9,3. Ese es el promedio -en una escala del 1 al 10- que los argentinos puntuaron el vivir en un sistema democrático. Una media altísima  pero que también deja ver que esas altas expectativas no condicen con la realidad que les toca vivir. Porque en otra pregunta -¿cómo valorás la democracia actual en Argentina?- la nota baja a un aprobado mucho más bajo que la primera nota: 6,6. La democracia en sangre sigue siendo altísima para los argentinos:  8 de cada 10 consultados prefieren vivir en una democracia plena, mientras que el promedio latinoamericano para esa respuesta fue 48%.

Estos números se desprenden de la primera entrega de Creencias Sociales, la encuesta nacional que organiza el observatorio Pulsar.UBA. Para ello, el equipo entrevistó a 1.250 ciudadanos  que se identificaron con los partidos políticos de Juntos por el Cambio, Unión por la Patria y La Libertad Avanza. El estudio hizo foco en dos dimensiones de análisis: la democracia; y la política y los consensos. "Existe una discrepancia notable entre la importancia que las y los argentinos otorgan a la democracia, y su percepción sobre el funcionamiento actual en el país", reflexionan en el centro que tiene como directores a Daniela Barbieri y Augusto Reina. 

Otra de las claves del informe radica en que las diferencias políticas también inciden en la valoración sobre la democracia. "En comparación con el año pasado, quienes se identifican con La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio han aumentado su puntaje a la democracia: de 5,8 a 7,0 y de 5,5 a 6,8, respectivamente. Mientras que, los votantes del peronismo, en cambio, han reducido su valoración ligeramente, de 6,7 a 6,3".  Este fenómeno sugiere que la percepción de la democracia del país está influenciada por la posición partidaria y el cambio de gobierno.

Eso no es todo. A mayor edad, el puntaje asignado a la democracia disminuye. Los más jóvenes (18-23) promedian un 6,9, mientras que los adultos mayores (61-99) otorgan un 6. La longevidad viene acompañada de cierta desilusión.

Paciencia (solo si me gusta el gobierno)

Algo similar sucede con la "paciencia" que se le tiene a un gobierno, a partir de la "efectividad de su gestión". Se consultó a los encuestados si “un gobierno democrático debería terminar siempre su período sin importar qué suceda”, o bien “si el gobierno democráctico no da soluciones, debería ser reemplazado por otro antes de cumplirlo”, a lo que un 62 por ciento de los identificados con el gobierno de Javier Milei y 67 por ciento de quienes se sienten cercanos a Juntos por el Cambio apoyan la primera afirmación. En cambio, los simpatizantes del peronismo están más abiertos al reemplazo de un gobierno si no cumple las expectativas. 

Teniendo en cuenta que el año pasado las respuestas eran inversas, los investigadores consideraron que entre los argentinos prima el principio de "dime quién gobierna y te diré qué pienso".


Acuerdistas o decisionistas

Otro punto del estudio hizo foco en cómo se debe comportar un presidente argentino, en cuanto a si debe consensuar sus decisiones en el Congreso y con otros espacios políticos (acuerdistas), o si debe implementar su plan de gobierno en solitario (decisionistas). 

Si bien la mayoría de los encuestados apoyó la búsqueda de acuerdos, se detectaron diferencias entre los segmentos políticos: este año la mayor parte de los decisionistas son votantes de LLA y de JxC, y los peronistas hoy son dialoguistas y priorizan el consenso.

Este punto vuelve a resaltar la relación entre rol, identidad y preferencias. Apoyando al gobierno, los electores toleran mayores excepcionalidades institucionales, son menos exigentes con los resultados logrados, y defienden la democracia en todas sus formas y a ultranza. En cambio, estando en la oposición, las preferencias son por la búsqueda de acuerdos, la exigencia por los resultados inmediatos es más alta y brotan excepcionalidades sobre la duración del mandato para quien le toca ejercer la Presidencia de la Nación.

El amor en tiempos de polarización

El último eje del estudio estuvo puesto en cómo afectan las diferencias políticas en las relaciones personales. En este punto, hubo una interesante sorpresa: 7 de cada 10 argentinos y argentinas manifestaron que no eligen a su pareja ni juzgan a las personas por sus opiniones políticas. 

Esto marca una disminución significativa respecto al año anterior, puesto que en el primer relevamiento (2023) un 47 por ciento de los consultados dijeron estar condicionados por la polarización, mientras que este año hubo una reducción de este segmento hasta el 41 por ciento. 

"Esta variación sugiere que menos personas están dejando que las diferencias políticas definan sus relaciones personales, lo cual podría ser indicativo de una mayor apertura y tolerancia hacia las opiniones políticas diversas o una etapa de transición hacia nuevas identidades que definan, en un futuro, una nueva polarización", concluyeron los investigadores.