Las agencias informativas anunciaron la creación de un nuevo robot humanoide al que se le pueden regular las emociones.

Este artefacto podría según sus creadores servir como compañía a personas solitarias sin que se generen los conflictos propios de las relaciones interpersonales.

En la llamada sociedad paliativa la que no admite la expresión espontánea de sentimientos de tristeza, agotamiento, frustración, ansiedad, etc.

La invención del humanoide sería un paliativo más para cimentar la algofobia, es decir el rechazo al dolor y el sufrimiento.

La misma sociedad alienante del reino de las mercancías busca ocultar las consecuencias de la sobreexplotación y las múltiples exigencias de la sociedad del rendimiento.

Como afirma el filósofo Byung Chul Han: "La ideología neoliberal de la resiliencia toma las experiencias traumáticas como catalizadores para incrementar el rendimiento. Se habla de crecimiento postraumático. El entrenamiento de la resiliencia como ejercicio de la fuerza psicológica tiene por función convertir al hombre en un sujeto capaz de rendir, insensible al dolor en la medida de lo posible y continuamente feliz".

"La misión de la psicología positiva de proporcionar felicidad está íntimamente ligada a la promesa de un oasis de bienestar permanente en base a medicamentos".

Mucho nos recuerda esto a la provisión del soma una sustancia que impedía la melancolía y que Aldous Huxley menciona como narcótico en su novela distópica Un mundo feliz, describe allí una sociedad férreamente jerárquica con personas de la clase dominante y de la clase dominada consecuencia de la manipulación genética.

Además, la impugnación de la negatividad como imposición es, como señala Herbert Marcuse, la clausura a toda crítica del capitalismo y la opresión, el mecanismo de neutralización de todo rebeldía.

Quizá valga no olvidar las palabras de Walter Benjamin cuando proclama: "De entre todas las sensaciones corporales, el dolor es la única que representa para el hombre una especie de corriente navegable cuyo caudal nunca se seca y lo conduce hasta el mar. Siempre que el hombre trata de abandonarse al placer, este resulta ser un callejón sin salida".

La vida genuina es riesgo, es lucha. En eso está el verdadero sentido de la existencia, en la no represión de los sentimientos, en el rechazo a una alegría artificialmente inducida, en el rechazo al egoísmo.

Carlos A. Solero