Fatboy Slim se reencontrará mañana con el público argentino en calidad de acto estelar de la primera fecha del Personal Fest, que este año regresa al Club Ciudad de Buenos Aires (Av. del Libertador 7501). “Amo su pasión y su sentido del humor. Está bueno volver”, asegura Norman Cook, el hombre detrás del álter ego, quien se presentará a las 23:55. “Aparte de la Argentina, estoy tocando mucho por todas partes del mundo. Y durante el verano tengo una residencia cada jueves en Ibiza, en el club Amnesia”. Luego del lanzamiento de ese discazo conceptual que firmó junto a David Byrne, Here Lies Love, en 2010, el músico, productor y DJ británico se alejó de los estudios para dedicarse a tiempo completo a los sets en clubes y festivales. “Lo más importante para mí siempre es hacer lo que amo, así que ahora mismo lo que más quiero es ser DJ. Claro que esto podría cambiar de un día para otro, porque sigo lo que me dicta mi corazón y no produzco material sólo por sacarlo. De todos modos, en este momento estoy trabajando en un proyecto de una película de Julien Temple que saldrá el año próximo”.
–¿Cómo prepara sus DJ sets? ¿O prefiere improvisar?
–Tengo un criterio de lo que creo que puede ser apropiado para esa noche. Normalmente, conozco los dos primeros tonos del track que voy a tocar. Así que todo fluye desde allí. También depende del público, de la atmósfera y del tipo de evento. Y en otras ocasiones de mi estado de ánimo.
–Cuando comenzó en la electrónica, se trataba de una música para una tribu, pero hoy llena estadios. ¿A qué le adjudica ese crecimiento?
–A internet. Muchos años atrás, antes de cumplir la mayoría de edad, antes de entrar en un club nocturno e incluso antes de escuchar la música de quienes estamos en esto, los chicos descubrían la electrónica mediante el boca a boca o a través de algún especialista de un programa de radio. En ese sentido, en Inglaterra tenemos a gente como Pete Tong, a quienes le estamos agradecidos. Pero hoy los jóvenes pueden acceder a esta cuando y donde quieran. Ya no es un culto ni una tribu más, sino una red mundial.
–Pero la etiqueta EDM, en la que intentaron incluirlo en varias ocasiones, se tornó en el brazo más vanidoso y comercial de la electrónica. ¿Qué opina sobre esta escena?
–La EDM (sus siglas son una suerte de redundancia debido a que significan Electronic Dance Music) es la conclusión comercial de lo que comenzamos con el big beat, pero es demasiado marketinera para mi gusto.
–A mediados de los 90, junto a artistas como The Chemical Brothers, usted fue uno de los precursores del big beat. ¿Le parece que este subgénero, basado en los golpes de batería, sigue en actividad?
–No creo. La idea de la mezcla de géneros evolucionó hacia otros estilos como el dubstep y la EDM. Fue un sonido que nació en ese momento con la idea de proponer algo nuevo en la escena e incluso de generar algo que sacudiera a la gente. Y me parece que cumplió su rol.
–A propósito de eso, el año pasado se cumplieron dos décadas de la salida de Better Living through Chemistry, que fue no sólo uno de los álbumes insignias del big beat, sino también el debut de Fatboy Slim. ¿Cuál es el recuerdo que más aprecia de ese trabajo?
–Fue un tiempo de oro para romper las reglas musicales y ver lo mucho que podíamos distorsionar y mezclar diferentes géneros sonoros. También fueron tiempos muy hedonísticos para mí, por lo que mis recuerdos son muy pocos, salvo que había fiestas y DJs todos los fines de semana. Y nos pasábamos toda la semana produciendo música, entonces decíamos: “¡Acá comienza el fin de semana!”.
–Usted es uno de los pocos artistas de la música electrónica que logró producir canciones que se convirtieron en himnos mundiales. Cuando hizo “The Rockafeller Skank”, ¿pensó que alcanzaría esa dimensión?
–Nunca me lo imaginé. Aunque, para serte sincero, cuando se lo mostraba a amigos o colegas todos coincidían con que sería un éxito instantáneo. Y así fue. Apenas fue lanzado como single, ese tema sonó muchísimos en las radios británicas. Sin embargo, lo que más me sorprendió fue la exposición que me dio, al igual que la posibilidad que me brindó de viajar por todo el mundo.
–Esa exposición le permitió ser uno de los productores del álbum Think Thank, de Blur. Cuando se acercó a ese trabajo, ¿se imaginó su rol en calidad de artista electrónica o como es integrante de una banda de pop?
–Intenté acercarme desde ambos lugares. Pero Blur ya tenía en claro, obviamente, lo que necesitaba. Es una banda de pop con ideas muy bien definidas. Así que, como alguien ajeno al grupo, me invitaron a ofrecerles una lectura fresca y novedosa de lo que habían hecho con esas canciones.
–Una vez que se separó The Housemartins, ¿volvió a tocar el bajo?
–En varias ocasiones. La última vez fue el año pasado, en el casamiento de un amigo. Hicimos una versión significativa de “Islands in the Stream” (la canción fue escrita por los Bee Gees, pero la inmortalizaron en 1983 Dolly Parton y Kenny Rogers).
–Estuvo en varios Mundiales de fútbol: en México 86 con The Housemartins, y en Sudáfrica, Japón y Brasil como Fatboy Slim. ¿Estará en Rusia?
–Probablemente no tendré la continuidad de los últimos Mundiales. Y es que, en buena medida, le temo a la agresividad y la homofobia de los hinchas del fútbol ruso.
–Ahora que Messi aseguró su participación en Rusia, ¿qué resultado auguraría si la Argentina se enfrentase a Inglaterra?
–¡Ustedes ganarían! Por supuesto... Pero Messi metería un gol de cabeza en vez de con la “Mano de Dios”.
–Ha tocado para muchas personas y en los lugares más impensados. Si alguna vez pensó en el retiro, ¿dónde y cómo le gustaría hacerlo?
–¡Oh! Suelo hacerlo en los lugares más tranquilos y secretos cuando lo necesito. Pero mi instinto por entretener puede más que yo, así que siempre me lleva a donde quiero pertenecer. Me encanta mi trabajo, por lo que rezo para continuar en esto por mucho tiempo más.