La caída del consumo de carne vacuna de la población argentina, que llegó a niveles de hace más de un siglo, fue señalada recientemente por una estadística de la Cámara de la Industria y el Comercio de la Carne de la República Argentina (CCIRA) y tiene su correlato en el nivel de actividad de los frigoríficos, cuyos números se vuelven, mes a mes, más preocupantes.

La máxima según la cual, históricamente, cuando decae el consumo local se compensa con mayores exportaciones, no parece tampoco funcionar esta vez, por una serie de razones que conjugan a la macroeconomía, el clima y la geopolítica.

Fabián Ochoa, secretario general de la Asociación Gremial del Personal del Mercado de Hacienda, ubicado en Cañuelas, y también secretario de Organización de la Federación de la Carne que conduce Fabio Fantini,  dice a Buenos Aires/12 que "todo cayó, pero como cayó mucho más el consumo interno, en proporción el porcentaje de exportaciones es mayor”, aunque advierte que eso de ninguna manera puede ser considerado un signo de crecimiento.

El histórico Mercado de Hacienda de Liniers, que en realidad estaba en el barrio de Mataderos y al que se accedía desde la estación Liniers del ferrocarril, se trasladó a Cañuelas en 2022, por motivos tanto de escala como de sustentabilidad: había quedado chico y el ingreso de los camiones a la ciudad se había vuelto insostenible.

El proyecto conducido por Marisa Fassi y que implicó una importante interacción entre el sector privado y el gobierno local, emplea a más de 500 trabajadores y tiene previstas varias etapas de crecimento, como el desarrollo de instalaciones para ferias y exposiciones y la ampliación de sus operaciones a los mercados porcino y ovino. Todo eso se ve afectado por la coyuntura.

Ochoa observa con especial preocupación lo que ocurre con los frigoríficos que asisten al circuito de hoteles y restaurantes premium. “Hay menos turismo internacional, hay menos demanda en general, porque la gente se lo piensa muchos antes de ir a comer afuera y, los que lo hacen, miran el menú, comparan lo que vale un plato de carne vacuna frente a otra opción y piden otra cosa”, detalla.

Ochoa, que logró sostener el poder adquisitivo del salario de los trabajadores afiliados a su gremio durante el complejo 2023, tiene ahora una paritaria abierta. “Pedimos 28 para el trimestre que empieza. Nos contraofertaron 10 puntos en dos tramos”, cuenta mientras analiza las consecuencias del modelo económico en su actividad: "El que comía carne dos veces ahora come una. Ya no se elige el corte por gusto sino por lo que permite el bolsillo. Y el que ya venía mal, ahora come alitas de pollo".

El dirigente sindical observa que, por lo que conversa y escucha, muchos empresarios están dispuestos a pagar el aumento, pero descree de que la intervención oficial a través de la secretaría de Trabajo sirva para acercar posiciones o facilitar una resolución al conflicto.

Su sindicato no es numeroso, pero es estratégico. Un conflicto prolongado podría “volver vegetariana” a toda la población, bromea, mientras reconoce que nadie quiere poner a prueba el humor social en este contexto.

Mirada empresaria

Desde la contraparte de Ochoa, la CICCRA que conduce Miguel Schiariti, relativizan la gravedad de la situación. Por un lado reconoce que el consumo "cayó muchísimo", pero también advierte sobre los cambios en los hábitos alimentarios de la población: "Ahora se consume mucho más pollo y cerdo porque hubo mejoras en la genética y en la cría que lo abarataron”, señala.

Schiariti retoma la estadística y aclara: “Es cierto que primer semestre de este año contra el mismo semestre del año pasado, el consumo per cápita cayó de 52 kilogramos a 44. Pero también es cierto que aumentaron otros consumos. Hace un siglo se comían 10 kilos de cerdo y 5 de pollo por persona por año y ahora estás en 44 y 23 respectivamente”.

Sin embargo, Schiariti señala otros dos aspectos que son síntomas manifiestos de preocupación. Uno es el malestar de la CCIRA por los frigoríficos provinciales y municipales que operan en territorio bonaerense. El dirigente empresario considera que muchos no cumplen con los estándares de higiene y salubridad, y además los acusa de incumplir obligaciones impositivas. Schiariti reconoce que, ya desde la gestión de María Eugenia Vidal, la Provincia se había negado a abordar este reclamo. 

A la vez, para algunos productores, es la única alternativa para poder faenar cuando el precio de los frigoríficos no les satisface. Al tener a disposición los frigoríficos provinciales, los pequeños productores ganaderos pueden faenar ahí sin quedar a merced del mercado.

El otro dato que aporta Schiariti es el achicamiento del negocio como consecuencia de la gravísima sequía del año pasado. “Hubo que faenar animales vacíos porque en los campos se iban a morir de hambre”, explica y dice que pasaron de faenar un millón y medio de animales por mes a un millón o un millón cien mil aproximadamente. En síntesis, afirma, "se achicaron las dos puntas, la oferta y la demanda de carne". 

La exportación en caída 

Las exportaciones tampoco pasan por su mejor momento debido un combo de factores que incluye tanto el atraso cambiario como la agresiva política exportadora de Brasil y los ruidos que la actual administración genera en la relación con China.

Como consecuencia de esto, las puntas del negocio que se achican, oferta y demanda, también se replican en el plano internacional. Consecuencia: con menos animales, los frigoríficos optan por abrir menos días por semana.

Ezequiel D'Angelis, directivo del frigorífico Muge, de la localidad de Lobos, especializado en el circuito gastronómico local, traza un panorama complejo, en sintonía con la mirada de Ochoa: "Nosotros nos dedicamos 80 por ciento al mercado interno y 20 a exportaciones. Las exportaciones cayeron 40 y el consumo local a la mitad. El problema adicional es que, con las dificultades para exportar, los grandes jugadores del negocio se volcaron al mercado interno".

Los grandes a los que se refiere el empresario son Swift, Grupo Minerva, Gorina, Frigolar, Devesa y Coto, entre otros. Aún así, D'Angelis recuerda que logró atravesar la pandemia sin despedir y que no piensa hacerlo ahora. "Para nosotros, es el último recurso, por eso esperamos que esto mejore", dice. 

Consultado por la expectativa en torno a una eventual mejoría, el empresario señala que "la brecha entre los dólares oficial y blue está como antes de fin de año y todos los expertos dicen que eso no es sostenible, pero cuando eso cambie, vuelve el turismo". "Hoy Argentina está demasiado cara en dólares", describe con la esperanza de que esa realidad cambie. 

Schiariti confirma la visión de D'Angelis: "Se trata de un negocio muy diverso, donde algunos jugadores tienen espalda de varios cientos de millones de dólares y otros sobreviven como pueden, pero despidos no hubo. Por ahora”.