La noticia del recambio ministerial en la cartera de Agroindustria no fue sorpresiva. El desembarco de Luis Miguel Etchevehere era un secreto a voces. El dirigente ruralista paranaense siempre fue número puesto para ocupar ese ministerio. La designación inicial de Ricardo Buryaile fue, además de un guiño a los aliados radicales, una manera de diluir el componente clasista del gabinete macrista. La exclusión de Etchevehere habría sido funcional a contrarrestar la idea de que se trataba de un “gobierno de ricos”. Los pruritos fueron dejados de lado luego de las últimas elecciones legislativas. 

La Sociedad Rural Argentina tuvo una influencia mayúscula en la política en los años de vigencia del modelo agroexportador. Más de una vez, el nombre de los candidatos presidenciales o legislativos se terminaron “consensuando” en sus salones. Peter Smith precisa en el libro Carne y Política en la Argentina que cinco de ocho presidentes (entre 1910 y 1943) y todos los ministros de Agricultura (entre 1910 y 1932) fueron miembros de esa entidad. El reemplazo del modelo agroexportador por un esquema industrializador atenuó ese poder de lobby. Sin embargo, la dictadura militar reposicionó a la entidad en un rol destacado. 

Comentando el nombramiento de Etchevehere, el economista Claudio Scaletta recuerda en el artículo “La Parábola histórica”, publicado en PáginaI12, que “para encontrar a hombres de la Sociedad Rural ocupando ministerios es necesario remontarse a la última dictadura militar, cuando José Alfredo Martínez de Hoz y Jorge Zorreguieta, el recientemente fallecido padre de Máxima de Holanda, nutrieron el gabinete que abortó a sangre y fuego el modelo de desarrollo con inclusión de la ISI (Industrialización Sustitutiva de Importaciones), proceso que dio origen a un cuarto de siglo largo de neoliberalismo. Como puede observarse, desde la llegada de Cambiemos al poder el género de la parábola histórica no demanda mayores esfuerzos”. 

Los documentos y discursos recientes de la Sociedad Rural revelan un férreo acompañamiento al gobierno nacional. Los dirigentes ruralistas consideran a Macri como “uno de los suyos”. La armonía reinante es visible en cada una de sus visitas a la tradicional Exposición Rural. Esa cálida recepción contrasta con el trato dispensado a, por ejemplo, Raúl Alfonsín. Un dato histórico que no debiera pasar desapercibido para la Unión Cívica Radical. 

La designación de Etchevehere contradice la idea de que los ministros debieran ser representantes del Poder Ejecutivo ante las corporaciones (y no al revés). El ex ministro de Educación de la Primera Alianza, Juan José Llach twiteó que “aunque usual, nunca me pareció bien dar ministerios a miembros de corporaciones. Ni en educación, ni en industria, ni en agro, nunca”.

Lo cierto es que el caso de Etchevehere no es una excepción sino que constituye una regla en el gobierno de CEO. El treinta por ciento de los funcionarios más jerarquizados del Estado Nacional (ministros, secretarios, subsecretarios) ocuparon alguna vez un puesto gerencial en el sector privado, según un relevamiento realizado por el Observatorio de las Elites Argentinas del Instituto del Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. El currículum de la mayoría de los funcionarios revela una inédita simbiosis entre poder político y económico.

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@diegorubinzal