Desde Lima

Regresa el pasado autoritario. El dictador que gobernó entre 1990 y 2000 arrasando con los derechos humanos y sociales, con una gran corrupción, que fue condenado a 25 años de cárcel por múltiples asesinatos, secuestro y robo al Estado, pretende volver a la presidencia del país. A pesar que por ser un condenado por la Justicia la ley le impide ser candidato, Alberto Fujimori, que en diciembre pasado salió libre con un indulto alegando falsas razones humanitarias y que en dos semanas cumple 86 años, quiere regresar al poder postulándose a la presidencia en las elecciones de abril de 2026. El lanzamiento de su candidatura ocurre en un contexto de restauración autoritaria y copamiento institucional desde el Congreso manejado por el fujimorismo y sus aliados, con el aval del gobierno de Dina Boluarte.

Ha sido su hija Keiko, jefa del partido fujimorista Fuerza Popular y que ha estado duramente enfrentada a su padre, la encargada de lanzar la candidatura del octogenario autócrata. “Hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial”, anunció Keiko en su cuenta en la red X, antes Twitter. Pero esta candidatura enfrenta problemas legales para concretarse. La Constitución prohíbe que alguien con una condena judicial vigente sea candidato. El cuestionado indulto que lo ha beneficiado libera a Fujimori de cumplir lo que resta de la pena que se le impuso, pero no elimina la condena que recibió, que sigue vigente, no lo rehabilita, coinciden los juristas, incluso aquellos que han mostrado cercanía a posturas del fujimorismo. Y está el agravante que no ha pagado un sol de los 57 millones de soles (15,4 millones de dólares) de la reparación civil que se le impuso. El Jurando Nacional de Elecciones (JNE) tendrá la decisión final en este asunto. Desde el Congreso el fujimorismo maniobra para tomar el control del sistema electoral y del sistema de justicia. Si esto ocurre, tendrán poder sobre el JNE como para imponer una decisión a favor de sus intereses.

Si, como debería ocurrir, esta candidatura no pasa el filtro legal, el fujimorismo postularía a Keiko y jugaría la carta de la victimización, de la narrativa de una falsa persecución, con lo que esperaría ganar respaldo. Lanzando a su padre como candidato, Keiko buscaría borrar su mala imagen de política ambiciosa sin escrúpulos, que en 2017 se opuso a la liberación de su padre con un indulto que después fue anulado, por temor a que estando libre le dispute la jefatura del fujimorismo, y dar un mensaje de reconciliación con su padre dirigido al fujimorismo que la apoya por ser hija de Alberto Fujimori. Se ha especulado que este lanzamiento sería una maniobra para fortalecer la candidatura de Keiko, que ha sido tres veces derrotada y ahora enfrenta un juicio por lavado que puede llevarla 30 años a prisión.

Las condenas

El exdictador que pretende regresar al poder fue condenado a 25 años en 2009 por el asesinato de 25 personas, entre ellas un niño de ocho años, en las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, cometidas en 1991 y 1992 por el grupo Colina, escuadrón de la muerte integrado por miembros del ejército formado por su gobierno. También fue sentenciado por el secuestro de un periodista y un empresario, y varios cargos de corrupción. 

Fujimori ganó las elecciones de 1990 y en abril de 1992 dio un autogolpe, cerrando el Congreso y tomando el control del sistema de justicia y de todas las instituciones, gobernando desde ese momento de la mano con los militares. Su régimen estuvo marcado por el autoritarismo, violaciones a los derechos humanos, un férreo ajuste económico, una radical política neoliberal, la liquidación de derechos laborales, privatizaciones y una extendida corrupción. Cuando su dictadura se desmoronaba, huyó del país en noviembre de 2000. 

En diciembre pasado salió libre luego que el gobierno de Boluarte reactivó un indulto de 2017 que había sido anulado por la Corte Suprema por ser ilegal. Se justificó este perdón asegurando que el exdictador estaba muy enfermo, cerca de la muerte. Pero desde que salió de la cárcel se ha mostrado con buena salud para su edad. El lanzamiento de su candidatura presidencial confirma que el indulto humanitario por razones de salud fue una farsa. El exdictador enfrenta un nuevo juicio por el secuestro, tortura y asesinato de seis campesinos.

En diálogo con PáginaI12, el sociólogo y analista político Alberto Adrianzén, analizó el lanzamiento de la candidatura presidencial del exdictador, que calificó como inaceptable. “Es cierto que el lanzamiento de la candidatura de Fujimori podría ser una treta para dejar a Keiko y fortalecerla, el fujimorismo juega a varias cartas, pero ese no es el tema principal. Lo principal es el rechazo radical que debe darse a la posibilidad de Fujimori como candidato a la presidencia, porque ha dado un golpe de Estado, ha matado gente, se ha robado la plata del Estado, ha sido condenado a 25 años. Su candidatura es simbólicamente darle la razón al golpe de Estado de 1992, es una amenaza a la democracia. Significaría que hemos pelado por gusto 30 años por la democracia y por una sociedad con reglas y no manejada por delincuentes. La sola posibilidad que Fujimori se presente a la presidencia es un acto de humillación para los peruanos y peruanas. Estamos frente a un hecho inaceptable”, señaló Adrianzén. Remató con una comparación contundente: “Es como si en Argentina después de la dictadura Videla se hubiera presentado como candidato presidencial”.

En opinión del analista, el exdictador Fujimori tendría mayores opciones que su hija Keiko de ganar las elecciones. “Para el fujimorismo, Alberto Fujimori es mejor candidato que Keiko. La gente que es fujimorista lo es sobre todo por Alberto, no por Keiko”. Adrianzén se refirió a las posibilidades electorales de Alberto Fujimori: “Tiene posibilidades de ganar. El país está retrocediendo en lo político, en lo económico, hay un caos, un incremento de la delincuencia y una situación de miedo, especialmente en los sectores populares que son los que más sufren la delincuencia. El miedo y la necesidad de seguridad alimentan las posibilidades de opciones duras como la de Fujimori, que es visto como la mano dura. La gente puede sacrificar muchas cosas a condición que le arreglen el problema de la inseguridad. En los años ´90 el fujimorismo construyó una hegemonía, el gobierno hizo carreteras, escuelas, daba ayuda social no donde hubiera sectores más pobres sino donde había más electores, esa hegemonía ahora está agrietada, con dificultades, pero es persistente. Creo que Fujimori sería el candidato de la derecha, que está fragmentada igual que la izquierda, con más posibilidades de ganar. Buscaría pasar a la segunda vuelta para encabezar a toda la derecha. La candidatura de Fujimori podría ocasionar lo que ahora parece muy difícil, que se una toda la izquierda, el progresismo, para enfrentarlo. La edad le puede jugar en contra”.

Adrianzén considera que un regreso de Fujimori al poder “sería el fin de la democracia, de los intentos de hacer un país moderno y democrático. Significaría arrimarnos a las políticas de Milei y de Bukele. Vendría una noche oscura”.