De noche con el diablo 7 puntos
Late Night with the Devil, Australia/Estados Unidos/Emiratos Árabes Unidos, 2023
Dirección y guion: Colin y Cameron Cairnes
Duración: 92 minutos
Intérpretes: David Dastmalchian, Laura Gordon, Ian Bliss, Rhys Auteri, Ingrid Torelli, Fayssal Bazzi, Josh Quong Tart, Georgina Haig.
Estreno: Disponible en salas.
Gracias a una serie de títulos que han conseguido asentarse en el imaginario popular, la década de 1970 es una especie de paraíso perdido para el cine de terror. El exorcista, La profecía, Carrie, Suspiria, Halloween, La masacre de Texas, incluso Tiburón o Alien, permiten atribuirle a aquellos años tan ricos para el cine el mérito de haber sido la primera era dorada del horror moderno. Por eso no resulta extraño que a lo largo del último medio siglo y de manera cíclica, muchas películas del género hayan regresado de distintas formas hasta ella, en busca de inspiración o como forma de homenajear una época añorada. De noche con el diablo, tercer largometraje de los hermanos Colin y Cameron Cairnes, es un claro exponente de dicha tendencia.
La película propone un regreso a los ‘70 que no solo tiene que ver con el costado estético de la producción cinematográfica, sino que también se apropia de un espíritu de época relacionado al boom que lo paranormal tuvo durante aquellos años. No se trata del primer trabajo que se aferra a tal recurso. Puede mencionarse la saga El conjuro, cuyos protagonistas son dos personajes reales, Ed y Lorraine Warren, un matrimonio de cazafantasmas que por entonces se dedicaban a investigar supuestos fenómenos de ese tipo. De hecho, los Warren son citados al pasar en De noche con el diablo, que está ambientada y narrada a partir de un dispositivo no necesariamente original, pero sí bastante ingenioso.
La película utiliza el juego del falso found footage (metraje encontrado) para contar la historia de Jack Delroy, el conductor de un late night -esos programas de entrevistas nocturnas tan populares en la televisión de los Estados Unidos-, cuyo rating ha caído en desgracia. Para levantar sus niveles de audiencia, Delroy aprovecha su emisión de Noche de Brujas de 1977 para hacer un episodio centrado en cuestiones relativas al más allá. Invita a un mentalista que dice ser capaz de contactar con los espíritus de los muertos, pero también a un exmago devenido cazador de mitos, al estilo de Harry Houdini a comienzos del siglo XX. Por su parte, el espacio de la entrevista central está reservado a una parapsicóloga y una adolescente rescatada de una secta satánica, quien dice estar poseída por un demonio menor.
Luego de una breve introducción que cuenta la historia de Delroy, su éxito, su pertenencia a una extraña logia y su caída tras el fallecimiento de su mujer, el núcleo de la película consiste en reproducir en tiempo real todo lo que salió al aire en aquella transmisión, a lo que se le suma material inédito del backstage durante las tandas comerciales. De noche con el diablo logra recrear de forma verosímil tanto la atmósfera de este tipo de programas en los años ‘70, como la particular fascinación que la temática paranormal generaba por entonces. Desde lo técnico, la película utiliza un formato de pantalla de 4:3 y una textura que remeda a la imagen saturada de los primeros televisores de tubo a color.
En su clímax, De noche con el diablo apela a una serie de recursos visuales que refuerzan su apuesta sin salirse del contorno que establece su propia búsqueda, limitándose (o fingiendo limitarse) a utilizar efectos especiales similares a los de la época. El trabajo en esa área resulta soberbio, permitiendo que el espectador sea capaz de disfrutar del artificio, hasta que todo lo que podría salir mal sale peor, abriendo una brecha que le permite a los Cairnes jugar con otro tipo de efectos, siempre respetando el marco estético elegido. El principal mérito de los directores radica en la habilidad de manejar el crescendo dramático de forma eficaz, haciendo que todas las líneas de tensión confluyan en un punto de quiebre que se permite ir más allá de sus propias convenciones, para potenciar el efecto de su golpe final.