Un estudio publicado en la revista Environment International confirma con evidencia científica lo que desde hace años se sospecha: un mayor contacto con espacios verdes mejora la salud pulmonar de niños y niñas. El trabajo, realizado a partir de la información recolectada de ocho países europeos, exhibe el vínculo entre la exposición a parques, plazas y jardines de la población infantil y un mejor desempeño del sistema respiratorio. Un argumento más para que, en pleno siglo XXI, los gobiernos no tengan excusas al momento de planificar de una manera más ajustada el trazado urbano sin la necesidad de barrer con todos los espacios naturales. La cercanía con los paisajes verdes también contribuye a mejorar las chances de una microbiota saludable y de contar con un sistema inmunológico robusto.

El estudio fue liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y empleó datos de 35 mil niños y niñas provenientes de Dinamarca, España, Francia, Italia, Lituania, Noruega, Países Bajos y Reino Unido. Se trató de un meta-análisis, es decir, un análisis sobre información disponible de cada individuo durante el embarazo y también durante la infancia (3 a 12 años). Para ello, se extrajo la información de Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI, por sus siglas en inglés), que provee imágenes satelitales que permiten estimar la presencia verde en un radio de 300 metros según cada participante. La ubicación de cada niño se cruzó con exámenes de espirometría, que calcula el volumen y el ritmo del flujo de aire al interior de los pulmones. De manera complementaria, se realizaron otras evaluaciones, como la capacidad vital forzada e indicadores de cuán abiertas se encontraban las vías respiratorias.

Como resultado, los niños y niñas que habitaban durante la infancia en sitios cercanos a espacios verdes, como plazas y parques, poseían mejores funciones pulmonares con respecto a aquellos que se encontraban más alejados. Asimismo, se tuvo en cuenta el nivel socioeconómico de los participantes. Como siempre, quienes tienen mejores posibilidades materiales acceden a una mejor salud. De aquí que aquellos participantes que estaban asociados a zonas de mayor poder adquisitivo demostraban una mejor función pulmonar, ya que presumiblemente estaban en contacto con áreas verdes de mayor calidad y mantenimiento.

Por otra parte, también se evaluó lo que sucedía durante el embarazo. Sin embargo, en este caso, no se halló correlación alguna entre el sitio en el que vivían las madres y la calidad en la salud respiratoria de los bebes por nacer.

Más verde, menos pantallas

La presencia de espacios verdes suele estar asociada con la posibilidad de conectar con escenarios recreativos para los más pequeños. De esta manera, las personas se mueven, realizan ejercicios físicos y afrontan menos posibilidades de desarrollar sobrepeso u obesidad. Georgina Di Genaro, pediatra, amplía en diálogo con Página 12: “Los beneficios de vivir cerca de espacios verdes son enormes. La purificación del aire, la producción de oxígeno, la disminución del calor, el incremento de las horas de exposición al aire libre. Además son lugares que propician el ejercicio y disminuyen el sedentarismo, así como también reducen la ansiedad y el estrés. Estos últimos constituyen motivos de consulta muy frecuente, tanto en la adolescencia como en la infancia”.

Como refiere la especialista, el hecho de jugar y socializar con otros, también mejora la salud mental de los niños y niñas, y como si fuera poco, los aleja de las pantallas y la hiperconexión a la que están sometidos. Al respecto, Di Genaro apunta: “Con el contacto con espacios verdes disminuye el uso de pantallas. En el presente, las pantallas constituyen una epidemia en pediatría. Quienes viven encerrados acuden 100 por ciento a los aparatos electrónicos, por eso una de las recomendaciones más frecuentes que hacemos es que traten de dedicar menos tiempo a celulares, tablets y demás. También, tener un parque cerca favorece la práctica de deportes, un factor que mejora la salud”

En abril, un estudio realizado por el Instituto de Desarrollo Infantil Frank Porter Graham de la Universidad de Carolina del Norte y publicado en JAMA Network Open, sugiere que en edad preescolar el contacto con los espacios verdes contribuye a disminuir síntomas de ansiedad y depresión entre los niños y niñas. Para llegar a esta conclusión, de manera similar al trabajo difundido por ISGlobal, los científicos evaluaron datos de 2100 niños pertenecientes a 41 Estados de EEUU. Al hacerlo, cruzaron los síntomas que habían tenido durante esta etapa vital con el sitio de residencia y su cercanía con vegetación.

Incluso, hay trabajos previos que vinculan el contacto con espacios verdes con una reducción en la posibilidad de los niños de tener Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad; así como también, el contacto con la naturaleza reduce el estrés oxidativo y aumenta la síntesis de Vitamina D a partir de la radiación ultravioleta proveniente del Sol.

Aunque las ciudades del mundo cada vez estén más grises, el verde continúa siendo el color de la esperanza. Y del ambiente.

[email protected]