Si querés hacer reír a Chris Stein, preguntale qué le parece la última opinión de que la ciudad de Nueva York se ha vuelto hoy casi tan violenta como cuando su banda Blondie surgió de sus calles llenas de hollín en los años '70. "Es una locura", dice Stein, que ahora tiene 74 años. "¿Sabes que hoy en día podéss tener esa aplicación de Citizen en tu teléfono que te dice las cosas malas que están pasando en tu barrio? Si hubieras tenido una de esas cosas en la Nueva York de los años '70 y '80, habría sido como abrir una canilla. Nunca oirías el final del caos".
No es de extrañar que algunas partes de las fascinantes memorias de Stein, Under a Rock, parezcan tanto una novela negra como una biografía musical. Como el día de 1975 en que él y su novia Debbie Harry se toparon casualmente con un cadáver en el portal del ruinoso edificio en el que vivían en el Bowery. "Algún pobre desgraciado había muerto congelado en la calle", dice ahora Stein.
O la noche en que iba caminando por el puente de Manhattan cuando vio a un joven tendido en la acera, muerto de un disparo en la cabeza. "Seguí andando y nunca supe qué había pasado", dice Stein. O las veces que charló amistosamente con Daniel Rakowitz, que más tarde se hizo tristemente famoso por descuartizar a su novia y guardar su cráneo putrefacto en un cubo de plástico con arena para gatos. "Me pareció un buen tipo", dice Stein encogiéndose de hombros.
Para Blondie, esas agallas fueron clave para dar forma a su sensibilidad como grupo. Además de su papel como innovadores musicales -maridaron exitosamente las facciones enfrentadas de la música disco y el punk en "Heart of Glass", e integraron el rap con la new wave en "Rapture"-, Blondie ayudó a llevar la estética y el humor de la cultura trash a lo más alto de los rankings.
El resultado los hizo enormemente populares, elevando a Harry al estatus de sex symbol internacional en el proceso, pero la historia de Stein incluye la adicción a las drogas desde una edad temprana, incluida la metadona y la cocaína, que consumía libremente. En 1983, sufrió una misteriosa enfermedad casi mortal y, más tarde, padeció un prolongado período de pobreza que, irónicamente, coincidió con los mayores triunfos de la banda.
Al hablar de eso ahora, Stein repite una y otra vez el mismo estribillo: "Eran otros tiempos". Eso es obvio desde el escenario de nuestra entrevista en el apartamento de Stein en el lejano West Village. Antaño una zona desolada de la ciudad, utilizada a menudo por gays para practicar sexo en público, ahora es posiblemente la zona más codiciada de la ciudad. Está a años luz de la educación de clase trabajadora de Stein en Coney Island, donde fue criado por padres judíos de la generación del Holocausto que se identificaban como comunistas.
A los 13 años, Stein ya tenía la costumbre de colarse en espectáculos en Greenwich Village de estrellas como Stan Getz (su primer concierto) y The Blues Project. En su adolescencia, estuvo en todos los sitios en los que un fan del rock podía soñar con estar, desde ver a los Velvet Underground en sus comienzos de Exploding Plastic Inevitable, hasta viajar en coche con amigos a San Francisco durante el "verano del amor".
A los 16 años ya estaba metido de lleno en las drogas psicodélicas, lo que le provocó un colapso mental que los médicos intentaron tratar con Thorazine con mayor o menor éxito. De vuelta a Nueva York, vagó por la ciudad en una nebulosa mientras tocaba con otros músicos protopunk en busca de un sonido. Hizo una audición para la primera banda de Richard Hell, The Neon Boys, pero fue rechazado por ser "demasiado simpático".
En 1973 conoció a Harry, que entonces tenía 28 años y era cinco mayor que él. "Pensé: 'Es tan carismática y además canta bien'", recuerda Stein. "Vi lo que todo el mundo vio, pero antes".
Los dos formaron un grupo con influencias del glam-rock llamado The Stilettos que no paraba de meterse en líos. Una noche, después de un concierto, fueron atacados en el apartamento de Stein por un tipo que los ató por separado, les robó y violó a Harry. "Todos estos años después, sigo queriendo matar a esta persona", escribe Stein en sus memorias. En aquel momento, sin embargo, la pareja ni siquiera denunció el incidente a la policía. "Me pareció inútil", dice Stein. "Yo había tenido otra novia que había sido violada y golpeada. Estaba en el hospital cuando el tipo fue a juicio, así que lo dejaron ir. Ese tipo de cosas ocurrían todo el tiempo".
Stein sugiere que a los jóvenes les resulta difícil concebir un mundo en el que él y Harry mantenían lo que él llama una actitud de "no pasa nada" ante la delincuencia violenta en la ciudad. "Con toda la atención que se presta hoy a los 'espacios seguros', no lo entenderían", afirma.
Las cosas también eran diferentes en la industria musical. Poco después de formar Blondie en 1974, Stein y Harry empezaron a llamar la atención en el ahora emblemático club musical CBGB del East Village. Aun así, no fueron cortejados por la discográfica más cool del momento, Sire, que en cambio fichó a los Ramones y a los Talking Heads, también parte de la escena. "Blondie siempre estuvo al final de la lista A", dice Stein. "Le gustábamos a todo el mundo, pero nadie pensaba que tendríamos éxito".
Recibieron una oferta de Private Stock, una discográfica conocida sobre todo por canciones novedosas como el éxito discotequero de Walter Murphy "A Fifth of Beethoven". Pero el contrato que firmó Blondie era tan horrible que sólo les supuso un adelanto de 800 dólares. ¿Por qué aceptó un contrato tan terrible? "Fumaba mucha marihuana y confiaba en mucha gente", dice Stein.
Por el contrario, la música que Blondie hizo en su debut autotitulado de 1976 era centrada, pegadiza y divertidísima. Gran parte de la música de ese primer disco estaba influida por los grupos de chicas de principios de los '60, imitando los grandes arreglos y las letras melodramáticas, creadas por productores como Phil Spector para grupos de adolescentes como The Ronettes y The Shangri-Las. Sorprendentemente, Stein dice que de niño no le gustaba nada ese sonido. "Veía a The Shangri-Las como una música en joda, igual que ahora veo a Justin Bieber", dice. "Pero cuando empecé a trabajar en la música, empecé a darme cuenta de lo genial que era y cambié completamente de mirada".
Para su segundo álbum, Blondie se aseguró un nuevo contrato con Chrysalis Records, lo que los llevó a triunfar en el Reino Unido y Australia antes que en Estados Unidos. Cuando Blondie llegó a Londres, fue durante esa encantadora moda en la que los fans mostraban su afecto escupiendo a los artistas mientras tocaban. Harry les pidió que pararan porque los escupitajos no pegaban con su vestido.
Igual de agria fue su respuesta a David Bowie cuando, delante de Stein, le preguntó a Harry: "¿Puedo cogerte?". "No lo sé", respondió ella. "¿Podés?" Su descarada respuesta le encantó a Bowie y la insinuación no le molestó en lo más mínimo a Stein. "Debbie y yo éramos muy leales", dice. "Yo también tenía chicas que se me insinuaban".
Sin embargo, había tensión entre los otros miembros de la banda por el hecho de que Harry recibía mucha más atención de la prensa que ellos. A Stein no le importaba, dice, porque su atractivo "era obvio". "Era hermosísima".
Sin embargo, ya tenían problemas con el manager, que solía decir a los miembros que todos eran reemplazables, incluida Harry. "Digamos que no tenía don de gentes", dice Stein. No era el único despistado en el grupo. En 1978, cuando Blondie presentó su álbum Parallel Lines a Chrysalis, la discográfica lo rechazó inicialmente. El disco alcanzó el número 1 en el Reino Unido, impulsado por singles tan perdurables como "Heart of Glass" y "One Way or Another". Sólo las protestas de su poderoso productor, Mike Chapman, obligaron a la discográfica a publicarlo tal cual.
Del mismo modo, cuando Blondie presentó su álbum Autoamerican en 1980, Chrysalis dijo que no podía escuchar ningún sencillo en él. Dos de sus canciones coronaron más tarde las listas americanas: "The Tide Is High" y "Rapture". Esta última se convirtió en el primer single con una estrofa de rap en alcanzar el nº 1 en Estados Unidos. Harry y Stein reconocieron muy pronto la importancia de la escena hip-hop que se desarrollaba en la parte alta de la ciudad por aquel entonces. "Pero era tan jodidamente emocionante", dice Stein. "Me recordó lo que estaba pasando musicalmente en el centro neoyorquino [dentro del mundo del punk]".
Blondie cosechó un gran éxito, pero la presión contribuyó a que Harry y Stein se convirtieran en heroinómanos, lo que acabó provocando el fin de la banda en 1982, menos de diez años después de su formación. Su relación sentimental también terminó, aunque Stein dice que no fue muy dramática. "Probablemente estuve enojado un par de semanas, pero no duró", dice. "Seguimos siendo amigos".
Aunque Harry se desintoxicó de las drogas relativamente rápido, Stein siguió adicto durante décadas. Debido a los pésimos negocios que hizo y a un contable corrupto, el éxito de Blondie le dejó tan poco dinero que terminó viviendo en una casa tomada. En los años siguientes, Stein vendió la casa que poseía en el Upper East Side, así como cuadros originales de sus amigos Jean-Michel Basquiat y Andy Warhol por una fracción de lo que valdrían más tarde.
También empezó a consumirse a causa de una enfermedad que muchos pensaron que era el sida, en una época en que ese azote estaba en su apogeo en Nueva York. En realidad, padecía una rara enfermedad autoinmune llamada pénfigo vulgar, que acabó tratándose con éxito con esteroides. Aunque la experiencia fue aterradora, dice Stein, "también fue iluminadora". "Miré hacia dentro".
Ahora habla de sus años de pobreza con cierto asombro. Es probable que parte de ello se deba a su papel de observador, como demuestran tanto sus canciones como su fotografía callejera, que empezó a tomar en serio en los años '60. Los resultados de esta última se han publicado en varios libros a lo largo de los años. Las cosas no empezaron a cambiar para Stein hasta 1997, cuando Blondie se reformó, lo que dio lugar al exitoso álbum de regreso No Exit y a un número 1 en el Reino Unido con "Maria". En la actualidad, Stein vive en el West Village con su esposa desde hace 25 años, la actriz Barbara Sicuranza.
A pesar de ese giro feliz, la última parte del libro es la crónica de una letanía de pérdidas a medida que Stein ve morir a su círculo de amigos, desde Basquiat a Warhol, pasando por todos los miembros de los Ramones. "Fue demasiado pronto y muy triste", dice, con la voz entrecortada por el peso colectivo. La pérdida más dolorosa de todas se produjo el año pasado, cuando una de sus dos hijas murió de una sobredosis de opiáceos. Tenía 19 años. "Es una maldita epidemia", afirma Stein.
En el contexto de toda esta tragedia, Stein reflexiona sobre sus propios problemas y dice sentirse afortunado de estar vivo. Ya no sale de gira con Blondie debido a su fibrilación auricular, una afección cardiaca que le resta mucha energía. Se pasa toda la entrevista reclinado en su silla. Aun así, ha conseguido trabajar con la banda en el estudio, lo que ha dado como resultado un nuevo álbum que está previsto que aparezca a finales de año.
A pesar de los muchos momentos bajos que relata en el libro, Stein no se arrepiente de nada, y evita los juicios y el sentimentalismo en todo momento. En su lugar, hace honor a la clásica ética neoyorquina de aceptar las cosas como son. "Intento mantener mi optimismo", dice Stein. "A veces es una lucha. Pero es lo que hay que hacer".