La crisis política se profundiza en Francia impulsada por el desconocimiento del resultado electoral del 7 de julio por parte del presidente Emmanuel Macron. Pasaron tres días desde las elecciones, antes de que Macron rompiera el silencio, y lo hizo a través de una carta dirigida a los franceses publicada en medios regionales. En ella dice que ninguna fuerza política alcanza “la mayoría suficiente” y sostiene que nadie ha ganado las elecciones.
La tradición de la quinta república, el actual sistema de gobierno, es que el presidente escoja un primer ministro salido de la primera fuerza política, es decir de la que cuenta con más diputados.
La realidad negada
La realidad negada por el presidente es que el Nuevo Frente Popular (NFP ), la coalición de izquierda, quedó en primer lugar con 182 diputados, le sigue la coalición oficialista Juntos (E!), con 168 diputados, mientras que la extrema derecha de Agrupamiento Nacional (RN) logró ubicar 143 diputados y la derecha clásica de Los Republicanos (LR) tiene 60 diputados. Para alcanzar la mayoría absoluta es necesario contar con 289 diputados.
Pero hay algo que el presidente parece pasar por alto en su mensaje. Desde que se conformó la legislatura anterior en 2022, las coalición del presidente contaba con 250 diputados, es decir una mayoría relativa, pero que no le impidió gobernar. Macron nombró entonces como primera ministra a Elisabeth Borne, la que reemplazó luego por Gabriel Attal. A pesar de no contar con una “mayoría suficiente”, la coalición de Macron gobernó durante dos años.
La carta
En la carta el presidente llama a los diputados electos por las fuerzas republicanas a construir una mayoría sólida y estable. Será entonces cuando el presidente designará un primer ministro que salga del gran espacio moderado que presumiblemente continuaría con algunos parches la misma política neoliberal actual. Este gobierno de coalición estaría integrado por Juntos, Los Republicanos, y los socialistas a los que intentan separar del NFP; ya han hecho desde el gobierno un público llamado al expresidente y actual diputado socialista, François Hollande, para que inicie movimientos en este sentido.
El secretario general del sindicato de los ferroviarios, Thierry Nier, ha calificado a la carta del presidente a los franceses, como “una provocación”. Y la secretaria general de la CGT, Sophie Binet dice “Emmanuel Macron nos quiere robar la victoria”. La CGT hizo campaña a favor del NFP, que contiene un programa con muchas reivindicaciones de la central sindical. Los sindicatos y movimientos sociales llaman a una manifestación el 18 de julio para custodiar el resultado electoral y presionar al jefe de Estado para que nombre un primer ministro del Nuevo Frente Popular.
La sucesión
En paralelo mientras se dilata la designación de un nuevo primer ministro, la coalición de gobierno ha iniciado la batalla por la sucesión presidencial. La disputa se libra entre el ministro de interior Gerald Darmanin, del ala derecha del gobierno y el primer ministro saliente, Gabriel Attal, más inclinado al centro derecha. Attal se independiza del presidente Macron y asume este sábado la presidencia del bloque de diputados oficialista Renacimiento, integrante de Juntos. La respuesta de Darmanin al nombramiento de Attal como presidente del bloque, ha sido cortante: “esto no condiciona la línea política ni el funcionamiento del partido”.
La autoridad del presidente declina y el tiempo que parecía ser su aliado para intentar dividir al NFP ahora le juega en contra, y no puede controlar más a la tropa propia que se encamina a una guerra para suceder al ocupante del Elíseo.
Sin acuerdo en la izquierda
Mientras tanto el NFP lleva más de una semana sin ponerse de acuerdo en quién será el candidato a primer ministro por la coalición de izquierda a presentar al presidente. Desde el viernes un nombre ha sonado con fuerza. Se trata de Huguette Bello, una mujer de 73 años, feminista y antiracista, presidenta de la región de la Reunión, isla francesa situada en el Océano Índico. Antes de ser presidenta de la Reunión Bello fue diputada por el grupo comunista durante 23 años, y su nombre ha sido propuesto por el secretario general del Partido Comunista (PCF), Fabien Roussel. Bello cuenta con el aval de La Francia Insumisa (LFI) pero el gran obstáculo hasta ahora para ser la candidata a primera ministra del Nuevo Frente Popular es la ambción de Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista (PS), quien sostiene estar listo para asumir la función de primer ministro, pero no logra el consenso de las otras fuerzas de la coalición.
En el mes de junio Faure había expresado al líder de LFI, Jean-Luc Mélenchon, que le correspondía presentar un candidato a primer ministro por el NFP a la fuerza política que tuviera mayor cantidad de diputados. Pero parece haberse olvidado por completo de aquella regla que él mismo fijó.
En todas estas disputas por formar el nuevo gobierno, que van de izquierda a derecha, se respira un aire de campaña presidencial anticipada para colocar al nuevo inquilino del palacio del Elíseo en 2027.
Tamblea el discurso hegemónico
Más allá de las disputas palaciegas, la lucha de fondo es por el modelo social y económico. LFI parece encarnar la única opción seria de romper con el modelo neoliberal. Entre sus propuestas figuran la de cambiar la constitución y fundar la sexta República en la que el mundo de las finanzas y los lobbys no condicionen la política, incluir la posibilidad de referéndums revocatorios y la desmonopolización de los medios de comunicación para garantizar la libertad de información. En materia internacional LFI critica la pertenencia de Francia a la alianza militar OTAN porque el país pierde independencia y los tratados de libre comercio.
Probablemente estas sean las razones por las que LFI y su líder Mélenchon son acusados de no integrar los valores republicanos, son acusados de ser extremistas en todos los medios de comunicación, y generan consenso entre las otras fuerzas políticas defensoras del orden neoliberal, en considerar inadmisible la posibilidad de que el futuro gobierno francés tenga ministros de La Francia Insumisa.
El expresidente de LR Eric Ciotti y actual socio de los lepenistas llegó al extremo de sugerir en más de una entrevista que se debía plantear la disolución de LFI y la proscripción de la fuerza política liderada por Mélenchon.
Excomulgados
Esta semana ha sorprendido escuchar al ministro del interior Darmanin y otros políticos de derecha decir que el límite aceptable para formar gobierno ya no es sólo LFI sino también los ecologistas, a quienes añaden a la lista de los excomulgados de la República.
El desarrollo de los actuales acontecimientos políticos en Francia, de constituirse un gobierno del NFP y plasmar con éxito algunas de sus propuestas, podría desembocar en una derrota del modelo liberal globalizador y abrir una fisura en uno de los países centrales al discruso hegemónico.
Esta preocupación es la que está detrás de la inquietud de las élites y del desconocimiento del resultado electoral por parte de Macron. Pero la disputa amenaza con abandonar el palacio y trasladarse a las calles. Los tiempos para formar un nuevo gobierno se acortan y todos los partidos políticos parecen urgidos en definir la disputa cuanto antes.