Shelly Sony Teodoro se crió y se formó en Rosario, en una casa de artistas. “Soy leprosa”, aclara apenas nos sentamos a conversar en el comedor de su hogar, donde nos recibe junto a sus cuatro hijos. Su padre es cantante profesional y su madre, dibujante. Cuando le preguntan sobre su profesión, siempre responde: “No había otra opción, cantar fue como caminar”. Por una casualidad del destino, sus padres estaban en Oslo, la capital de Noruega, cuando nació, por lo que bromea sobre su origen diciendo entre risas que es “Afrovikinga”.
Su primera hija, Alexia, llegó cuando Shelly aún era una adolescente. Con apenas 17 años y Alexia de 9 meses, viajó a Buenos Aires para participar en un casting del reality show Escalera a la Fama, que se emitía por canal 13. Tras ganar el concurso, formó parte de la banda de folk-pop Madryn, que posicionó varios temas entre los más escuchados en el país durante los años 2003 y 2004. En las dos décadas siguientes, Shelly Sony continuó viajando con la música a través de distintos estilos. Aunque últimamente se ha dedicado al reggae, sus temas de estilo bossa han acumulado millones de reproducciones en diversas plataformas. En junio de este año, algunos de sus videos se viralizaron en TikTok tras su participación en la entrega de los premios Gardel.
En estos 20 años desde su éxito televisivo, Shelly se estableció en la provincia de Buenos Aires, donde tuvo tres hijos varones. En su hogar, que ella define como “una casa donde nunca hay silencio”, la familia completa recibió a Negrx para conversar sobre la trayectoria de esta excepcional cantante y productora afroargentina, que se autodefine como “una comunicadora”.
¿Tu carrera empieza con tu viaje a Buenos Aires, o venías cantando desde chiquita?
Todo empezó antes, la verdadera cocina fue antes. En la iglesia. Si querés conseguir buenos músicos, tenes que ir a cualquier iglesia cristiana que tenga por lo menos 20 años de antigüedad. Ahí están todos porque hay una conducta de tocar todo el tiempo, y permanentemente tenes shows en vivo todos los fines de semana. Vengo de una formación cristiana, eso fue lo primero que sucedió. Soy tercera generación de cristianos. Me crié en una iglesia pentecostal de Rosario. Empecé en el coro de niños a los 6 o 7 años más o menos. Cada persona en su desarrollo cumple su etapa de crecimiento y Dios se conecta con todos, también con las niñeces. Así que yo conocí la misión, la viví, la sentí desde un primer momento. Al recorrer el camino fui cada vez más consciente y empecé a tomar decisiones sobre eso.
Lo que quiero que me suceda con la música es cumplir mi propósito, que entiendo que es cantar, pero también ser madre. Quiero ser de bendición hasta el último momento de mi vida. Lo que me gustaba y entendí de chica, más allá de lo religioso es la comunidad. La comunidad y lo que hay que hacer. Después no me importa lo que haces en tu vida intima, pero lo que hay que hacer como comunidad, hay que hacerlo y punto. Esas cosas se ven mucho en fechas como las del 24 y el 31 de diciembre, que si no tenes familia la pasas mal, y para eso está la comunidad. Es estar con quien hay que estar y ser quien hay que ser en los momentos difíciles. Entender que te sentirías también vos como el orto si no tuvieras con quien compartir. Obvio que es horrible eso. Para eso está la comunidad también.
¿Con quién te criaste en Rosario?
Mis padres se separaron cuando yo era una bebe. Ahí nos vamos con mi mamá a vivir a la casa de mi abuelo Luis. Ahí me crié. El abuelo Luis era dibujante. Caigo en una casa de artistas plásticos. Había cuadros espectaculares, cada uno con su flash, manejaban el realismo. Me quedo con el recuerdo de esas emociones, porque me crié con eso, viendo a mi abuelo dibujar. Toda la rama de mi familia materna tienen este talento. Yo dentro del arte me manejo mejor cantando pero me defiendo dibujando [Ríe].
Ahora bien, la música negra me llega por el lado de mi papá. El viaja por todo el mundo por su profesión, y bueno, luego de uno de esos viajes, cuando yo tendría unos 10 años, me trajo el álbum History de Michael Jackson. Fue una revelación. Todos escuchaban Chiquititas y yo me copaba, pero también escuchaba a Michael, a Tony Braxton, Boyz II Men. Un montón de información. Recuerdo la imagen de una vez que él me llevó a Musimundo y nos paramos enfrente de una góndola y todos eran afrodescendientes. Todos eran como yo. Igual yo tuve la figura de mi padre presente, el negro estaba presente, pero no había videollamada como ahora, y cuando la persona viajaba tenías que mirar una foto. Pero las fotos estaban y yo siempre tuve claro quien era. Esta es mi carta de presentación, soy esto, canto esto, no hay ni un segundo de duda.
Y te volviste muy versátil. Haces distintos estilos de música negra
Soul, r&b, hip hop, reggae, hasta salsa hice. Los géneros vinieron dentro de este combo [se señala], porque la música nos busca. Nosotros no vamos a ella, la música ya era antes que lleguemos a la tierra, no se gobierna, no se contiene, la música es generosa y te dice -dale, vení, tocame-
¿Cómo fue la experiencia del casting en la televisión y en otra ciudad a los 17 años?
Vine como a cumplir un propósito. Vine totalmente segura que iba a pasar todas las instancias e iba a ganar. Y bueno, al final fue así. Lo viví con mucha naturalidad, con la mentalidad de que todo lo que tenia que ver con musica tenía que suceder y bueno, pasaba. Así que más allá de lo espiritual, que para mí es muy importante. Esto que te digo ahora es como productora, la banda que armamos era muy hermosa, objetivamente hablando. Era un producto muy maduro. El contexto era del auge de PopStars, y nosotros eramos un producto muy distinto. Más nacional, más popular, teníamos temas con aires folclóricos. Era un estilo pop rock también. [Canta fragmentos de algunas canciones, y después reflexiona] Algunas letras eran muy profundas. Y me pasa ahora, que la gente por las redes me sigue recordando esa época y como las canciones le llegaban y como siguen escuchando algunas otras. Porque era un gran producto.
Al igual que la música negra, el cabello afro siempre ha tenido un rol social y cultural muy importante. ¿Cuál es tu postura al respecto?
Absolutamente, el tema del pelo es un capítulo aparte. Te cuento mi experiencia. A los 8 años fue la primera vez que me hice trencitas. Acá está presente mi hija que no me deja mentir, ella sabe toda la historia. Yo de chiquita le dije -Amá tu pelo y cuidalo-
[Alexia, asiente con la cabeza y agrega]
Alexia: Cuando era chiquita me lo quería alisar, porque así lo tenían mis compañeras de la escuela, y mamá me decía siempre, no te hagas alisado porque de grande te vas a arrepentir. Y si, dicho y hecho. Hoy se lo agradezco porque tu pelo es parte de tu personalidad, vos sos tu pelo y el pelo sos vos. Y ahora me pasa, si no tengo los rulos no me siento yo.
Shelly: Bueno a los 8 como te digo, me empecé a trenzar, y después ya de adolescente me lo hacía más seguido. Lo normal a esa edad, me gustaba un chico y quería que me de bolilla. Los peinados que me hacía mi mamá, que no sabía como manejar mi afro eran muy feos y bueno me tocaba ir aprendiendo. Pero no podía poner un tutorial, no se muy bien como lo copié. Pero si me acuerdo a los 14 años cuando aprendí a hacerme las extensiones. Fuí ese año a Brasil a conocer a la familia de mi papá, todos afrodescendientes, y en ese viaje estuve con mi tía Dorcas Sony que tenía unas trenzas impolutas, perfectas, y le dije a mi papá, -yo quiero eso-. Así que vino el tipo del barrio que les colocaba las extensiones a mis tías, y por primera vez en mi vida tuve las trenzas africanas con extensiones. Pero no me gustó como me las hizo, y como yo ya me hacía mis propias trenzas, me di cuenta como resolverlo. Así que cuando volví del viaje me las empecé a sacar una por una y me las volví a colocar pero mejor. Todo un proceso autodidacta. Todo eso llevaba horas de trabajo.
El tema finalmente es que no nos enseñan a amar nuestro pelo. Por eso digo siempre -Amá tu pelo y cuidalo-. Y con esto te quiero decir que no creo que en las escuelas de peluquería se este dando la especialidad del pelo afro. Y mirá que hay un buen numero de afrodescendientes. Sin ir más lejos mis hijos. La más grande tiene 22, y sin embargo mis hijos hasta el día de hoy se van a cortar a peluquerías dominicanas, que son angeles peluqueros enviados por Dios para nosotros. Pero, sería bueno que incorporen los peluqueros en general la especialidad. Ahora te estoy diciendo esto en el 2024, imaginate lo que era en el 98.
Este año tuviste un gran cambio profesional
Hace poquito dejé un proyecto hermoso donde estuve aprendiendo mucho en el último tiempo. Me refiero a The Unforgettables, donde pude vivir el reggae en vivo y enamorarme del estilo. Conocí así otras aristas de la música. Tenía algo con el estilo, no le daba tanta cabida en mi vida, y gracias a esta banda conocí el ambiente del reggae argentino desde adentro. Como te vengo diciendo, para mi la musica esta muy conectada a lo espiritual. Así que todo crecimiento como cantante es del cuerpo y del espíritu.
¿Qué es lo que se viene para Shelly?
Se viene algo vinculado con el reggae. Voy a estar el sábado 17 de agosto a las 22 hs en el “Reggae Women Festival” que se va a realizar en “El Barrio Cultural”, en Remedios de Escalada. Ahí voy en formato Sound System, al igual que Sol Margueliche y Ana Mile, pero también va a haber dos bandas, Lazos Reggae y Música María Juana que son de Rosario.
Te definís como una comunicadora más allá de la Shelly artista. ¿Cual es el mensaje hoy para quienes quieran seguir descubriendo tu arte?
No tengas miedo. Buscá quien sos. Si hay algo que no te cierra, yo te pregunto, por qué haces fuerza para que cierre. Al contrario, abrí. Fijate que hay del otro lado, porque a lo mejor estaba ahí eso que buscas. Hay que militar más el alma. Hay que militar para uno, enfrentar lo que te está trabando, dejalo ir. Perdoná, dejá ir y después vas a tener los mejores argumentos lógicos y verdaderos para dar a los demás a través de la empatía.