Uno de los conscriptos enviado a Malvinas tenía hambre. Empezó a sacar comida de los cofres para él y sus compañeros. El subteniente Jorge Taranto lo descubrió y ordenó que lo estaquearan. Estuvo cuatro o cinco horas atado de pies y manos. Como toda protección ante un bombardeo nocturno, le colocaron un nylon. Otro soldado estaba tan cansado que no se podía levantar. Taranto desenfundó el arma y le disparó seis o siete veces entre los pies. A otro colimba lo venció el sueño durante una guardia. Taranto le sumergió la cabeza en el agua helada. Taranto fue uno de los militares retirados que fueron invitados a desfilar el 9 de julio por el gobierno de Javier Milei y que fueron señalados por el Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) La Plata como quienes torturaron a su propia tropa durante la guerra de 1982.
Malvinas viene funcionando como el caballo de Troya para el gobierno de La Libertad Avanza (LLA). El 2 de abril pasado, durante el acto en Plaza San Martín, Milei llamó a la reconciliación con las Fuerzas Armadas. En febrero, su ministro de Defensa, Luis Petri, había permitido el homenaje a un represor, Horacio Losito, con el argumento de que es un “héroe” de Malvinas. En la campaña, Patricia Bullrich –cuando competía con Milei–, había ido a Punta Lara para prometer que no habría veteranos detenidos.
En el desfile del 9 de julio, el CECIM detectó a varios denunciados por torturar en las islas. Entre ellos, se encontraba Emilio José Samyn Duco. Hay un soldado que relató que el entonces subteniente lo tuvo dos días estaqueado por haber carneado a una oveja. En ese tiempo, una bomba le estalló al lado y lo dejó ciego.
También estuvo Marcelo Llambías, que tiene denuncias por torturar en Malvinas. Durante el gobierno de Néstor Kircher, Llambías fue destituido del Ejército después de que lo condenaran por asesinar a un camarada. Llambías ejerce como abogado penalista. En las causas por las violaciones a los derechos humanos durante la guerra, se venía presentando como amicus curiae (amigo del tribunal) para dar argumentos en favor de sus compañeros de armas. Lo hacía a través de la ONG Defensores de Derechos Humanos de Latinoamérica. Ese grupo también denunció al fiscal que impulsa la investigación por los tormentos. Llambías fue uno de los invitados de Victoria Villarruel al acto que organizó el año pasado en la Legislatura de la Ciudad, que sirvió como una justificación de la dictadura.