Puede que no uno no esté seguro de dónde vio a Alicia Witt, pero sí que al menos la vio en alguna parte. ¿La niña espeluznante en Duna, de David Lynch? Era ella. ¿La hija adolescente de Cybill Shepherd en la comedia de los noventa Cybill, y la ejecutiva de Hollywood que tuvo un romance con el mafioso Christopher Moltisanti en Los Soprano? También ella. Pocas personas pueden decir que han interpretado a la novia adolescente de Madonna, secuestrado a gente en The Walking Dead y grabado con Ben Folds. Pero esas fueron sus decisiones. "Tuve cuidado de no interpretar el mismo tipo de papel una y otra vez, porque eso es lo que pasa en Hollywood", dice la actriz y música de 48 años. Cuando las ofertas se volvían repetitivas, se aseguraba de cambiar. "Si fui demasiado al extremo en eso, no lo sé... pero a estas alturas no estoy encasillada".
Witt ha llegado de su jardín, donde estuvo arrancando malas hierbas y ensuciándose las uñas. Vive una existencia bucólica en Nashville, y su ritmo de vida se corresponde con su semblante: reflexivo, amable, con aplomo, aunque con garra. Si se la descubrió por primera vez en los '90 -quizá como la heroína embrujada de la película de terror adolescente Leyenda urbana-, se recordará su voz profunda, sardónica y llena de desdén adolescente. Pero ahora es más aguda. Más amable. Menos huraña.
Witt está en la agenda porque participa en Longlegs, un thriller macabro y brillante que se convirtió en una las revelaciones de esta mitad de año. Gira en torno a un joven agente del FBI que investiga una serie de asesinatos cometidos por un hombre al que sólo se conoce como Longlegs (un irreconocible Nicolas Cage con voz de helio). Decir más sería estropear los oscuros y sinuosos secretos de la película: sus trailers, con imágenes de muñecas, serpientes y antorchas en graneros cavernosos, son deliberadamente vagos. Pero Witt se lleva la palma. Interpreta a Ruth, la madre de la agente, una mujer conmocionada, impermeable y temerosa de Dios cuyo amor por su hija sólo es comparable a su locura. Es un papel duro que Witt impregna de gran empatía. En parte porque la toca muy de cerca.
Ella y el director de Longlegs, Osgood Perkins, comparten un puñado de puntos en común personales que "la mayoría de la gente del mundo no tiene: algunas experiencias traumáticas, otras no tanto". Perkins perdió a su padre, el protagonista de Psicosis Anthony Perkins, a causa del hiv, y su madre, la actriz y modelo Berry Berenson, iba a bordo del primer avión que se estrelló contra el World Trade Center en los atentados del 11 de septiembre. Witt ha experimentado su propia pérdida familiar devastadora: su madre y su padre fueron encontrados muertos en 2021, habiendo sucumbido al frío en una casa perdida tras años de abandono.
"Nunca imaginé que tendría que hablar de esto públicamente", escribió Witt en un comunicado. "Hacía más de una década que no me dejaban entrar en casa de mis padres (...). Supliqué, lloré, intenté razonar con ellos, intenté convencerlos de que me dejaran ayudarles a mudarse... pero cada vez, se enfurecían conmigo, diciéndome que no tenía derecho a decirles cómo vivir sus vidas." Añadió que eran "almas ferozmente obstinadas y bellamente originales".
El dolor de Witt planea sobre la conversación acerca de Longlegs. La noche antes de leer el guión por primera vez, soñó con una madre y una hija que se abrazaban, una imagen que, según descubrió al día siguiente, estaba presente en la película. El personaje, explica Witt, le dejó "la piel de gallina: con lo complicada y compleja que es, sabía intrínsecamente cómo canalizarla, y que la entendía a un nivel visceral". Cuenta que en el set ocurrió algo cósmico. "Ruth entró en mí y me utilizó como recipiente; hubo una catarsis personal en ello". A Witt se le llenan los ojos de lágrimas. Agrega que no ha visto Longlegs. "Y no voy a hacerlo. El año pasado me di cuenta de que la había canalizado y puesto en pantalla, y que no siento la necesidad de ver cómo es desde fuera. Sé que ésa no soy yo".
Longlegs trata de una oleada de asesinatos rituales, pero Witt también ve en ella algo más complejo: la tragedia de los padres y el trauma generacional, y cómo las mejores intenciones pueden crear su propio tipo de caos. Comienza a hablar, lenta y aprensivamente, de la mujer a la que interpreta. "No está bien psicológicamente, y no es culpa suya. Sin duda quiere a su hija. Pero es complicado. Y por muy catártico que fuera para mí encarnarla, espero que, a pesar de la naturaleza de esta película, también lo sea para algunas personas que la vean".
Los padres de Witt eran profesores, y su madre ostentaba el título Guinness por tener el pelo más largo del mundo. Criaron a Alicia y a su hermano pequeño Ian en el centro de Massachusetts, los educaron en casa y se maravillaron de su precoz inteligencia. Witt hablaba con un mes de vida y recitaba a Shakespeare a los tres años. Su talento la llevó a la TV. Sin embargo, no le gusta que la llamen "niña prodigio". "No me consideraba una cerebrito", dice. "Sólo tenía un cerebro que se me daba bien para ciertas cosas. Tenía conocimientos avanzados de piano y me iba bien en los concursos. Pero 'niña prodigio' o 'genia' crean unas expectativas muy difíciles de cumplir".
Llamó la atención de los directores de casting de Duna, que buscaban una niña capaz de transmitir miles de años de conocimientos en un cuerpo diminuto. Witt tenía siete años en la película, ataviada con un espeluznante tocado negro y unos ojos azules, brillantes y alienígenas. Más tarde interpretaría a la hermana pequeña de Lara Flynn Boyle, que tocaba el piano, en Twin Peaks, también de Lynch, papel que repetiría en la reposición de la serie 16 años después.
Witt se mudó a Los Ángeles con su madre en 1990, cuando tenía 16 años, y ganó dinero tocando el piano en el Hotel Beverly Wilshire. A mediados de la década se la consideraba una de las nuevas promesas de Hollywood. Sin embargo, los papeles protagonistas a menudo se le escapaban en el último obstáculo. Se dice que estuvo cerca de conseguir el papel protagonista en Ni idea, que fue a parar a Alicia Silverstone, mientras que Sidney en Scream estaba entre ella, Neve Campbell y Brittany Murphy. Campbell se llevó el personaje.
"Lo di por hecho", admite Witt. "No me daba cuenta de que estaba en esa rara categoría de gente que consigue presentarse a las audiciones para esos papeles principales. Pero, de alguna manera, agradezco que algunos de los más importantes no fueran para mí. No estoy segura de haber estado preparada para eso". Interpretó a una estudiante universitaria acosada en Leyenda urbana: "No estaba preparada para manejar la oscuridad del asunto", dice. "Tenía un profundo insomnio y depresión. Todas las cosas por las que pasaba el personaje, las asumí. No sabía cómo no hacerlo".
También experimentó muchos de los tópicos más tristes de ser una mujer joven en el Hollywood de los 90. Pasó por desórdenes alimenticios, sobre los que escribió en su libro Small Changes, de 2021, y cuenta que, inevitablemente, tuvo numerosos encontronazos con Harvey Weinstein, que parecía defender, atacar, discutir o arruinar a cualquiera que fuera vagamente famoso. Agradece que su relación con ella nunca llegara a ser de naturaleza sexual, pero recuerda los contratos draconianos que le obligaba a firmar (produjo Cuatro habitaciones en 1995, de Madonna) y los extraños juegos mentales que le hacía.
"Era tremendamente horrible", dice. "Me ponía papeles delante e intentaba que dejara pasar otros, porque quería tener ese poder sobre mí". Un incidente que recuerda tuvo que ver con el Hombre Araña de Sam Raimi: ella competía por el papel de Mary-Jane Watson, que finalmente interpretó Kirsten Dunst. "Harvey me ofreció un gran papel en una película, pero me dijo que tenía que pasar una prueba de pantalla para Spider-Man. De lo contrario, tendría que hacer una prueba. Y yo no iba a pasar una prueba de pantalla para Spider-Man...". Cuando Witt decidió hacer la prueba, la oferta de Weinstein se esfumó. "No era un asunto de MeToo sino de negocios horribles, que proliferaban en los 90 y principios de los 2000".
Desde entonces, la carrera de Witt ha fluctuado. "Hubo períodos de gran actividad y otros más lentos", dice. El tiempo de inactividad, sin embargo, le permitió forjarse una carrera musical, hacer giras por el mundo y grabar canciones -ha publicado varios álbumes de estudio de country-pop encantador, blusero y pianístico- y construir un currículum amplio, interesante y, en ocasiones, profundamente surrealista. Por cada película de John Waters que aparece en él -es excelente como "cineasta kamikaze" trastornada en Cecil B. Demented- o papeles secundarios en películas como Amor a segunda vista, ha actuado desde dentro de un disfraz de diente de león en El cantante enmascarado.
Longlegs es el papel más destacado de Witt en años, pero no cree que vaya a cambiar su mundo. "Ya no vivo en Los Ángeles, y tengo una vida tan hermosa y arraigada, que la valoro mucho", dice. "Ahora soy mayor y estoy más capacitada para aceptar estos papeles y darlo todo por ellos, pero tampoco espero junto al teléfono, como si actuar fuera lo único que tengo entre manos".
Sonríe, con los ojos húmedos, y se va. Tiene un jardín que atender.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.