Mucho más que humor
A fines de este mes se termina una de las muestras imperdibles de esta primera mitad de año. Se trata de Nada se pierde, organizada por el centro de historieta y humor gráfico de la Biblioteca Nacional, dedicada a los artistas de la revista Humor y otras publicaciones de la Editorial de La Urraca, como El péndulo, Humi o Fierro. Y también Sex Humor, cuyas páginas se exhiben en una habitación aparte, que muchos confunden con un baño (y esa es la gracia). Como señala José María Gutiérrez en el prólogo del catálogo, la revista dirigida por Andrés Cascioli es considerada un emblema de la resistencia crítica a la dictadura y de la restauración democrática, gracias a la iconografía de la época que legaron sus portadas y la agudeza de sus textos. “Pero en la base de ese andamiaje lo que hay y la sostiene son los dibujos”. Y son muchos de esos dibujos, cuyos originales forman parte del acervo de la Biblioteca, los que protagonizan esta muestra deslumbrante, que tiene, sí, muchas de aquellas portadas originales, firmadas por Cascioli, Izquierdo Brown o Carlos Nine. Pero lo mas fascinante es el arco de la cantidad y calidad de artistas que habitaban sus páginas, cuyas obras son expuestas con todas las marcas para su publicación. Y lo que más sorprende –o no tanto, en realidad– es que muchos de aquellos chistes, pensados para aquellos años de plomo, resuenan como tristemente actuales. Antes del cierre, este viernes 26, el catálogo de la muestra se presenta con una charla de Miguel Rep y Maitena, a las 18.30. Y tras bajar de cartel, Nada se pierde se exhibirá en Rosario, en el marco del Crack Bang Boom, la convención internacional de historietas que se realizará del 15 al 18 de agosto.
Se desvanece en el aire
“Esto no es un proyecto al estilo Jurassic Park pero se le parece”, reconoce el investigador Durrell Kapan. Aquí no están involucrados los dinosaurios sino una frágil y bellísima mariposa de alas azules que se extinguió ochenta años atrás. Y a la que ahora desean volver a la vida mediante un complejo sistema de manipulación genética. La Xerces Blue (así se llamaba) era una mariposa bellísima de la zona de San Francisco. Pero no es por eso que Kapan ha decidido clonarla sino por el importante rol polinizador cumplía en la zona. Por eso, comenzó a buscar orugas de alguna especie más o menos afín. Chris Grinter, director de entomología de la Academia de Ciencias de California, dijo que su equipo se sumó a la cruzada y aportó “tecnología moderna, secuenciación del genoma para retroceder y extraer genomas de estas mariposas extintas”. Por si faltaba algo, también buscaron una zona de dunas similar al lugar donde las Xerces solían reproducirse y la encontraron en Monterrey, México. Así que mediante un complejo sistema de crianza de las orugas (que incluyó dosis microscópicas de Gatorade como alimento) han logrado obtener unas mariposas parecidas: las Silvery Blue. Sin embargo, existen muchas dudas sobre cuál es el límite para modificar la naturaleza. Por ejemplo, las dunas de Monterrey no tienen niebla y las de California sí. Este detalle tal sutil puede hacer peligrar toda una misión basada en recrear mundos extintos en un mundo real que se desmorona. Como las dunas mismas.
El alma de la fiesta
La Mona Lisa es un problema para el museo del Louvre. Es su obra más destacada, sí, y gracias a eso unos veinte mil turistas se pasean diariamente por el museo parisino. Pero esto también es un problema en términos de logística y de seguridad, ya que varias veces fue atacada por activistas o gente chifada que usó desde ácido sulfúrico hasta sopa, pasando por crema para tortas o pintura roja en spray. Para colmo de males, parece que los turistas salen decepcionados al ver que la Mona Lisa es una pintura diminuta, fortificada alrededor de varios paneles de vidrios que resisten golpes o gestos furibundos. Así que están aumentando las malas críticas del museo en guías como Trip Advisor que no dudan en calificar al Louvre “como la visita turística más decepcionante del mundo”. Por eso las autoridades del museo están evaluando construirle a la Mona Lisa su propio pisito, un lugar resguardado que, a la vez, vuelva a nimbar la obra de cierto aire de superioridad. Según el diario Le Figaro, las obras costarían unos 500 millones de euros. La directora del museo, Laurence Descars, ha puesto el asunto sobre la mesa para pedir la colaboración del gobierno francés, que ha respondido muy educadamente que no, que la Mona Lisa puede seguir conviviendo con las otras obras. Como viene haciendo desde el siglo XVI, la mujer de la enigmática sonrisa no haya dicho ni mu mientras a su alrededor crece la contienda, como esas personas que son el centro de la fiesta por la simple razón de existir.
Quien ríe último
En una de las canciones de The Madcap Laughs, de 1970, Syd Barrett incluye una canción que es casi un poema perfecto donde dice: “Te escuché cantar en el aire de la medianoche/mi libro está cerrado/mientras observo cómo danza el fuego sobre el piso”. Esa canción, “Golden hair”, resume el clima que rodea al disco, mientras Syd andaba un poco bajoneado tras haber tocado el cielo lisérgico junto a Pink Floyd. La portada del álbum, que expresa esto mismo, lo muestra agachado en su habitación, con un jarrón de narcisos a su lado. En la foto de contratapa, sacada en el mismo lugar, se alcanza a ver una chica desnuda detrás (se trata de Iggy The Eskimo, una auténtica diosa de ese flower power que comenzaba a marchitarse bajo sus pies). Y lo que también se destaca en ambas fotos (tomadas por Mick Rock) es el piso de madera que Barrett pintó de anaranjado y azul. Nada más queda de todo aquello, salvo el piso. Como el show debe continuar, la noticia es que esos listones de madera se han puesto a la venta. “Son unos 70 tablones en total, la mayoría en longitudes aproximadas de 2,7 metros”, explicó amablemente la casa de subastas Omega, que propuso un precio básico de 28.500 libras (unos 37 mil dólares) y terminó vendiéndolos hace pocos días. La leyenda cuenta que Barrett tuvo una suerte de epifanía en ese departamento victoriano en Earl's Court. Una mañana, después de haber pasado un rato meditando, de repente le vino a la mente un cuadro de Gustave Caillebotte de 1875 llamado “Los planificadores de pisos de madera”. Así, decidió pintar sus propios pisos con rayas de color naranja y azul, tal como las que se veían en el cuadro. Paul Feirweather, el director de Omega (él mismo un coleccionista de memorabilia de rock que supo cómo convertir la pasión por juntar cosas en un negocio redituable) contó que ya estaba en contacto con los dueños actuales del departamento, quienes le avisaron de las remodelaciones. Feirweather analizó con lupa la textura de cada listón de roble. “Podés ver la vida que pasó por ahí, desde rasguños hasta quemaduras de cigarrillo. Incluso alguien pintó el techo después y aún hay gotas de pintura diminutas. Si mirás con atención es probable que puedas juntar cada listón tal como estaba en su lugar original”, se entusiasmó el hombre y es imposible no pensar que está un poco pasado de rosca con la melancolía. Pero bueno, cuando haya visto sus pingües ganancias, seguro se le pasó. Y la excentricidad, haciendo honor al nombre del disco, sigue riendo.