Suerte que en mi edificio tenemos a un cardiólogo que, aprovechando la demora del partido, nos revisó a la mayoría de los vecinos y nos controló la presión porque de lo contrario, sin la ayuda del Dr. Ruiz del 5to. F, creo que más de uno no sabríamos cómo llegar vivo al final del partido. “¡Qué manera de sufrir! “, vociferó Doña Martina del 3ero. B, que de fútbol sabe lo que yo de Nanotecnología, pero ninguna frase fue más atinada para la ocasión.
El partido final entre la Argentina y Colombia en la patria chica de Ricardo Fort (Miami, obvio) se demoró más que mi jefe en aumentarme el sueldo. Pregunté en el depto. del tordo, donde varios vecinos nos reunimos hacer la previa y todos arriesgaban una teoría:
-Debe ser que Bielsa continúa discutiendo con los periodistas en la conferencia de prensa desde el día anterior. Por eso se demora el partido…
-Seguro que está retrasado porque Shakira todavía no terminó de contar, billete por billete, los 2 millones de dólares que cobró de cachet por hacer playback durante el entretiempo.
-¿Dos palos verdes por cantar 5 minutos? Entonces, al final del partido tendrían que premiar no solo al equipo ganador y al goleador de la Copa, sino también al manager de Shakira por conseguirle semejante laburito.
-Mientras no se demore nuestro Abel Pintos en llegar al estadio, todo bien. Sino imagínense ¿Quién canta el Himno Nacional? ¿El Chiqui Tapia con Scaloni y Aimar haciéndole los coros?
-Parece que el partido se retrasó tanto porque un grupo grande de hinchas colombianos ingresaron sin entradas al estadio o sin documentos a Miami, no sé –explicó Don Guillermo, del 2do. C.
-Todo bien, pero que empiece de una vez porque tengo 4 invitados que de la ansiedad ya se morfaron hasta la panera- sentenció doña Emilia del 9no A.
Minutos antes de comenzar el propio Doctor Ruiz nos invitó a ver el partido en su departamento. Y vaya si fue buena idea. Porque sufrimos hasta el infinito y más allá. Comprobamos que por momentos al llegar a las áreas ambos equipos terminaban siendo un río no navegable: vistosos, pero no profundos. Luego pasó lo que vimos todos, desde el llanto desconsolado de Messi hasta el gol argentino, cuando Lo Celso le sirvió el pase milimétrico a Lautaro Martínez, que quedó más solo que vegetariano en asado familiar y convirtió el gol que nos transformó en bicampeones de América.
Al terminar el partido, lejos de cantar un hit de Shakira, Juanes o Maluma, los jugadores colombianos terminaron cantando el tango “Mi noche triste” o el hit de Calamaro: “estoy vencido porque el mundo me hizo así, no puedo cambiar…”. Así es el fútbol. Se gana y se pierde. A los argentinos mis más efusivas felicitaciones. Y a los hermanos colombianos, mi más sentido pésame.