Quizás algunos lo tengan mejor conocido como el chico que se come un choripán sentado frente a la rambla montevideana en el video de “Jordan” –uno de los hits de su coterráneo Eté y Los Problems– mientras la chica que le gusta se aleja en cámara lenta y la mayonesa se escapa del pan directo a su remera del Pato Lucas. Pero Federico Morosini, un jovencito de 26 años, el pelo en la cara y el desgarbo de un eterno adolescente lleva ya unos años agitando la movida de la música independiente uruguaya a punta de proyectos autogestivos y canciones invernales. Creador de múltiples sellos independientes para editar bandas de dormitorio, miembro de proyectos efímeros de hits para bandcamp junto a colegas de otras bandas locales, y auténtico heredero del indie amiguero y militante del lo-fi como criterio estético al frente de la banda Julen y la gente sola: el más joven y soñador del indie montevideano. Ahora, con un poco de resaca y la voz entrecortada, cuenta que a pesar de su natural timidez –que, asegura, lo llevó a componer más de 200 canciones en su habitación por pura fobia social en su adolescencia–, anoche se convirtió en algo así como una estrella de rock: “Viste que Eté es una estrella ahora, la gente lleva banderas a sus conciertos. Anoche en La Trastienda me subí a tocar la guitarra en ese tema del video. Tenía una Stratocaster y era el joven flaco en chupines que tocaba como un rockstar. Ese era mi personaje. Creo que era el único momento, estaba todo dado para hacerlo. ¿Viste eso de saltar al final de la canción? Cuando hace chán”, explica del otro lado de la línea, entre asombrado y burlón, ante su propia semblanza de ídolo del rock en campera de cuero. Aunque su personaje de la vida real se parezca mucho más al del chico taciturno junto a la rambla.
La consigna de que si se hace bien, con nervio y honestidad, podrían bastar tres acordes, una letra ingeniosa y poner el cuerpo (y el de tus mejores amigos) para lograr una canción grandiosa, ha servido como guía para un puñado de bandas de chicos tan descreídos como emotivos que empiezan grabando con micrófonos de computadora. No todas logran salir de la habitación, pero en el caso de Julen, el resultado fue un hermoso disco cancionero y sin nombre de temas sentimentales sobre experiencias juveniles editado el 2014. Con el lo-fi más como concepto que como consigna material y a cargo de Ezequiel Rivero, un gran cerebro de la producción de bandas independientes y miembro de proyectos como La Hermana Menor, Carmen Sandiego y recientemente Las Futuras Madres. El disco fue su presentación en sociedad como ese chico demasiado joven y millennial para ser fan de la melancolía más noventosa y quizás por eso mismo, mucho más cómodo entre los músicos de la generación anterior contigua que con los ídolos actuales. Tan influido por Yo La Tengo o por Belle & Sebastian, como por la movida platense con más afecto por Antolín y 107 Faunos. Y por supuesto, entre los locales más cercanos, por Carmen Sandiego como estandarte: el desgarro de su voz, las grandes letras y el gran sentido del humor, y la desesperanza juvenil al frente al mismo volumen que la guitarra eléctrica. Un puñado de canciones, algunas directas, algunas narrativas, entre violentas y edulcoradas, sobre trabajos mal pagos, amores no correspondidos o el barrio de la casa de tu novia cantadas con total seriedad. “Yo tuve la fortuna de que en la ciudad hay grandes compositores, que hacen canciones realmente importantes. Canciones que hablan de su tiempo, precisas y hermosas, intelectuales y finas. Pude aprender cosas de primera mano de ellos, son amigos y maestros. En 20 años estas canciones se tienen que enseñar como parte de la cultura popular” dice Fede, que generalmente comparte aguas y padrinazgo con músicos como Pau O’Bianchi –con sus múltiples proyectos como Alucinaciones en familia o el extinto Tres Pecados– el mismo Tabarez, La Foca, la escena bajo el sello Esquizodelia, e incluso íconos más lejanos como Fernando Cabrera.
Del adolescente tocando solo con la guitarra criolla ya pasó la época y la banda quedó finalmente conformada por una pandilla –en sus palabras– de cuatro forajidos que el próximo viernes desembarcarán una vez más en Buenos Aires para tocar sus canciones en el Festipulenta, ya clásico festejo de la música independiente rioplatense. “A Juampi lo conocí en el barrio: tocaba en una banda de covers de los Beatles, en una parrillada familiar. Un domingo fui ahí con mi familia en la noche de la nostalgia y estaba él con sus amigos de 18 años. En esa época yo no hablaba con nadie pero me parecía una persona accesible y le pregunté si quería juntarse a hacer canciones. A Marce lo conocí al final de la secundaria. Era el chico nuevo de la clase del último año y estaba ahí sentado todo raro. Yo el año anterior había sido el chico nuevo así que me acerqué de inmediato. Y a Agustina la conocimos al final, la primera vez que tocamos en un festival de esos que parecen importantes. Abrimos el escenario a las 3 de la tarde y a las 12 de la noche tocaba El Mató. Es mucho mejor música que todos nosotros. Éramos muy punkis en nuestra forma. Y ella llegó, habiendo estudiaba guitarra clásica, disciplina musical. Creo que el mix es hermoso”, explica Federico. A punto de sacar un nuevo disco, que esta vez se produjo en Buenos Aires por Federico Dopazo de Tobogán Andaluz, Juan Pablo Campagna en guitarra, Agustina Santomauro en bajo y Marcelo Duarte en batería anticipan que las nuevas canciones se parecen mucho más a las de una banda de amigos que a las de un chico sentado solo frente a su computadora. Y por eso mismo, quizás son más directas que contemplativas y ciertamente más divertidas y colectivas. Parece que la experiencia de tocar juntos realmente tuvo influencia en el sonido de los chicos montevideanos que se conocieron en la tardía adolescencia para no separarse más. “Queremos seguir haciendo esto. Lo que nos hace más felices es tocar en un lugar oscuro a altas horas de la madrugada” aclara Fede. Y por si se pensaba que los jóvenes ya no creían más en la belleza de las cosas, agrega: “Ese es nuestro camino, intentar hacer algo lindo. Me marcó mucho una canción de Belle & Sebastian que decía: hacé algo lindo mientras puedas. Esto es lo que tengo que hacer. Por lo menos, por ahora”.
Julen y La Gente Sola tocan el viernes 17 de noviembre a las 23 en Espacio Cultural Mi Casa, Agüero 787, en el marco del Festipulenta vol.26.