La presencia del marionetista Rubén Orsini siempre es destacable, distintiva; su particular sensibilidad supo acompañar la cotidianeidad rosarina, desde las presentaciones callejeras a los teatros. Entre la variedad de propuestas que ofrecen las vacaciones invernales, Orsini Marionetas se presenta hoy a las 16 en el Petit Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), con entrada gratis (por orden de llegada hasta agotar la capacidad).

Asistir a la intimidad que el toque mágico de Orsini despierta -en los objetos, en las marionetas, en el público- es siempre un privilegio. En estos días en crisis, devolver brillo a la mirada inteligente seguramente sea una de las maneras con las cuales sobrellevar, y superar, lo que sucede. “Pasé por un montón de etapas, que venían advirtiendo sobre lo que podía pasar, y finalmente pasó. Pero llegué a la resolución de que la única forma de continuar con energía, y totalmente concentrado en lo que quiero hacer, es haciéndolo con la mayor cantidad de fuerzas. A veces es medio desesperante, porque uno quizás pierde esa energía y se frustra, en el sentido de que todo el entorno está luchando y luchando. Por eso, hoy más que nunca, hay que continuar, y eso va a llevar a que realmente se produzca lo que uno quiere, que es compartir lo que uno hace”, comenta Rubén Orsini a Rosario/12.

“Llevo como 30 años de trabajo, y no sé si pasé por una etapa como ésta. Cuando pasé la del 2001, hacía funciones en la calle, la crisis era diferente pero el malestar era el mismo. En ese momento, tal vez por no saber ver todo el espectro, igualmente iba hacia adelante; y esa acción fue buena. Ahora, que uno tiene nociones de otras cosas y sobre el entorno, siento que es así, que hay que continuar, porque si uno no lo hace, ahí está la derrota”, continúa el marionetista.

-Se tiende a pensar en tu trabajo de manera relacionada a las infancias, pero no creo que deba ser así.

-Los niños tienen la ventaja de poder observar de forma directa, pero lo que hago está pensado para ser comunicado a todos, o por lo menos es lo que trato de hacer. Por ejemplo, la presentación del sábado va a estar dentro de un entorno en donde tienen prioridad las infancias, pero la infancia nunca va sola, sino con el adulto. Cuando levantás la vista, te das cuenta de que están todas las edades, y yo trato de llevar un puñadito de historias para todos, para diferentes apreciaciones. Como son apreciaciones, el mismo símbolo va a ser interpretado por cómo cada uno pueda, y es ahí donde aparece una multiplicidad de observaciones. O por lo menos ése es mi deseo, mi fantasía.

-Visto a la distancia, luego de tantos años y muchos públicos, también internacionales, ¿qué es lo que notás te permitió tu profesión?

-Cuando trabajaba en la calle, hacía mi número y mi espectáculo tratando de mostrar lo que a mí me gustaría observar, lo que a mí me gustaría hacer. No con el mensaje de si eso funcionaría, o no funcionaría. Esa transparencia, esa voluntad de poder dar el discurso que uno quiere, y no el que el otro quiere escuchar, fue algo sincero. Compartir esa imagen o esa idea, es algo que se prolongó en el tiempo, en el espacio, y también en las personas de diferentes culturas. Como si los distintos Rubén fueran muriendo para ir generando, cada uno, algo que quería decir en ese momento. Tal vez, en algunos momentos era oportuno, en otros desubicado, y algunas historias permanecieron más en el tiempo que otras. Hoy, cuando hago las historias que hace mucho se vienen compartiendo o se vienen siguiendo, me centro en la presencia de ese decir, para estar vibrante ahí, en ese momento, para que sea auténtica. Digo “presencia”, porque las marionetas tienen eso, tienen que estar ahí y dejar de ser un objeto, para poder tener una energía vivencial. Eso es lo que puedo decir, lo que me sostuvo en el tiempo, apuntalando a aquel que fui.

-Me fascina esa energía vivencial que comunicás, también hacia el público; de lo contrario, no podrían cobrar vida los objetos.

-Hay algo que tiene que ser auténtico, para que deje de ser una representación y pase a ser algo que esté sucediendo en ese momento, algo que solamente será completado con la observación del público, con la observación del otro; de lo contrario, solamente sería un símbolo en el aire. La única forma de que eso se genere es con el espectador; si el otro está ahí, podemos seguir, sino, solamente entramos en conversaciones o preguntas, quizás de manual. Yo tengo que estar preparado para, en ese momento preciso, ser como un mediador energético, para que eso se manifieste. Ése es mi oficio. Si no lo logro, todo el mensaje y mis 30 años de bagaje, quedan en la mitad, y sería una traición a todo lo que estoy haciendo.

-Te recuerdo en la peatonal, y sobre todo al público, que interrumpía lo cotidiano para observar cómo una marioneta cobra vida.

-Era otro tiempo, otra gente, otra forma; me encantaría decir que eso todavía está, pero creo que pasó a ser parte de un pasado. Estoy hablando a nivel espectador, cuando uno interrumpía el pasar o la vida de una persona, que no se esperaba ese tipo de intervención, y que dejaba de hacer lo que hacía. Era lo que uno buscaba. Pero esa forma de presenciar ya no existe, ni aquí ni en Europa la gente se detiene a observar un acto de creatividad como se hacía antes. Tal vez por la interrupción o la irrupción de las redes sociales, que llevaron a otra forma de saciar esa ansia de lo artístico, y a consumirlo de otras formas. De todas maneras, ese efecto sorpresa ya no existe.

La programación completa de Plataforma Lavardén puede consultarse en https://plataformalavarden.gob.ar/agenda/.