Por Juan Manuel Mannarino

Se imaginó conocer Argentina desde que era niña. Su padre, aficionado a la literatura y compositor de cine, le contaba cuentos heroicos de gauchos en la Pampa en las tardes de su infancia en Suiza; su madre, violinista clásica, ponía discos de Carlos Gardel y Astor Piazzolla. Por ella conoció luego a Martha Argerich y Lalo Schifrin. De adolescente tomó clases de tango. Hasta que se obsesionó por la figura de Oscar Alemán, aquel nacido en Chaco que tuvo una ascendente carrera en París y rompió prejuicios en la relación entre público masivo y jazz. Tanto como el descomunal guitarrista, Tatiana Eva-Marie dice que le gusta sentir el swing en las venas, una música esencialmente corporal que traza una línea estética desde el pop de los años '30 hasta el jazz moderno.

“Mi familia es fanática del fútbol, por lo que Maradona obviamente también era un nombre familiar importante en la mesa”, suelta con gracia Tatiana Eva-Marie, de 39 años, por teléfono desde París, donde está presentando su último disco, Djangology. Es una suerte de ofrenda a Django Reinhardt y Stephane Grappelli –que, bajo el mismo nombre, compilaron varios volúmenes en el que tocaron juntos–, padres fundadores del jazz gitano, campo en el cual Tatiana es hoy una de las referentes mundiales. La europea que vive en Brooklyn llega esta semana por primera vez a Buenos Aires, para una maratón de dos conciertos por noche en el Bebop Club. “En definitiva, es como si siempre hubiera conocido Argentina como un pariente lejano y mi expectativa es que se sienta como un hogar para mí. ¡Estoy muy emocionada! Es realmente un sueño hecho realidad”, enfatiza la que fue apodada por el New York Times como “el Ruiseñor del jazz gitano”.

La voz de Tatiana Eva-Marie, aterciopelada y a la vez profunda, es la de las que invita a experimentar un viaje en el tiempo. Son los suburbios parisinos de antaño, son los rasguidos de Django y la sombra poética de Édith Piaf, son los toques bohemios de un jazz que es más para bailar que para escuchar y que ha inspirado a decenas de imágenes cinematográficas. Considerada como “una millennial que sacude la escena del jazz” por la revista Vanity Fair, junto a otros talentos femeninos de su generación como Esperanza Spalding y Cécile McLorin Salvant, Tatiana fue conocida al frente de la Avalon Jazz Band, un grupo con toque parisino vintage que acumuló 80 millones de visitas en YouTube. Prodigiosa restauradora de una era dorada del jazz, su canto no renuncia a la herencia francesa y romaní y se expande en el Gran Cancionero Americano, yendo de Cole Porter a Sidney Bechet. En tierra estadounidense, curiosamente, se hizo conocida por haber actuado como telonera de Norah Jones o en las premières de películas de Hollywood y series como Mad Men.

Siente que Djangology es, en sentido estricto, su primer álbum. “Quería rendir un homenaje a Django el compositor en lugar de a Django el guitarrista, y quería imaginarlo componiendo sus melodías para que yo las cantara. Así que escribí letras y las arreglé con un sabor jazzístico y gitano. Fue divertido y conmovedor 'reimaginar' esta música que conozco de toda la vida”. Se descubrió escribiendo letras y colaborando con compositores contemporáneos. Tatiana Eva-Marie, además, acaba de estrenar su primera ópera como libretista en Suiza. Pues todo lo que hace, remarca, tiene un mismo objetivo: contar historias.

“Quiero usar todas las formas creativas posibles para contar estas historias. Apenas me considero una cantante, para ser honesta. Soy narradora musical e intérprete, a veces si estoy muy cansada o muy inspirada puedo incluso sentirme como una Pitia”, suaviza, sin considerarse una artista de masas. Y se explaya en su visión del mundo: “Ya sea que esté escribiendo o cantando, arreglando música, haciendo arte o incluso simplemente viajando, todas estas son formas diferentes de traducir mis pensamientos e impresiones, mi punto de vista y la humanidad en algo que pueda conmover a quien sea que lo reciba. Cantar siempre ha sido mi forma preferida, pero no sé qué me depara el futuro. Me interesa todo. Dicho esto, ¡no puedo imaginar que alguna vez dejaría de cantar!”.

Actriz, modelo, bailarina, compositora y directora de musicales, hace poco editó una revista cultural. Creció en una familia muy diversa, rodeada de gente de diferentes países y culturas, gente que había viajado mucho. Se define como una mujer sin fronteras. Arqueóloga de sus propias raíces, bebió del folclore y las costumbres. La belleza del arte, aclama, va más allá de las modas y hoy prefiere ubicarse en un espacio versátil. “No me gusta lo que la globalización ha hecho para aplanar las identidades en todos los países, pero también me disgusta la idea de la pureza cultural. Y detesto el espíritu de época que cultiva el mono pensamiento. Prefiero creer que podemos inspirarnos mutuamente y ocasionalmente polinizar de forma cruzada”, y explicita su afición por el arte, la cultura y la historia.

La poliédrica Tatiana Eva-Marie estudió literatura medieval y simbolismo en la universidad. Desde entonces profundizó en la relación con lo divino, la obsesión con el tiempo, el destino y la continuidad, como también los vaivenes de la memoria. Las referencias son múltiples y exceden largamente la música. Recuerda las películas de Chaplin, pero también los musicales de Gene Kelly, Fred Astaire, Rita Hayworth y, de las últimas, le encantó Midsommar: “Parece de terror pero es una crónica social profundamente filosófica con una banda sonora increíble. En su formación integral, rescata las pinturas visionarias de Hildegarda Von Bingen, las obras de Mircea Eliade, los libros de ciencia ficción como Solaris, de Stanisław Lem y películas pop como Indiana Jones. “E incluso cuando las ideas son simples, el arte ‘forma’ es lo que más me interesa. Hay infinitas formas de hablar de las cosas, infinitas formas de ver el mundo. Comulgo con el reciclaje”, se entusiasma, y cuenta que una última revelación fue conocer las pinturas de Nicolas De Staël en persona: todavía sigue conmovida por esos cuadros que al cerrar los ojos no disiparon la estrechez entre figuración y abstracción.

Retornar a los clásicos, escuchar música antigua y leer libros fuera de época. Dice que el arte puede, a la vez, cerrar puertas, abrir ventanas y cambiar vidas por completo. “Es nuestro poder mágico humano ser capaces de crear y abrir nuestros corazones para recibir la creación. Todo el mundo debería hacer ambas cosas”, dice Tatiana a través de la lente de su caleidoscopio musical, y antes de despedirse sugiere visitar a sus narradores favoritos, Henry Miller, Virginia Woolf, Francis Scott Fitzgerald.

Tatiana Eva-Marie se presenta el martes 16 y miércoles 17, a las 20 y 22.45, en Bebop Club, Uriarte 1658.