los músicos jóvenes dan su parecer ejecutando las obras de estos maestros. Traen otra impronta, otra inventiva, y al mismo tiempo lo hacen con un gran respeto por lo que se hizo antes. No se corta el piolín y siguen sosteniendo obras que son distintas pero que recogen un resabio muy importante de la historia del tango.
O. P.:–Un ejemplo es nuestro hijo, Alfredo, que también es músico. Viene con lo que heredó de nosotros, de su maduración como hombre para entender a los grandes poetas del tango y además se mezcla con lo que le pertenece a él, como el rock. Hay una generación de chicos que son una maravilla. Tuve que tomar exámenes cuando me hice cargo de la orquesta estable Juan de Dios Filiberto y he descubierto a músicos muy interesantes. A esa edad son esponjas, absorben todo. Hay dos elementos que ayudaron mucho al desarrollo del tango y a recuperar estilos: la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA), inspirada por Horacio Salgán; y la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce, un proyecto del contrabajista Ignacio Varchausky. La pena es que la escuela de Varchausky no recibe el financiamiento adecuado de parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. A veces tenemos que hacer un poco de ruido y escándalo para que lo apoyen, porque a los pibes hay que darles un viático y facilitarles un instrumento.
–S. R.:–Con el tango nadie ha podido, por algo es. Lo han dicho los más grandes y los menos grandes, porque es una realidad. Hay historias maravillosas que lo confirman, como lo que nosotros sentimos en este momento: ser portadores de una historia que ocurrió en los años setenta, a pesar de que toda la que se venía era espantosa en la parte política, económica y social. Sin embargo, ahí estábamos diciendo cosas, con aquel tango que parecía ser dejado de lado. Interpretar la poesía dentro de la historia del tango es una de las satisfacciones más grandes que uno puede tener. Porque representa a un pueblo acostumbrado a luchar, no solo por sus derechos, sino por sus capacidades de entrega dentro de las sociedades que parecieran tan tumbantes. Y el tango siempre, a pesar de lo que se dijo muchas veces, acompañó los procesos sociales. Hay que ver también por qué el tango fue denostado en un momento y admirando profundamente por el pueblo en tantos otros momentos.