El audio de Cinthia Solange Dhers, ahora conocida en las redes sociales como “la cheta de Nordelta”, puso de manifiesto una serie de tendencias sociales que no son nuevas: la discriminación, la desigualdad, la relación con el otro, la distinción. Pero trajo al centro de la discusión, además, el tema de los barrios cerrados y las ideas que giran en torno a ellos. En diálogo con PáginaI12 la socióloga y doctora en Ciencias Sociales de la UBA Cecilia Arizaga reflexionó sobre el audio de Dhers a partir de su experiencia en investigaciones sobre countries que comenzó a fines de la década del ‘90, cuando se dio el llamado boom de los barrios cerrados. La autora del libro “Sociología de la felicidad. Autenticidad, bienestar y managment del yo” y directora de la carrera de Sociología en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), habló sobre la “fractura interclase de los sectores medios”, sobre la ostentación como método de diferenciación al interior de la clase media y el desprecio hacia el otro socialmente cercano. 

–¿Cree que el audio que se hizo viral representa el pensamiento de una parte de la sociedad?

–Lo que dice la mujer en el audio da cuenta de algo que ocurre en la sociedad y en un momento en particular de la Argentina, que empezó en la última dictadura y se mantiene hasta hoy. La movilidad social ascendente en Argentina después de la dictadura se volvió algo cada vez más precario, más difícil de conseguir y de sostener. Desde hace décadas se viene pronunciando un aumento en la desigualdad que no es solamente entre clases sociales, es decir de sectores medios que se distinguen y buscan distinguirse de clases populares, sino que se da una fractura al interior de los sectores medios, una fractura interclase. Dentro de los sectores medios aparecen sectores que, en un panorama de empobrecimiento creciente de las clases medias, experimentan una movilidad social ascendente. Esta movilidad social ascendente en muchos casos se da de una manera muy precaria, por lo cual hay una necesidad de marcar la diferencia con un otro que está muy cerca socialmente, que incluso pertenece a la misma clase social. Más aún, que era hasta hace poco parte del mismo nosotros, experimentaba una pertenencia con ese grupo social, pero hoy necesita marcar la pertenencia a un nuevo sector con la distinción de un otro que está apenas separado. Está separado, además, por barreras sociales que en general están marcadas no por capitales culturales ni por capitales que se han conformado a largo plazo, sino por capitales económicos que vienen de un corto plazo. El problema visual del que habla la mujer del audio, entonces, viene más por el lado del otro cercano socialmente y el miedo a la caída, a la vuelta a ese lugar. Por ese motivo hay una necesidad de exagerar esa nueva pertenencia y hacerla ostensible. Parece que el audio deja muy claro esto.

–¿Cómo funcionan en la sociedad esas barreras que menciona? 

–Las barreras que se levantan al interior de una sociedad responden a distintos capitales. En el audio se nota fundamentalmente la barrera económica, la barrera material. No se trata un capital cultural, por ejemplo, sobre el que ella quiere marcar la diferencia. Aparecen las barreras materiales y las barreras simbólicas que existen en nuestra sociedad. La primera se nota claramente porque habla de plata, de lo que salen los terrenos y del acceso a los mismos. La barrera simbólica aparece con frases que ponen en escena ciertas prácticas, como la crítica a la reposeras de Mar del Plata, a los perros, al mate. De hecho en el audio hay un contraste muy marcado en lo que ella dice sobre la Bristol y de Punta del Este. En el afuera también hay un imaginario del country, en el que es muy fuerte cómo se asocia el country con el ‘nuevo rico’. Esto se nota también en el audio. Ella pone en juego, como otra forma de distinción, el capital social, aunque muy teñido por el capital económico, cuando dice que conoce gente del Gobierno y menciona a Nicolás Dujovne (ministro de Hacienda de la Nación).

–¿Considera que hay contextos sociales o políticos que fomentan este tipo de discursos?

–Sí. hay contextos sociales, políticos y económicos que hacen que se legitimen más ciertos discursos. Pero principalmente ocurren por las desigualdades que existen dentro de la sociedad. Cuando más desigual es la sociedad, más aparecen estos discursos. Además, hay una naturalización de las barreras económicas y simbólicas que existen dentro de la sociedad. 

–¿Cómo cree, en ese sentido, que fue la reacción social a partir del audio?

–La reacción y la repercusión que tuvo se puede entender por la exageración de lo que dice la mujer, que es casi una parodia. Surge la pregunta de ¿cómo alguien puede pensar algo así? Yo creo que ahí hay cierta impostura por parte de la sociedad porque sabemos que ese tipo de pensamiento existe. En mi trabajo de campo en los barrios cerrados esto aparece constantemente, pero está presente en toda la sociedad, más allá de los countries. Hay algo que debemos pensar con respecto a la reacción que se dio sobre el audio. Hablamos siempre de que queremos sociedades más igualitarias, pero en nuestras prácticas todo el tiempo estamos fomentando la diferenciación. No es algo que pase solamente en Argentina, tiene que ver con un proceso global; las sociedades hoy son más desiguales y las personas hacen elecciones en relación a construir y levantar barreras simbólicas y materiales. Y la desigualdad le resulta funcional a la globalización. 

–¿Los barrios cerrados en Argentina aparecen dentro de esta tendencia de distinción?

–En la segunda mitad de la década del noventa se dio lo que se denominó el boom de los barrios cerrados. Cuando se dio este boom inmobiliario de los barrios cerrados había una diferencia muy marcada entre barrios cerrados y countries. Los countries eran un tipo de urbanización que tiene su origen hace muchísimos años, diría que desde los años 30 o 40. Eran espacios usados por las clases más altas para los fines de semana, que les quedaba más cerca del campo. Ahí aparecen los primeros countries, como puede ser el Tortugas. Después en los 70/80 aparecen countries utilizados como lugares de fin de semana para los sectores medios que se sentían más seguros que en lo que antes, para esos sectores, eran las casas quinta. Pero eran lugares para fin de semana que incluían espacios recreativos comunes, para hacer deportes y lugares social comunes. Sobre finales de los 80 y principios de los 90 esos lugares en muchos casos empezaron a ser usados como vivienda permanente, cuando estos sectores medios no podían sostener las dos casas, la vivienda en el centro para la semana y el country para los fines de semana. 

–¿Los barrios como Nordelta son lo más novedoso dentro de ese universo?

–Sí. Nordelta es un megaemprendimiento que responde a un modelo de urbanización creado en Estados Unidos que se llama Master Plan Community. La idea es hacer una miniciudad autosustentable, que adentro tiene supermercados, shoppings, oficinas, escuelas y hasta centros clínicos. En Estados Unidos hay muchos de esos megaemprendimientos que están divididos internamente por niveles sociales y por estilos de vida: algunos inclinados hacia actividades deportivas, otros náuticos, por ejemplo. Es decir, aparece al interior del barrio cerrado más fuertemente la tendencia de construir y levantar barreras simbólicas y materiales. En ese sentido lo que aparece muy claro en relación a estas urbanizaciones a escala global es la búsqueda de vivir y desarrollar la mayora cantidad de actividades entre ellos mismos, separándose lo más posible de los que consideran diferentes, de los de afuera. 

Entrevista: Juan Funes.