"Tenemos algo de esperanza y ojalá que lo encuentren vivo y sanito”, expresó José Peña, el padre de Loan. Sin tarima, micrófono ni altoparlante, el hombre fue el epicentro de una multitud que respondió a la convocatoria frente al Obelisco para hacer oír el reclamo por la aparición de su hijo tras casi un mes sin noticias de su paradero. 

Bajo el rayo del tibio sol de las dos de la tarde, cientos de personas se congregaron para pedir justicia por el niño desaparecido el 13 de junio en el pueblo correntino de 9 de Julio. "Con vida lo llevaron, con vida lo queremos", exigía el canto de los manifestantes. Con cada grito parecía como si hicieran fuerza para traerlo de vuelta. 

Inseguridad, miedo y corrupción fueron las grandes preocupaciones que motivaron a movilizarse a los manifestantes, en una marcha donde no llegaron a verse banderas políticas. Con esfuerzo, los presentes mantenían elevados sus carteles caseros que rezaban premisas muy similares: "Que aparezca Loan"; "Dónde está Loan"; "Que vuelva Loan"; "Todos somos Loan".

Alrededor de las 15, José se descompensó. Algunos agentes de policía y otros civiles lograron hacer un cordón para que el hombre pudiera pasar por el medio de tanta gente. A medida que avanzaba, la muchedumbre lo seguía por detrás y seguía cantándole, dándole su apoyo. "El pueblo te abraza, José", gritaba una señora en medio de la conmoción. 

Finalmente, el hombre llegó hasta la ambulancia del SAME que estaba sobre la avenida Corrientes y fue trasladado al hospital Argerich. Según dio a conocer más tarde el el titular del sistema de emergencias, Alberto Crescenti, Peña sufrió una crisis hipertensiva.

"Me emociona mucho ver al padre venir hasta Buenos Aires, a una ciudad tan grande", comentó a Página 12 Mirta, una de las manifestantes, durante el revuelo. Se sentía interpelada porque, hasta adolescente, vivió en un pueblo de Paraguay muy parecido al que desapareció Loan. "Realmente es un montón para ellos y es muy conmovedor que ante todo hacen su reclamo con respeto", añadió. 

Aun después de que Peña abandonara la plaza seca del Obelisco, la multitud siguió firme pidiendo justicia durante casi media hora. La marcha se vio poblada en su mayoría por mujeres de mediana y tercera edad, muchas de ellas madres, tías y abuelas que siguen el caso desde el primer día.        

Graciela vino desde Mocoretá, un pueblo de casi seis mil habitantes ubicado al ingreso de Corrientes. "Quería estar acá presente para darle apoyo a esta familia. Es muy desesperante. Yo tengo nietos y me destroza el corazón cuando a la noche me acuesto y pienso en esa criatura. Me parece terrible", consideró en diálogo con este diario y pidió con lágrimas en sus ojos: "Por favor a quienes se lo hayan llevado que reflexionen y devuelvan al chiquito. Dios quiere, y la virgen, que esté vivo".

Como lo sentía Mirta, el caso también le resonaba a Graciela en su carácter de correntina. "Vivimos hace tiempo en esta provincia y están pasando muchísimas cosas. La gente tiene miedo y por eso no habla. El poder judicial y el poder político se creen dueños de la gente y de la provincia, que están gobernando hace 20 años. Me entristece mucho todo lo que está pasando", lamentó.

Además, se refirió a la situación de las localidades pequeñas del interior: "Nosotros somos de pueblos, de ciudades chicas donde todos nos conocemos, todos sabemos las cosas, pero a veces se mira para otro lado hasta que nos pasan estas cuestiones terribles. En Corrientes hay mucha mafia, en varios aspectos. Dios quiera que la desgracia de este chiquito sirva para que Corrientes despierte y que piensen a quienes van a elegir a la hora de votar. Es una desidia total".

Un poco más alejada del tumulto, Rosalía se encontraba con su hija a upa, cada una portando un afiche pidiendo justicia por Loan. "Todos los días me levanto y pongo el noticiero a ver si hay noticias de este nene", dijo la mujer que suele ir a Corrientes de vacaciones porque tiene familia allá y le preocupaba que, la próxima vez, volviera con un hijo menos. Mientras peinaba a su niña de tres años, suspiró: "Podría haber sido un Loan en el monte, pero gracias a Dios no".

Para ella esto "es algo que se sabe pero no es escuchado porque hay mucha gente humilde". Decidió venir por Loan, para que aparezca con vida y también con el obejtivo de apoyar al papá: "No quisiera estar en su lugar", sentenció. 

"Somos de ir a Corrientes y sabemos que un nene no puede desaparecer en el monte. Es inexplicable. Ellos se criarion ahí, la teoría de que se lo podría haber comido un yacaré es mentira, no pasa. Acá algo raro hay, y nada bueno. Sino, ¿por qué tanto silencio? Es una vergüenza que el presidente esté viendo todo esto y no mueva un dedo. La otra vez por un perro que fue atropellado se hizo tanta justicia, ¿y este chico va 28 días desaparecido y nadie sabe nada?", se preguntó Rosalía con hartazgo.

Desde Morón, Sara viajó hasta el microcentro, también con un cartel hecho a mano, que mantuvo en alto durante toda la jornada. "Sigo desde el día uno la desaparición de Loan. A mí me tocó desde el primer momento cuando vi sus ojitos. Me toca mucho el corazón: soy tía, madre, abuela, hermana", expresó a Página 12

Para Sara, existe una deuda con la infancia de larga data. "Todos los gobiernos se olvidaron de los niños y de sus derechos. Esto fue la gota que rebalsó el vaso. Un chico más desaparecido, que por más que sea del interior nos pertenece a nosotros, y una familia más destrozada como tantas otras. Creo que el ciudadano común sea de cualquier fuerza política", señaló. 

Por otro lado, al igual que Rosalía, dejó en claro su disgusto por las actitudes de Javier Milei para con la familia del niño desaparecido: "No me gustó nada ayer que el presidente no atendiera a José y a su hermano Mariano. Él está de luna de miel todavía, encantado por el poder, con todo lo que está pasando, la violencia a nosotros que somos el pueblo". 

Informe: Carla Spinelli.