Algún verso salta desde el trampolín de la memoria. Las paredes del Café Tortoni, el más antiguo de la ciudad, destilan historias. Pablo Neruda y Federico García Lorca se conocieron en octubre de 1933 en Buenos Aires. El dramaturgo y poeta español llegó al país para ver la puesta de su obra Bodas de sangre, representada por la compañía de Lola Membrives en el Teatro Avenida. El vínculo con quien entonces era cónsul de Chile en Argentina fue una amistad a primera vista. Pronto se eligieron como interlocutores y compartieron interminables veladas, algunas en el Tortoni, donde se anudaban la literatura, el compromiso político y la vida.
En el 120° aniversario del nacimiento de Neruda y el centenario de la publicación de 20 poemas de amor y una canción desesperada, el actor español Imanol Arias y la actriz Luisa Kuliok participaron de un cálido homenaje para celebrar el legado de un poeta cuya figura no está exenta de la intensa polémica que suscitó un fragmento de sus memorias, Confieso que he vivido, donde él mismo relata una violación que cometió a fines de la década del 20, cuando era cónsul de Chile en el territorio de la actual Sri Lanka.
El homenaje en el Café Tortoni, organizado por la Embajada de Chile en Argentina y el Centro Cultural MATTA, estuvo presidido por el embajador chileno José Antonio Viera-Gallo y el agregado cultural de ese país, el actor y dramaturgo Alejandro Goic. “Aún se investiga su muerte. No sabemos si fue natural o fue un asesinato político”, reconoció el diplomático trasandino. Neruda murió el 23 de septiembre de 1973. Su sobrino, Rodolfo Reyes, aseguró que la bacteria que se encontró en el cuerpo de su tío fue inyectada por agentes de la dictadura de Augusto Pinochet, 12 días después del golpe de Estado.
Goic decidió compartir lo que Julio Cortázar dijo sobre la obra de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, el nombre con el que fue anotado el poeta que nació en Parral, el 12 de julio de 1904. “Neruda nos devolvía a lo nuestro. Nos apartaba de la vaga teoría de las amadas y las musas europeas para arrojarnos a los brazos de una mujer inmediata y tangible, enseñándonos que el amor de un poeta latinoamericano podía darse y escribirse aquí y ahora, con las simples palabras del día, con los olores de nuestras calles, con la simplicidad de quien descubre la belleza sin la aprobación de los grandes heliotropos y la divina proporción”.
En el ostracismo
Antes de recitar junto a Imanol Arias el discurso “Al alimón sobre Rubén Darío”, Goic explicó que la expresión “al alimón” en la jerga de la tauromaquia refiere a una técnica de toreo muy especial. “Dos toreros pueden torear al mismo tiempo el mismo toro y con un único capote. Esta es una de las pruebas más peligrosas del arte taurino. Por eso se ve muy pocas veces. No más de dos o tres veces en un siglo y sólo pueden hacerlo dos toreros que sean hermanos o que, por lo menos, tengan sangre común. Esto es lo que se llama torear al alimón”, le comentó Lorca a Neruda.
Para el agregado cultural chileno, Neruda y García Lorca son los “padres de la patria”. “Sin la poesía de Lorca, faltaría un gigantesco trozo del mar. Sin la poesía de Darío, faltaría un pedazo enorme de América Latina. Sin la poesía de Pablo Neruda, el territorio espiritual de Chile se reduciría dramáticamente -planteó Goic-.Neruda dice: si me preguntan qué es mi poesía, debo decir, no sé. Pero si le preguntan a mi poesía, ella dirá quién soy yo”.
El agregado cultural chileno recordó una anécdota para ilustrar la personalidad de Neruda, a quien definió como un “sibarita descomunal”. La historia se la contó el poeta chileno Gonzalo Rojas (1916-2011). Neruda se fue a París, pero la noticia no se dio a conocer por razones de seguridad. Para todo el mundo el poeta seguía viviendo en Chile, de manera clandestina. Gonzalo Rojas estaba caminado por una calle de París y de repente observó al autor de Residencia en la tierra sentado a una mesa, con una palangana gigantesca de ostras.
--Pablo, ¿qué haces aquí?, le preguntó Gonzalo Rojas.
--Aquí estoy, en el ostracismo, respondió Neruda.
Un argentino camuflado
Aunque no le hayan dado todavía la nacionalidad argentina, Imanol Arias es como un argentino camuflado en un acento vasco. No se cansa de repetir que ama al país. Hace cuarenta años, el actor español se ganó el corazón de millones de argentinos cuando interpretó al sacerdote Ladislao Gutiérrez en la inolvidable Camila, la película de María Luisa Bemberg que protagonizó junto a Susú Pecoraro. El veterano intérprete continúa con las funciones de la obra Mejor no decirlo, junto a Mercedes Morán, en el Paseo La Plaza hasta el 28 de julio.
“La fiesta, la liturgia del mundo de los toros, tiene un enorme hermanamiento con el compás del flamenco en los tiempos en los que se mueve la muleta. Hoy el mundo de los toros está bajo un estricto estudio y muchas generaciones jóvenes, frente al animalismo y a la defensa de determinados derechos, no lo entienden bien -aseguró el actor-. Independientemente de esa discusión en la que no voy a entrar, todo lo que dice el poeta puede estar ilustrado por una mano derecha o una mano izquierda tendida con un trapo rojo que pasa al compás de cada palabra y deja liberar la furia de la historia que es el toro”.
Arias agregó que para él, “un español vasco, padre de hijos de origen andaluz”, mezclar acentos no es ningún problema, sino “una necesidad y un privilegio”. Entonces anunció que buscaría recitar remedando el acento andaluz del autor de Romancero gitano. Con la mano derecha golpeaba la mesa, como si estuviera marcando el ritmo, y con la izquierda sostenía el micrófono y decía: “Dio el rumor de la selva con un adjetivo, y como fray Luis de Granada, jefe de idiomas, hizo signos estelares con el limón, y la pata de ciervo, y los moluscos llenos de terror e infinito: nos puso al mar con fragatas y sombras en las niñas de nuestros ojos y construyó un enorme paseo de gin sobre la tarde más gris que ha tenido el cielo, y saludó de tú a tú el ábrego oscuro, todo pecho, como un poeta romántico, y puso la mano sobre el capitel corintio con una duda irónica y triste de todas las épocas”.
El mundo entero en un solo lazo
Luisa Kuliok destacó que es “muy conmovedor” celebrar al poeta y al hombre “tan profundamente comprometido” con su tiempo. “Yo tenía que elegir algún poema de estos 20 poemas de amor... y no era fácil porque está la voz profunda y masculina de nuestro Pablo Neruda y encontré uno que creo que es ideal para este momento, que se llama ‘Para que tú me oigas’, donde esa voz que digo masculina es sólo por accidente, porque hoy sabemos que nuestros matices internos, nuestros pliegues de personas, de seres humanos, tienen tantas coloraturas, tantas búsquedas, tantos interrogantes, tantas no respuestas; es un camino extraordinario lo que vamos descubriendo en cada una de nosotras y en cada uno de nosotros. Y creo que este poema tiene algo que traspasa como columna vertebral lo humano, además del amor de una pareja o de un amor deseado o tenido”, argumentó la actriz.
Nicolás Prado, gerente del Café Tortoni, recibió una placa conmemorativa junto a una fotografía de Neruda, en un homenaje que se enmarca en el Programa de Celebraciones del Año Neruda, elaborado por un Comité Ejecutivo liderado por la Universidad de Chile, la Fundación Neruda y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, en colaboración con los Ministerios de Educación y Relaciones Exteriores de Chile. Prado mencionó a Roberto Fanego, el exgerente del Café Tortoni que se encargó de crear el “cuentito” del Tortoni. “En ese momento no había internet y con la guía telefónica buscaba nombre por nombre, llamaba uno por uno para preguntar quién tenía un registro fotográfico para poder armar lo que es hoy la historia de nuestro querido café”.
Después de la lectura del poema, Kuliok habló de la importancia del diálogo. La escuchaban atentamente, entre el público, el escritor y presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, y el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Drupat. “El diálogo es para que cada uno oiga a la otra persona; que tengamos las palabras que empiecen a evitar las angustias, los vacíos, los abismos y nos transformen en un nudo indisoluble para luchar por la felicidad que nos merecemos hasta en el último rincón, de la nacionalidad que seamos, chilenos, españoles, argentinos, nicaragüenses; el mundo entero en un solo lazo”.