El mercado muestra cada vez más desconfianza en la estrategia del equipo económico. El dólar ilegal alcanzó a operarse por encima de los 1500 pesos a finales de la semana pasada y la brecha cambiaria se transformó en una de las principales señales de alarma entre los inversores. La idea de reemplazar los pasivos monetarios por letras del Tesoro generó un efecto boomerang e impulsó la incertidumbre de la city en lugar de calmar la ansiedad.

En el equipo económico siguen planteando un único plan de acción concentrado en sostener el tipo de cambio oficial con subas del 2 por ciento mensual hasta fin de año. Se trata un ancla para intentar bajar la nominalidad de la economía que ni el Fondo Monetario Internacional cree que pueda sostenerse. Los consultores no encuentran una explicación racional a esta falta de pragmatismo que muestra el gobierno.

Los inversores recibieron en las últimas semanas numerosos informes de coyuntura acusando al equipo económico no sólo de perder la brújula sino de mala praxis en el manejo de la macro. Por ejemplo, se critica que acelerar la baja de la tasa de interés a niveles del 40 por ciento nominal (con una inflación anual que corre a 3 dígitos) fue un punto de quiebre.

La pregunta del millón es si el gobierno tiene una carta escondida para sostener la apreciación del tipo de cambio oficial y suponer que la recesión del mercado interno permitirá en la segunda mitad del año bajar la inflación. A simple vista no resulta sencillo encontrar alguna estrategia que permita salir del laberinto cambiario sin ruidos y una devaluación.

El Fondo Monetario Internacional dijo abiertamente que todavía no tiene en la agenda establecer un acuerdo con Argentina que le permita recibir nuevos dólares frescos y aumentar las reservas. Los fondos de inversión privados están lejos de volver a prestarle al país con riesgo país de más de 1500 puntos y por el momento no se vislumbran otras fuentes importantes de divisas.

Una de las pocas alternativas que podrían imaginarse es que el gobierno está esperando a las elecciones de Estados Unidos, especula con una victoria del candidato republicano Donald Trump y anuncios de fondos directos para el país basados en la sintonía política con Milei.

En los próximos meses podría ocurrir que gane Trump, pero eso no significa que la llegada de dólares frescos se materialice. Tranquilamente puede suceder lo mismo que con los viajes de inversión que se hicieron en los últimos meses para ver a fondos y multimillonarios del sector tecnológico. La relación con Elon Musk es muy buena para las fotos y para las redes sociales pero, en la práctica, no implicó la entrada ni de un solo dólar al mercado interno.

En la medida que el gobierno no consiga resolver el problema de la falta de reservas internacionales la incertidumbre de los inversores irá en aumento. Se puede hablar de déficit fiscal cero y de emisión cero pero sin dólares en las reservas las posibilidades de contener las expectativas de devaluación para los próximos meses se hacen cada vez más escasas.

En uno de sus últimos informes el estudio de Marina Dal Poggetto lo resumió de la siguiente manera: “Este nuevo experimento de dólar atrasado sólo puede sobrevivir si aparecen dólares que permitan retomar la credibilidad sobre la capacidad de pago de los vencimientos de deuda mejorando significativamente el precio de los bonos y bajando la brecha cambiaria”. Ni Trump, ni el blanqueo, ni el RIGI parecen suficientes para dar un golpe de efecto.