Quizás un recuerdo de la infancia que muchas compartimos sea meterse a la pileta o al mar con una amiguita y jugar a ser sirenas. Tratar de nadar con los pies juntos, colocar el pelo en dos mitades sobre el pecho, descansar sobre una roca o intentar peinarse con el tenedor. Para muchas, ese juego de rol quedó en la infancia, tiempo al que pertenece naturalmente la ficción. Pero para otras y otros, ser sirena es también su vida adulta. Por eso, las promos de Sirenismo Argentina siempre empiezan preguntando "¿alguna vez soñaste con ser una sirena?".

Son performers. Se presentan con su cola única en cumpleaños infantiles, ferias temáticas, eventos. Posan para fotos artísticas y actúan en videos musicales. Se pavonean en la orilla del mar, mueven la cola a los curiosos y encantan a chicos y grandes por igual. Hipnotizan con brillos, sonrisas y se permiten sin tapujos ser, por un rato, seres mitológicos.

La conexión de Natalia con el mar, el agua, los barcos y la navegación fue desde muy pequeña. Oriunda de Lanús, su papá hoy retirado era oficial de la Prefectura Naval Argentina. "De muy bebé mi mamá me llevaba a visitarlo al puerto donde él estaba, y ese mundo ya me parecía fascinante. Empecé a dar mis primeros pasos en la cocina de un pesquero", recuerda. 

Trae consigo un dibujo infantil de una sirena suspendida en el aire (o en el agua, si imaginamos). La sirena es esbelta y está sonriendo. Dos mechones de pelo le caen sobre el pecho. Un dibujo bastante bien logrado para la Natalia de tres o cuatro años que lo dibujó. "No sé realmente a esa edad de dónde había visto o sacado el concepto de las sirenas, pero era algo que yo ya tenía en mi corazón", afirma. 

Dicen relajarse y encontrarse bajo el agua.

Por la cercanía con el trabajo de su padre, practica buceo desde muy chica. El mar se convirtió en un espacio de refugio frente a una infancia que la expulsaba de la experiencia de ser una niña. "Tuve una infancia interrumpida en la que sufrí abusos. La idea de escapar al mar y convertirme en una sirena se grabó en mi mente en ese momento, y cuando tuve conciencia de lo que estaba viviendo pude escapar de esa situación", afirma. 

Eligió la carrera de marina mercante para estar cerca del mar. Navegó durante diez años conociendo diferentes partes del mundo. En uno de sus viajes, conoció el mermaiding o sirenismo. El nombre no deja demasiado lugar a la interpretación: es, básicamente, ser una sirena. Pero es mucho más que eso. 

Los aspectos deportivos del sirenismo incluyen nadar como una sirena, por supuesto, con las piernas juntas en impulsos que nacen de la cadera. Pero también saber flotar y tener conocimientos de respiración bajo el agua, utilizando las técnicas del freediving, es decir, buceo a pulmón o sin tanque. Para poder emular a estas criaturas mitológicas es necesario poder aguantar la respiración, mucho tiempo y en actividad. Esto requiere de trabajo pulmonar, y un estado mental que permita concentrarse y pasarla bien mientras se restringe el ingreso de oxígeno.

"Para mí fue algo maravilloso porque dije esto es lo mío, este es mi propósito, este es mi destino. El agua renueva, te cambia, te limpia, te purifica. Creo que todo lo manifesté desde ese dibujo que hice cuando era chica", concluye, emocionada. 

Natalia, junto con Yasmín, Nicolás, Giuliana y Paula, administran Sirenismo Argentina, una comunidad que nuclea a todas las sirenas del país, difunde y brinda información de calidad sobre el sirenismo. Casualidad o no, la mayoría son de la zona sur y oeste de la provincia, excepto Paula, la primera sirena en volverse viral en las redes sociales, que es de otro sur: Esquel. Recién en noviembre del año pasado se juntaron por primera vez, pero esta joven comunidad ya se organiza a pasos agigantados y tiene una visión prometedora sobre el futuro. 

"¿A quién no le gustan las sirenas?", pregunta retóricamente Yasmín, cuya historia con el mermaid no tiene un origen en su infancia pero también llegó a ella en un momento de dificultad. Hace dos años y medio quedó discapacitada por una operación de columna. "Tuve que volver a aprender todo, todo lo que se te ocurra: a caminar, a levantar un tenedor, a ponerme un pantalón. Por una cuestión de lógica, no puedo hacer más deportes de impacto, no puedo ni saltar ni correr por el resto de mi vida. Pero sí puedo nadar", afirma. 

Giuliana o "Nela" es actriz y considera esta una más de sus actividades.

Pero hasta que se dió cuenta de eso pasó un tiempo en depresión. No podía pasar ocho horas sentada, entonces tuvo que renunciar a su trabajo de manicura. Cerca de su casa en ese momento, en Versalles, estaba la única escuela del país que certifica internacionalmente a las sirenas. Fue como del destino. No solo se certificó, sino que hoy es instructora de otras jóvenes sirenas que también buscan en el agua un universo distinto al que encuentran en la tierra. 

"Te va a parecer un poco loco, pero con todo este tema de sirenismo yo pude sanar a mi niña interior. Cumplí la fantasía de estar vestida como sirena, de los brillos, de ilusionar a los chicos. A mí me fortaleció un montón, tanto artística como mentalmente", afirma. Yasmín fue la encargada de agrupar a las sirenas desperdigadas por el país y conformar el grupo de Whatsapp que hoy es Sirenismo Argentino. Sobre todo, a través de sus redes sociales ayudan a otras aspirantes a sirena a convertirse en sus formas finales mitológicas. 

Conseguir la cola no es tan complejo. Las sirenas las compran en tiendas especializadas, las mandan a hacer, o se las hacen ellas mismas. Lo más complejo es la monoaleta: aquello que las ayuda a propulsarse. No existe industria nacional por lo que hay que importarlas, y son un elemento costoso. La empresa de Natalia, que comercializa elementos de sirenismo, está en conversación para empezar a hacer más accesible el elemento primordial a las sirenas argentinas. 

"Acá no se discrimina a nadie. No importa tu religión, tu orientación sexual, el peso de tu cuerpo, no importa nada", afirma Nicolás, que creció en el límite entre Cañuelas y La Matanza. Cuando era chico lo llevaban a pescar al Paraná. "Desde ese momento ya me encantaba estar en el agua. En verano iba a la pileta municipal de González Catán, y me encantaba irme a la parte profunda. Al margen de que nunca supe flotar ni nadar me las ingeniaba igual, me resultaba natural impulsarme bajo el agua. Ahora que lo pienso es gracioso que una persona que no sabía nadar de chico ahora practique sirenismo", afirma. 

Si bien trabajaba de empleado administrativo en atención al público, desde los 18 años es modelo independiente, más que nada de temática fantástica. En 2014, empezó a ver videos de youtube de dos sirenas estadounidenses: Hannah Fraser y Melissa Mermaid. Quedaba hipntizado por la manera en la que ellas se desenvolvían en el agua, tan naturalmente. Comenzó a verlo como algo posible y en 2016 obtuvo su primera cola, de látex, confeccionada por un amigo. Su nombre de tritón es Aquiles, su segundo nombre de pila. 

Nicolás o "Aquiles", tritón de La Matanza.

A pesar de que para él el mermaiding "es libertad, es paz, es poner la mente en blanco", no todas las personas piensan lo mismo. Sus compañeras sirenas recibieron más de un comentario negativo sobre este deporte tan incomún. Aunque él afirma que bajo el agua, todo resbala. "He tenido alguno que otro comentario del estilo "no te parece que sos bastante grande para estar jugando a ser una sirena" o algo así. Pero a mi sinceramente no me interesa. Yo hago la mía, practico lo que me gusta, hago lo que me gusta y no tengo por qué darle explicaciones a nadie. Si te gusta, bien, y si no, bueno, seguí de largo", afirma Nicolás, muy seguro. 

Es lo mismo que le sucede a Giuliana, que vive en zona sur y es actriz de teatro musical. Sobre todo, en contra de las malas lenguas, que suelen decir que quienes practican este deporte "se creen sirenas", lo hacen su identidad o su autopercepción. "Mirá, yo conozco un montón de gente y nadie me ha dicho nunca algo así. Sí que lo pueden mencionar como parte de su propia identidad, de los valores que se defienden como grupo, como el amor y el cuidado por la naturaleza, la conexión con el océano, y los valores tradicionales del deporte: la salud y el respeto mutuo. Acá hasta donde yo sé no hay nadie que se coma el personaje hasta tal nivel", afirma. 

Al tener una larga formación de actriz, Giuliana se toma ser sirena como una parte más de sus actividades. Una divertida y desafiante. "Actoralmente es como subir la vara un poco más, juntar habilidades y desafiar a tu cuerpo, adoptando otra corporalidad. Pensá que de la nada tenés que aprender a moverte en otro elemento que es más espeso, tenés las piernas juntas, etcétera", afirma. 

Con respecto al futuro, Sirenismo Argentina tiene muchos planes, dentro y fuera del agua. "Nos gustaría poder ir todos los meses a una provincia distinta e ir recolectando sirenas del país. Hacer concursos de belleza, competencias de destrezas y habilidades abajo del agua. Hay un montón de cosas que hay para hacer porque la verdad que es algo tan nuevo que no tiene un techo todavía. Tiene un piso, pero no tiene un techo", afirma Yasmin. Lo que tiene, seguro es un medio y un fin: el agua, y la ficción por la ficción misma.