Un cuarto de siglo

En gastronomía, pocos lugares logran sobrevivir a las crisis y modas caprichosas para convertirse en clásicos. El caso de D’Oro es muy especial: no sólo está cumpliendo sus primeros 25 años de vida, sino que lo hace en el Microcentro, el barrio más golpeado por la pandemia. Mientras que otros cerraron o perdieron calidad, D’Oro se mantiene incólume, haciendo los cambios necesarios para mantener su espíritu intacto. Modificaron el salón, profesionalizaron la administración, pero la cocina mantiene los mismos principios morales de siempre: calidad de materia prima y recetas italianas traducidas al modo de comer argentino.

Ubicado frente a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, desde fuera D’Oro dice poco: una puerta angosta que conduce a un salón de ladrillos desnudos, parte del casco histórico de la capital porteña. La carta incluye clásicos de siempre y novedades. Un Carpaccio di Bresaola (carne cortada a modo de fiambre, rúcula, queso pecorino y un aderezo de mostaza con miel, $18.800); los langostinos salteados con oliva, ajo, peperoncino, todo desglasado con vermouth ($17.700) y –más invernales– las ricas polpette, unas albóndigas con queso pecorino, pomodoro

italiana y tomates cherry a $12.800 son entradas posibles. Luego, hay que ir por las pastas: las secas son italianas, las rellenas son bien caseras. Ravioles de achicoria, brocoli, ricota y chorizo con pomodoro italiano, crema y vodka ($20.700); paccheri (como un mostachol de mayor diámetro) con queso azul, hongos y crema ($18.400); ñoquis de papa con pesto, mascarpone,

stracciatella y tomates secos ($16.700), tres ejemplos entre muchas más opciones. Se suman algunos pescados, risotti, ensaladas, carnes. Y, claro, tiramisú de postre ($8.600).

En un barrio poblado de opciones rápidas, D’Oro supo hacerse un nombre como un restaurante de aires elegantes y cocina sabrosa. Más aún, es de los poquísimos que logró traspasar la frontera del atardecer, con muchos fieles clientes que lo visitan de noche. Un cuarto de siglo bien cumplidos.

D’Oro Italian Bar queda en Perú 159. Horario de atención: domingo y lunes, mediodía; martes a sábados, mediodía y noche. Instagram: @doro.italianbar.

Más que un bodegón

La cocina española en Buenos Aires suele ser reproducida por bodegones variopintos y clubes de colectividad, lugares populares que apuestan a la relación precio calidad con un ambiente familiar. Pero lo de El Burladero va mucho más allá. Ubicado en la Recoleta más tradicional, esta creación de los tres hermanos Waisman (los mismos de Sottovoce, Fervor, Il Quotidiano) logra cumplir muy bien sus objetivos. El lugar es informal y ruidoso pero con la elegancia que el barrio precisa; cuenta con mozos de oficio que saben a la perfección cómo atender a su público; la carta transversal de identificación española gusta a todos; y apuesta a la calidad de la materia prima como norma de conducta. Apoyado en esos sólidos sostenes, El Burladero tiene sus mesas siempre llenas.

La carta arranca con clásicos: ricas las setas de cultivo a la plancha con huevos y jamón crudo a $16.000; nostálgicos los buñuelos de bacalao ($16.000), impecables los chipirones en todas sus versiones: rebozados y fritos ($17.600), en su tinta ($16.000), encebollados ($20.100). Hay además gambas al ajillo, tortillas, croquetas y dos estrellas ibéricas: el jamón de jabugo de 5J a $117.200; y el pulpo a feira a $64.600.

Entre los principales, el rabo al vino tinto (sale deshuesado, para felicidad y facilidad de los comensales, $24.200) es perfecto para el invierno, lo mismo que los callos a la madrileña ($16.800). Otros platos posibles: riñones al jerez ($18.000), un tiernísimo cochinillo entero a $40.900, la pesca en salsa verde a $20.100. Pero lo más pedido va por el lado de los arroces, con paella de mariscos ($51.200 para dos personas; 95.200 para cuatro) o un arroz negro con calamares y gambas ($43.400/78.600), entre otros. Se suma una fideuá a base de fideos tostados, que sale con chipirones y langostinos a $46.500/78.600. De postre los churros con salsa de dulce de leche y de chocolate son adictivos.

En un país donde lo español es parte del ADN, El Burladero sabe cómo enamorar a su público.

El Burladero queda en Pte. J. E. Uriburu 1488. Horario de atención: todos los días mediodía y noche. Instagram: @elburladerorestaurante.

El viaje necesario

Se llama “Unión General Armenia de Beneficencia”, pero es más conocida como UGAB, una propuesta gastronómica muy querida en Buenos Aires. Hay una historia por detrás: desde 1979, UGAB viene realizando cenas de cocina armenia los días viernes y sábados de marzo a diciembre, siempre en la sede del barrio de Palermo, con un objetivo: juntar fondos para el viaje de estudios que cada año realizan los alumnos de quinto año del Instituto Marie Manoogian a su madre patria, Armenia. Esto gana valor al recordar que los armenios emigraron de manera forzada por la persecución y el genocidio perpetrado contra ellos por el estado turco hace poco más de un siglo. Este viaje es así un hecho político de identidad y de memoria.

Dicho esto, lo mejor es que además se come rico y a buen precio, combo bienvenido que le vale una larga hilera de comensales felices. En un principio cocinaban los padres de los alumnos; con el éxito precisaron profesionalizarse. Hoy cuentan con cocineros estables (y ayuda de padres); como mozos, ahí están los alumnos, algo despistados pero voluntariosos. El menú es amplio e incluye todos los bestsellers de la diáspora armenia: hummus con tahine ($4.600), mahmara (puré de morrones asados con nueces, $4.900), keppe crudo de carne con trigo ($6.100), unas menos conocidas chikefte de arvejas con trigo ($5.400), entre más platos fríos. La opción más pedida: la mezzé arat para dos personas, una picada con varias cosillas a $11.000. De la parrilla salen las brochetes especiadas (shish de lomo a $12.200; jorovatz de cerdo con madzun a $11.100). Se suman muchos más platos, como arroz pilav con pollo ($8.200), las berenjenas fritas con carne y salsa blanca ($8.200) o los riquísimos mantí (como raviolitos de carne) que salen con salsa a base de yogur ligera y sabrosa ($9.500). Los dulces siempre bien golosos, al estilo armenio: baklavá, kadaif, curebié, todos a $3.000.

Ubicado en un enorme salón de actos con capacidad para unas 200 personas, durante la cena habrá show de danzas tradicionales bailadas por los propios chicos, todo en un ambiente de alegría compartida.

Ugab Cenas queda en Armenia 1322. Viernes y sábados a las 20.45. Instagram: @ugabcenas. Además cuentan con local de take away de platos armenios.